VALÈNCIA. En Terezín no viven más de tres mil habitantes, la localidad es conocida sobre todo por su fortaleza, que servía de cuartel y prisión al mismo tiempo. Se encuentra entre los ríos Eger y Elba y en sus muros, por ejemplo, estuvo recluido Gavrilo Princip condenado a veinte años tras el Atentado de Sarajevo donde asesinó al archiduque Francisco Fernando. Durante la ocupación nazi en la II Guerra Mundial, el recinto se convirtió en un campo de concentración conocido por el nombre en alemán del pueblo, Theresienstadt.
Inicialmente, en la ciudad se constituyó un gueto para aislar a los judíos del resto de la población. Poco tiempo después, pasó a ser un campo de concentración. Si bien no fue un campo de exterminio, sí servía de escala para enviar a prisioneros a otros campos donde serían ejecutados. 150.000 judíos pasaron por estas instalaciones, 33.000 murieron en él y 88.000 fueron enviados a otros centros donde se les asesinó. Sobrevivieron 17.247.
Como muchos de los primeros internos en este lugar eran artistas y profesionales cualificados, es célebre el episodio de la II Guerra Mundial en el que los nazis engañaron a la Cruz Roja demostrando el buen trato que se daba a los prisioneros en sus campos. Sin embargo, el interés que nos despierta el lugar en esta columna es por un documento audiovisual que llevaba su nombre. El documental Theresiendstadt, que mostraba lo ideal que era la vida en el lugar. Un documento de propaganda que no tiene nada de particular, a la vista de que durante el siglo XX se siguieron realizando productos audiovisuales o editoriales similares sobre otras dictaduras, pero que es de un cinismo que no puede ser pasado por alto.
Solo han sobrevivido dos fragmentos de esta película, uno está en los archivos Yad Vashem de Jerusalén y otro en los Národní Filmovy checos. Las imágenes del documental muestran a los internos desde el principio realizando actividades recreativas. Por ejemplo, los hombres juegan al ajedrez, las mujeres hacen punto. Grupos grandes hacen gimnasia, otros pintan paisajes en acuarela. "La gente disfruta del sol", dice la locución.
De repente, aparece un Consejo de ancianos. Una reunión en la que se comentan los años de autogobierno de Terezín, un asentamiento judío de primer orden. Los ancianos, enfermos y niños han encontrado un refugio donde los hombres y las mujeres trabajan para la comunidad. Sale un hospital con todo tipo de accesorios y un gran jardín. Hay actuaciones en un teatro donde un coro canta "ya no tenemos miedo".
Algunos artistas hacen esculturas, hay conciertos de piezas compuestas en el campo por músicos de formación. También hay talleres. Artesanos y obreros trabajan el metal. Al final del día, los nazis grabaron la salida del trabajo. Cada uno puede hacer lo que quiera con su tiempo libre, reza la narración. Muchos van a ver un partido de fútbol. Tiene que ser de siete jugadores por equipo a causa del reducido tamaño. Es llamativo, quizá no le dieron importancia al detalle, que hasta el árbitro lleva cosida la estrella de David en el pecho para pitar.
Esta película nunca llegó a ver la luz. Su título iba a ser Ein Dokumentarfilm aus dem jüdischen Siedlungsgebiet. Hasta los años 60 no se encontraron los mencionados fragmentos, se cree que sí se acabó, pero en 1945 y fue destruida inmediatamente. Se rodó entre agosto y septiembre de 1944. Se encargó de ello Kurt Gerron, un director de cine y cabaretista berlinés, que estaba interno en el campo. Murió el 15 de noviembre en una cámara de gas de Auschwitz. Las cámaras las puso un equipo de Praga Aktualita.
La fortaleza estaba construida para albergar a no más de 7.000 personas, entre sus muros tuvieron que vivir más de 50.000. El hacinamiento disparó las muertes, en 1942 ya eran de 131 al día. El interés por mostrarlo como un lugar apacible y paradisiaco se debió a la captura de los judíos daneses. Su gobierno exigió visitarlos y Aldolf Eichmann inició un plan de embellecimiento del asentamiento. Se pintaron las fachadas, se colocaron flores, patios de para jugar y se dieron conciertos. Es una historia conocida.
Sin embargo, hay más divergencia sobre el origen de la película. A menudo se ha apuntado que fue una idea de Goebbels, pero en Checoslovaquia no regían las órdenes del Ministerio de Propaganda del Reich, sino las de las SS de Reinhard Heydrich. La idea surgió en las oficinas de la Gestapo de Praga, fue una ocurrencia del mayor de las SS Hans Güther (ahorcado el 5 de mayo de 1945 por partisanos checoslovacos). La financiación corrió a cargo de fondos confiscados a los propios judíos.
Hubo una motivación más además de las aludidas. El 17 de julio de 1944, las SS descubrieron que imágenes de las condiciones de vida lamentables dentro del gueto habían conseguido difundirse en el exterior. Una semana después, el Ejército Rojo liberó el campo de concentración de Majdanek, en Polonia, donde 250.000 personas trabajaron como esclavos en la producción de munición hasta que las instalaciones se convirtieron en campo de exterminio con cámaras de gas y crematorio, el único lugar junto a Auschwitz donde se empleó Zyklon B. El número de víctimas aquí oscila entre las 200.000 y 1.500.000, no se sabe a ciencia cierta al ser eliminados con éxito los registros. Por otro lado, desde abril se estaban llevando a cabo negociaciones entre Eichmann y Joel Brand, del Comité de Rescate Húngaro-Judío para liberar un millón de judíos a cambio de diez mil camiones. La película podría ser para engrasar el trato.
Un detalle aparentemente banal, pero que llamó la atención de investigadores como Karel Magry, es que se introdujese la palabra Dokumentarfilm (documental) en el título. Así pretendían darle una pátina de objetividad, de veracidad. Hoy, las líneas maestras de la propaganda que se intuían en Theresienstadt siguen presentes. Es posible mostrar una cosa y la contraria solo con cambiar palabras estratégicas y el cofre en el que se presenta el engendro.