VALÈNCIA A TOTA VIROLLA

El hasta aquí hemos llegado de Karma Cereza (Mueveloreina): drogas, hastío y dopamina

A pesar de su elasticidad sobre los escenarios, algo en la artista valenciana se ha quebrado hasta decir basta. Escribe para contar su relación con el éxito y los excesos, no necesariamente ligados a la industria musical

14/01/2024 - 

VALÈNCIA. Karma Cereza se ha pasado los últimos años cabalgando a lomos de la formación musical Mueveloreina. En esa condición, en 2019 contaba a Culturplaza la “ansiedad ante cada puñetero concierto”, ese cierto síndrome impostor que le llevaba ese verano a no concebir que acababan de actuar en el BBK a la misma hora que los Strokes.

Bien, cerca de 53 meses después de aquel concierto, Karma Cereza, también Carmen, publicaba en sus redes esta Navidad una especie de grito. Un hasta-aquí-hemos-llegado con una única destinataria: ella misma. A raíz de una hospitalización, mostraba su hastío ante un cocktail formado por drogas, presión y un alud de dopamina. No era una protesta contra el funcionamiento de la industria musical, ni un arrebato de oficio, pero sí proyectaba la necesidad de cambios en la profesión y en la exigencia del público. 

Le pedí a Karma Cereza si quería explicarse. Estos son sus motivos.

Las drogas

“Empecé a drogarme a los 18 y desde entonces no he parado de consumir. No excesivamente ni perdiendo el control en absoluto jamás, porque en el fondo, mi autocontrol con las drogas era una culpa constante y una sensación de asco hacia esas sensaciones. Antes de la pandemia, cuando Mueveloreina iba como un tiro y sin frenos, llegué a pesar 42 kilos y no parecía que nada me afectase demasiado (…) Cuando se terminó el encierro y todo empezó a funcionar con normalidad, estaba ávida de todo. Empecé a salir mucho, a follar mucho y a beber y drogarme como deporte (alguna vez hasta entre semana). Pero estábamos construyendo un nuevo presente después del encierro, ¿no? Así que no le di importancia. En automático de nuevo”.

El grito

“Me decido a escribir el post después de un susto: 4 días de fiebre a 40 grados, vómitos de bilis, sudores terribles y escalofríos gélidos. Determinan que es una neumonía (…) Me decido a escribir este post porque aún a pesar de estar en el hospital encerrada, me notaba hecha polvo pero limpia. Llevaba ya casi 2 semanas sin fumar y sin echarlo de menos. Lo mismo con la farlopa”.

“Llevaba (llevo) 3 años deprimida y en un tren de vida muy alejado ya no solo de lo que mi cuerpo y mi cabeza me pedían, sino muy alejado de la imagen que yo proyecté de mi misma teniendo 20. Llevaba 3 años en un bucle en el que empezaba a darme vergüenza hasta mirarme en el espejo. Me avergonzaba no tener el coraje de sobreponerme a las adversidades laborales y alejarme cada vez más de lo que ‘debía hacer’, para quedarme en ese bucle de consumo, “espiral límite central”: acostarme borracha, fumarme un porro, levantarme de resaca, hacerme una raya para trabajar o seguir trabajando, seguir bebiendo, volver borracha a casa, hacerme otro porro para dormir, levantarme de resaca…”.

Ser artista 

“No creo que el hecho de ser artista esté ligado a este tipo de vorágine. Yo este gen lo traía de casa. Pero obviamente cuando girábamos con Mueveloreina, los hábitos no son ordenados, vives de noche, de viaje y siempre en ambientes sociales no precisamente de gestión emocional y activación de chakras. Ahí es donde juega un papel importante lo trabajada que esté una persona: yo soy un animal social, soy mimética y por encajar muchas veces me dejo llevar por cualquier cosa que me vaya a conectar más con los demás. Y si para eso tengo que hacerme 3 gramos, 2 pastillas y muchos chupitos, pues adelante. Suele pasar que muchos de los contratos con promotores se cierran en los baños de cualquier garito post concierto… Pero para mí, que tengo capacidad de elegir y sobre todo que no tengo el gen del vicio porque no tengo una personalidad obsesiva, me parece una irresponsabilidad señalar a la música y al panorama como responsables de mis hábitos de mierda. (…) Siempre me he dicho esta frase (incluso antes de pasar esta fase): “busca tu parte de responsabilidad en el problema porque sino no encontrarás ninguna forma de salir de ese problema”, pero si sola no puedes, pide ayuda, y si no sabes ni cómo pedirla, espero que haya gente a tu lado que sepa verlo y pueda ayudarte. Yo tengo esa suerte. Tanto como mi manager, como mi familia y como mis amigos de toda la vida”.

El trasfondo del éxito 

“El éxito condiciona tus relaciones, cambia muchas veces tu forma de relacionarte, te aísla muchísimo, te aleja de lo que podríamos considerar como ‘mare’ (tus amigos de toda la vida, familia, esos amigos sanos, los amigos con hijos, esos que ya no encajan tanto en tus nuevos hábitos). Pero es cierto que muchas veces se obvia que ese aislamiento suele ir ligado a un consumo de drogas, de las que no se habla. Y no hablo solo de drogas de ocio. El otro día leí el artículo de Marta Moreira sobre ‘Bodies’, y me dio mucho vértigo en el estómago y me dieron ganas de llorar, ahora incluso recordándolo me emociono un poco. Creo que se habla mucho en prensa pero no se practica en la realidad, hablamos de la salud mental pero nos olvidamos de lo poco que ayudan nuestros hábitos a veces en las giras, las presiones, la convivencia, la falta de intimidad, la gestión de las redes que no descansan, la exigencia externa y la autoexigencia, la sensación de soledad, la sensación constante de fracaso cuando algo no funciona, el vértigo del aislamiento… las drogas a veces es la mejor manera de sobrellevar todo eso.

La percepción del consumo

“No sé si las drogas como tal son tabú. No lo creo, se habla abiertamente de consumo en muchos temas, y dependiendo de los artistas, algunos hasta hacen apología de... Creo que se omite hablar de la gravedad porque a veces hasta nos parece divertida, tanto a los artistas como a los espectadores, la convivencia con éstas. Nos incluyo, tenemos varios temas homenajeando a nuestro camello y nuestros hábitos en los camerinos. Pero el problema no es del que se expone, sino del que mira, del que señala, del que acompaña.

La industria tiene que ponerse las pilas, porque los artistas ya no solo conviven con la presión de ésta, sino con su nueva carrera en marketing digital de community manager (que no deja de ser una droga más), lo que hace que la desconexión con uno mismo y con los suyos sea de una inmensidad terrorífica. Hacen falta managers más responsables, padres de familia como el mío que empatice con sus artistas, promotores más empáticos, pero sobre todo, un público más concienciado, menos exigente y más humano. Deja la puta pantalla vive y deja vivir. Y cuando vayas a un concierto, disfruta, no exijas, no critiques, no juzgues. Disfruta y si no te gusta, pírate”.

Scroll y dopamina

“Me encantaría poder dejar de vivir en las redes. He tenido un susto físico y evidente que me ha hecho parar en seco con algo igual de palpable que la neumonía. La cocaína, el tabaco, el alcohol, las pastillas...son cosas que puedo tirar a la basura, que tengo que ir a comprar, que alguien me proporciona, que incluso me pueden llegar a ayudar a gestionar. Pero las redes, la sobreestimulación, la sobreexposición, o la obligación a seguir en un panorama digital como artista o incluso creativo freelance, es casi una cárcel invisible y terrorífica. He llegado a tener sudoraciones, taquicardias, estrés y mono. A veces las drogas me han servido también para olvidarme de esta otra droga que no palpo…”. 

Al acabar, Carmen se dice: “Qué gusto cuando esa fiesta te la mereces de verdad…”.