VALÈNCIA. El expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) Luis Rubiales se sentará en el banquillo el próximo 3 de febrero de 2025 como acusado de los delitos de agresión sexual y coacciones a Jenni Hermoso por el beso no consentido que le dio tras la final del Mundial el pasado 20 de agosto.
El juzgado central de lo Penal de la Audiencia Nacional ha fijado 11 sesiones, distribuidas entre el 3 y el 19 de febrero del próximo año, para el juicio a Rubiales y a los otros tres acusados de coaccionar a la jugadora para que justificase la actuación del expresidente de la RFEF: el exdirector deportivo de la selección masculina Albert Luque, al exentrenador de la femenina Jorge Vilda y el que fuera responsable de Marketing de la Federación, Rubén Rivera.
Según la diligencia de ordenación dictada este lunes, la vista oral en la que Rubiales se enfrenta a una petición de la fiscal de dos años y medio de cárcel -uno más que los otros acusados- tendrá lugar en la sede que la Audiencia Nacional tiene en la localidad madrileña de San Fernando de Henares.
Además de la Fiscalía, también figuran como acusaciones la propia Jenni Hermoso y la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), que solicitan las mismas condenas de cárcel que el ministerio público.
La internacional pide además que se imponga a Rubiales la prohibición de acercarse a ella a menos de 500 metros o comunicarse con ella durante ocho años y una indemnización de 50.000 euros en concepto de responsabilidad civil, y de otros 50.000 a pagar con el resto de acusados.
Los hechos sucedieron el pasado 20 de agosto, en el Estadio Australia de Sídney, tras la victoria de la selección femenina del Mundial.
El ministerio público describe en su escrito de conclusiones una conducta de Rubiales "sorpresiva y sin consentimiento ni aceptación" de Jenni Hermoso cuando, durante la entrega de medallas del Mundial, la "sujetó la cabeza" con ambas manos y le "propinó un beso en los labios".
Y le acusa también de presionar de manera "constante" y reiterada a la futbolista y a su entorno para que "justificara y aprobara" el beso que le dio "contra su voluntad" ante "las consecuencias personales y profesionales" a las que éste podría enfrentarse.
Una "situación de hostigamiento" de la que también responsabiliza a los otros tres acusados, "personas de confianza" de Rubiales que accedieron a sus cargos "bajo su mandato" y cuya "privilegiada situación en la RFEF" dependía de la "suerte" que éste corriera.
Al margen de este procedimiento, Rubiales está investigado en un juzgado de Majadahonda (Madrid) por los delitos de corrupción en los negocios y administración desleal por presuntas irregularidades en contratos de la Federación cuando éste estaba al frente.