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opinión

El peligro de que el dinero entre a paletadas en las fintech

Alrededor del 'mundo fintech' hay una gran atención mediática y raro es el día donde no leemos la compra de una pagando cifra astronómica

24/09/2021 - 

VALÈNCIA. Alrededor del 'mundo fintech' hay una extraordinaria atención mediática donde raro es el día en el que no leemos la compra de una fintech por una cifra astronómica. Ahí está a adquisición de la plataforma de pagos sueca Tink por la compañía de tarjetas de crédito Visa, quien ha desembolsado la friolera de 1.800 millones de euros. O el éxito de una ICO ('Initial Coin Offering' u oferta pública de venta monedas). O la ilicitana bit2me que colocó 500 millones de sus tokens B2M a cambio 5 millones de euros en una subasta que se cerró en ¡¡59 segundos!!!. De esta manera, el creciente interés ha hecho que los medios de comunicación financieros especializados hayan abierto secciones especializadas, como la fintech del Financial Times, e incluso los generalistas se han adentrado en ese camino, como lo prueba la sección Tecnología Financiera del suplemento Retina de El País.

Lejos de reducirse, la enorme entrada de dinero que han registrado las fintech en la primera mitad del año ha batido todos los registros, incluso para las cifras desmesuradas que se manejan en este mundo. En términos generales 1 de cada 5 dólares invertidos en 'venture capital' en 2021 ha ido a este sector. Concretamente, mientras que trimestralmente se invertían unos 10.000 millones durante el periodo 2018-20, sólo en el segundo trimestre de 2021 se han invertido 30.800 millones a través de 657 operaciones, lo que supone una subida del 30% respecto al primer trimestre de 2021, el cual ya marcó un récord al superarse los 20.000 millones de inversión, de acuerdo con datos de la plataforma de datos CB Insights.

Además, en paralelo hemos visto en el mercado estadounidense una explosión en las descargas de aplicaciones sobre gestión de activos ('asset management') para teléfonos móviles. Es decir, aplicaciones creadas por fintech que facilitan al usuario la negociación de acciones, divisas o criptoactivos, así como la recepción de consejos y/o carteras modelo. De esta manera, mientras que trimestralmente en 2020 se descargaban unos 12 millones de aplicaciones, en el primer trimestre de 2021 se han descargado 35 millones de aplicaciones y en el segundo 33 millones, lo que supone una subida del ¡¡150%!!!. Además, las descargas sobre aplicaciones para negociar sobre criptoactivos se han disparado hasta llegar a ser el 51% del total, cuando en los 3 años previos de media solo eran el 20%, de acuerdo con los datos de SensorTower, la plataforma especializada en datos de aplicaciones para móviles. Una señal que no ha pasado desapercibida a los inversores.

Ciertamente, el éxito de las fintech es innegable, pero, ¿cuál es su propuesta de valor? En síntesis, ofrecer servicios bancarios a precios más bajos que la banca tradicional. Por ejemplo, facilitar pagos (como hacen square, toast o wise), permitir la compraventa de activos en mercados de capitales (degiro, etoro o robinhood,   suministrar crédito (N26, credit karma o Avant) o proporcionar seguros (gusto, hippo o lemonade). De esta manera, la banca tradicional está viendo cómo sus márgenes se reducen por la fuerte presión de las fintech, lo que la está conduciendo a una concentración de oficinas físicas y de personal, a la vez que a una mayor digitalización. No obstante, las fintech no están entrando en masa en el principal negocio bancario, el de recepción de depósitos y préstamos, porque ello las obligaría lidiar en una arena regulatoria enormemente restrictiva. De igual modo, la banca tradicional no está aún penetrando mayoritariamente en la esfera de los criptoactivos, en la que dominan plataformas que ya son mercados como Coinbase o Binance, por la falta de regulación al respecto.

Felipe Sánchez Coll
Sin embargo, ¿qué pasa si abrimos nuestra mirada sobre el mundo start up en su totalidad? En términos generales, la asunción del riesgo es una característica inherente de aquellos que operan en el entorno de las start ups, lo que conlleva a que tanto los inversores como los nuevos empresarios estén en una lucha constante por la subsistencia. Los primeros con la esperanza de maximizar los rendimientos financieros a corto y medio plazo, mientras que los segundos intentan asegurarse de que sus novedosas soluciones puedan generar suficiente interés comercial para justificar su entrada en el mercado, su permanencia y su posible escalabilidad, lo que las conduciría a las grandes rondas de inversión.

Pero, el éxito es esquivo. Como expone Startup Genome, una compañía especializada en el estudio y asesoramiento de compañías emprendedoras, en el largo plazo 11 de cada 12 startups están destinadas al fracaso. Mientras, en el corto plazo los shocks externos como la pandemia pueden ser determinantes, ya que a finales de 2020 se daba la circunstancia de que 4 de cada 10 startups estaban ubicadas en una 'zona roja'', dado que solo tenían caja para aguantar 3 meses más.

El ejemplo de WeWork

Además, sería ingenuo pensar que el fracaso se reserva a las startups que se encuentran en sus primeras etapas. Shikhar Ghosh, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, enfatiza este punto cuando explica que el 75% de las start ups respaldadas por 'venture capital' no tienen éxito. La historia ha demostrado que incluso las empresas más valoradas en las últimas etapas de sus respectivos ciclos de vida no se libran del fracaso. La caída y posterior rescate de WeWork, la empresa de coworking con sede en Nueva York que llego a controlar 4 millones de metros cuadrados de espacios de oficina, es un excelente ejemplo. En un momento dado la empresa alcanzó una espectacular valoración de 47.000 millones de dólares con un modelo de negocio simple y encantador: arrendar espacio de oficina, renovar este espacio (lo que incluía salas de meditación y surtidores con cerveza de barril) y luego encontrar nuevos inquilinos. 

Su atractivo se intensificó a raíz de la crisis financiera que dejó gran parte del espacio de oficinas libre y un creciente grupo demográfico de desempleados que arriesgaban su suerte como empresarios. No obstante, la estructura de costos del modelo era insostenible y WeWork consumió el efectivo invertido a velocidades vertiginosas sin ningún retorno razonable. La historia de WeWork y la exageración que lo rodeó (su mesiánico líder, Adam Neuman, declaraba sin rubor “Estamos aquí para cambiar el mundo”) es un buen recordatorio para defender la humildad y la prudencia al tomar cualquier tipo de decisión de inversión, incluso cuando se trata de los que se consideran los llamados 'ganadores'.


Llamativamente, las grandes promesas -las empresas 'unicornios' que han salido a cotizar en 2021 con una valoración superior a los 1.000 millones de dólares de media- perdieron en conjunto en 2020 unos 25.000 millones de dólares según The Economist, lo que demuestra que todavía no han llegado a la Tierra Prometida, independientemente de su valor actual en bolsa. Pese a estos avisos, el torrente de dinero que empuja a toda empresa que tenga un aura digital o fintech ha seguido en este 2021, puesto que las ganancias obtenidas por inversores institucionales han vuelto a reinvertirse y porque han llegado a este mercado nuevos inversores como 'family offices' y fondos de pensiones. 

Según CB Insights, el dinero 'venture capital' a escala mundial ha registrado un récord de inversión en la primera mitad de 2021 al alcanzar un total de 156.000 millones de dólares (frente a los 60.700 millones de todo 2020), con un total de 5.531 operaciones. Mientras, Europa ha mostrado signos de madurez en este mercado puesto que se han invertido 50.800 millones en esta primera mitad del año (frente a los 39.000 millones para todo 2020) con 3.470 operaciones cerradas. Así pues, en Europa fluye más dinero que nunca. ¡Lo que es algo bueno! Aunque, este dinero tiende a fluir principalmente hacia empresas que operan en sus últimas etapas, donde los tamaños de las transacciones se han triplicado durante los últimos 5 años. Por contra, el número de acuerdos presemilla en el entono de start ups es un 50% menor que hace cinco años.

Servicios de 'banca abierta'

Así pues, en este escenario, ¿dónde se podrían localizar los futuros problemas? Por un lado, si en una economía un sector recibe tanta publicidad y dinero se podría hipertrofiar, lo que concentraría riesgos en un único segmento. Segundo, se constata que los inversores prefieren empresas ya con cierto recorrido y consolidación, con lo que dejan de lado el capital semilla y se centran en compañías más grandes, porque se les supone mayores oportunidades de éxito. Como botón de muestra, baste decir que los 1.800 millones de euros que pagó Visa por Tink en junio de 2021 es un 165% más que la valoración que obtuvo la compañía en una ronda de inversión en la que participaron inversores senior como Pay Pal y BNP Paribas, que tuvo lugar en diciembre de 2020. Puede parecer una cantidad excesiva, pero, la lógica subyacente es que comprar Tink, una empresa fundada en 2012, es una manera para Visa de acortar plazos y de conseguir ya servicios de 'banca abierta' dentro de su propuesta de valor.

El futuro es incierto y es inevitable que se produzcan movimientos cíclicos en el entorno inversor en los que haya sectores que se pongan de moda y que se conviertan en imanes para los inversores. Aunque los riesgos se consideran mayores en las primeras etapas del ciclo de vida de una empresa, si el dinero se concentra en determinadas tendencias es posible que veamos una escasez de nuevas empresas en otros sectores (como la biotecnología o la sostenibilidad) por las que se pudiera apostar más adelante. Sería necesario que el enfoque de los inversores fuera más amplio y que resistiera la tentación de concentrarse en las ganancias rápidas a corto plazo y, en cambio, dirigiera la atención hacia la construcción de un sistema de start ups diversificado y resiliente ante impactos externos.

Felipe Sánchez Coll (Coordinador del Área de Finanzas) y Colin Donaldson (Coordinador del Área de Emprendimiento) de EDEM

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