PP y Vox se separan pero no se divorcian
PP y Vox se separan pero no se divorcian
VALÈNCIA. Los presupuestos de la Generalitat para 2025 son el primer gran escollo al que se enfrenta el presidente Carlos Mazón en esta legislatura. La ruptura del pacto de gobierno auspiciada por Santiago Abascal el pasado mes de julio, conllevó la salida de Vox del Consell y, por tanto, liberó a este partido de la lealtad parlamentaria que hasta ese momento venía produciéndose en Les Corts en las cuestiones principales.
Así, el PPCV debe ingeniárselas para sacar adelante las iniciativas parlamentarias -como por ejemplo los Presupuestos y la ley de Acompañamiento- con 40 diputados, por lo que necesita 10 más para alcanzar la mayoría absoluta que otorgue luz verde a sus políticas del próximo ejercicio. Con la relación distante que viene manifestándose entre Mazón y las fuerzas progresistas (PSPV y Compromís), todo apunta a que los votos de Vox serán necesarios para poder aprobar las cuentas, un apoyo que no parece estar ni mucho menos claro después de lo visto en las últimas semanas.
Por ejemplo, en el Debate de Política General, el tono de las intervenciones de Mazón y del portavoz de Vox, José María Llanos, fue cordial y por momentos constructivo, pero a la hora de las propuestas de resolución, las condiciones especialmente sobre migración puestas sobre la mesa por el partido de Abascal fueron rechazadas por el PP, pese a que los 'voxistas' vienen reiterando la importancia que tienen para ellos estas reivindicaciones.
Además, Llanos también se había quejado días atrás respecto a la posibilidad de respaldar los presupuestos, de la nula información que disponían de las futuras cuentas, lamentando así que no hubiera abierta ya una vía de diálogo sobre cuestiones concretas de las cuentas que está diseñando el Consell. "No se nos ha presentado ningún documento. Es evidente que esos presupuestos tienen que estar ya prácticamente elaborados y estamos esperando que nos los pasen. Cuando lo hagan y los estudiemos, podremos contestar", comentó en los micrófonos de À Punt días atrás.
PP y Vox se separan pero no se divorcian
Una reclamación que no parece haber calado en los populares. Preguntadas por este diario, fuentes próximas a Mazón señalaron que "en ningún caso" se plantean una negociación previa con Vox referente a los presupuestos. "Ya no están en el Consell", comentó uno de los altos cargos, para explicar que no se plantea la posibilidad de hacer partícipe al partido de Abascal del diseño de las cuentas antes de que estas lleguen al Parlamento valenciano.
Así, desde el PP se muestran abiertos al diálogo con Vox y mantienen su confianza en que puedan existir los puntos de encuentro suficientes para que terminen respaldando los presupuestos, pero aclaran que será un debate y negociación que se producirá con posterioridad a la presentación de las cuentas. Es decir, que los voxistas planteen sus demandas en el trámite de enmiendas.
Cabe apuntar que los populares llevan varias semanas tratando de quitar hierro al hecho de que los presupuestos pudieran prorrogarse y, ya en el Debate de Política General, dejaron claro que también ellos tienen líneas rojas respecto a algunas cuestiones que exige Vox, especialmente en materia de migración. Por tanto, las fuentes consultadas aseguran que no habrá diálogo en el ámbito del Consell sobre presupuestos sino que se circunscribirá al ámbito parlamentario.
El Consell de Mazón, por tanto, no replicará la fórmula a la que en su día tuvo que recurrir el primer Botànic cuando Podemos no garantizó el apoyo a las cuentas elaboradas por PSPV y Compromís. Durante la primera legislatura del gobierno de izquierdas, los morados decidieron no entrar a formar parte del Ejecutivo valenciano y se vivieron momentos realmente tensos. En particular, en el último trimestre de cada año, cuando el Consell debía presentar los Presupuestos y la Ley de Acompañamiento del siguiente curso.
En más de una ocasión, el grupo entonces liderado por Antonio Montiel advertía que los presupuestos no eran lo suficientemente valientes ni sociales. Y aunque en un principio emplearon el trámite de enmiendas para tratar de modificar partidas -rebajar ayudas a la patronal y sindicatos, ayudas a dedo, ayudas a Air Nostrum, o crear la tasa turística, la Agencia de Cambio Climático o poner en marcha el Impuesto de Residuos, etcétera-, lo cierto es que a partir de diciembre de 2017 -cuando se votaban las cuentas de 2018- la el escenario dio un vuelco por completo.
Podemos decidió abstenerse en la Ley de Acompañamiento y los cuatro diputados no adscritos ex de Ciudadanos -Alexis Marí, David de Miguel, Alberto García y Domingo Rojo- tuvieron que salvarla. El entonces líder de los morados, Montiel, advirtió que con este gesto mandaban un "mensaje claro al Consell". "Esto no se trata de una negociación entre partidos, si no de cumplir un acuerdo. Llevamos desde ayer evaluando los distintos escenarios y la decisión se ha tomado cuando el PSPV ha decidido que no estaba dispuesto a negociar algunas cosas. Le hemos dicho bien claro al señor Puig que no hay ninguna garantía de que Acompañamiento y Presupuestos salgan adelante. Hemos dicho muchas veces que no hay cheques en blanco ni adhesión incondicional", defendió tras la votación en pleno. "Va a depender del Consell que se pueda llegar a acuerdos para que ambas leyes salgan adelante", concluyó el entonces síndic.
Con este escenario, Podem comenzó a negociar las cuentas vía enmiendas. Para ello, el secretario general, Antonio Estañ, y el diputado César Jiménez mantenían encuentros en la Conselleria de Hacienda que entonces pilotaba Vicent Soler para plantearle las enmiendas que iban a registrar a los Presupuestos con la intención de que estas fueran aceptadas por el gobierno. El hecho de que acabaran logrando mover 15 millones de euros para destinarlos a Vivienda y 33 millones a pobreza farmacológica inclinó la balanza e hizo que finalmente secundaran los Presupuestos de 2018.
Ahora bien, al año siguiente la exigencia fue a más: las negociaciones debían producirse antes de que el Presupuesto llegara a la Cámara. Es decir, que Podem reclamó pactar las cuentas de 2019 en el Consell, antes del trámite de enmiendas, porque ahí entendían que tendrían mayor margen para negociar partidas presupuestarias. Todo ello, a pesar de que no formaban parte del Ejecutivo. Sus votos, sin embargo, eran prioritarios para que el gobierno pudiera validar los cuartos presupuestos puesto que les otorgaba la mayoría parlamentaria que necesitaban.
Cada diputado de Podem negoció conselleria por conselleria las partidas que querían ver reflejadas en las cuentas a cambio de un voto favorable en Les Corts. Y al final, no solo hubo negociación, sino que también hubo foto. Ximo Puig, Mónica Oltra y Antonio Estañ escenificaron el acuerdo en el Palau de la Generalitat y rubricaron las cuentas antes de que Soler fuera a presentarlas a Les Corts, lo que otorgó a Podem de una mayor visibilidad que también venía reclamando. No solo eso, sino que también se trataba de un presupuesto que aumentaba un 9% en pleno año de elecciones a base de incluir ingresos del Estado que la Generalitat no tenía garantizados, como los 300 millones por la atención sanitaria a pacientes de otras comunidades (FOGA) pendientes desde hacía años o los 250 millones adicionales por liquidaciones pendientes del IVA de 2017.
El escenario al que se enfrentará ahora el PP con Vox es el mismo. Pero los populares aseguran que esa negociación tendrá lugar ya en la Cámara y no antes. Y apelan a la división de poderes entre ejecutivo y legislativo, si bien reconocen la necesidad de los votos de Vox para que las cuentas logren la luz verde.