VILA-REAL. Quién ríe último, ríe mejor. Esa es la máxima que parece tener entre ceja y ceja esta temporada el Villarreal, que es el equipo de la Liga que más puntos ha sumado gracias a los goles anotados a partir del minuto 80. En concreto, los de Marcelino García Toral han anotado en este tramo de los partidos nueve dianas que le han permitido sumar nueve puntos y sin las cuáles serían decimoterceros en la clasificación.
El último tanto postrero y decisivo llegó, sin ir más lejos, el pasado domingo en El Sadar con el penalti convertido por Gerard Moreno en el tiempo de descuento para empatar el duelo. Así, el gol del catalán se une a una larga lista de estacazos tardíos que el conjunto de La Plana Baixa ha propinado a sus rivales desde el inicio del campeonato.
El primero fue el tanto de Ayoze Pérez para dar la victoria en el Sánchez Pizjuán en el 95’. En la siguiente jornada, la tercera del curso, Dani Parejo sentenció al Celta de Vigo con un penalti anotado en el 100’. Ya en el mes de agosto, el equipo empezaba a cogerle el gusto a eso de que "nunca es tarde si la dicha es buena".
Tras el primer parón de selecciones, Ayoze ‘mató’ al Mallorca con otro gol sobre la bocina y, en la visita de Las Palmas a Vila-real, Thierno Barry y Álex Baena sellaron el triunfo con dos tantos en el 84’ y en el 97’. La misma dinámica, cada vez más naturalizada en el equipo, se repitió en la salida a Valladolid, cuando Ayoze apareció una vez más para poner el 1-2 a cinco minutos para el final.
En total, nueve goles a favor en los últimos diez minutos de partido y sólo uno en contra, el que marcó Mauro Arambarri en el 87’ para que el Getafe rascara un punto de La Cerámica. Unas cifras que colocan al Villarreal como el equipo de LaLiga que mejor se maneja en los minutos finales, en los más decisivos de cada encuentro.
Entre los motivos que explican esta productividad tardía del Submarino (ha marcado el 36% de sus goles a partir del minuto 80) destaca la calidad de los futbolistas que refuerzan al equipo desde el banquillo. Marcelino siempre ha incidido en la importancia de reservar balas potentes en la recámara para sacarlas a relucir cuando el rival ya es más débil.
Esa estrategia le dio resultado en Sevilla, cuando Ayoze marcó entrando como suplente, ante el Celta, cuando Barry ingresó en el césped y provocó el penalti que supuso el 4-3, en Mallorca, con Yeremy Pino asistiendo en el descuento, en Valladolid, de nuevo con Ayoze como protagonista, y como último ejemplo en Pamplona, con Gerard revolucionando el partido en la segunda mitad.
Pero guardar uno o varios ases en la manga no es la única razón para que el Submarino golpee tanto y tan bien en los últimos minutos. Influye también el cambio de mentalidad del equipo en el último año: los groguets ya no conciben dar nada por perdido hasta que el árbitro señala el final. Además, la exigencia física a la que somete Marcelino a sus futbolistas ayuda, sin duda, a que lleguen con más energía a los instantes finales de cada encuentro.