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En el día internacional del 'coach'

6/04/2022 - 

 Este miércoles se celebra el día internacional del coach y, para empezar, voy a hacer un poco de historia y contexto.

El coaching nace  hace más 40 años y lo hace desde la confluencia de varias disciplinas: la filosofía (Sócrates, Nietzsche, Echeverría), la psicología (Rogers,Pearls), el management (Senge , Covey), la biología (Maturana, Varela), la lingüística (Flores, Austin), la física cuántica (Bohm, Capra). Por tanto, en el mejor de los sentidos, el coaching es una disciplina decididamente ecléctica.

Y, sin duda, nace por la permanente necesidad del ser humano de buscar nuevas respuestas a interrogantes antiguos.

Esta nueva profesión, en la que confluyen numerosas teorías y prácticas, tiene un objetivo principal: favorecer el desarrollo del ser humano desde un enfoque totalmente novedoso y sin antecedentes.

Hoy en día, los términos coaching (la disciplina), coach (el profesional que ejerce el coaching), y coachee (cliente), son palabras que se han hecho un hueco en nuestro vocabulario habitual y en el de las organizaciones más avanzadas.

La palabra coaching viene del húngaro kocsi, una carreta especial del siglo XVI con un sistema de suspensión más cómodo que toma el nombre de la ciudad húngara de Kocs. Este término pasó al alemán como kutsche, al italiano como cocchio, al inglés como coach y al español como coche. Así, podemos afirmar que el coaching transporta a las personas de un lugar a otro, es decir, de donde están a donde quieren estar... ¡Bonita metáfora!,

¿Y qué es el coaching? Hasta ahora son muchas las definiciones existentes de reputados autores, profesionales y asociaciones, sin embargo, destaco dos. La de la International Coach Federation (ICF): "El coaching profesional se fundamenta en una asociación con clientes en un proceso de acompañamiento reflexivo y creativo que les inspira a maximizar su potencial personal y profesional."; y la mía propia: “El coaching es una disciplina cuyo propósito es facilitar el aprendizaje del coachee de forma que sea capaz de identificar y transformar los obstáculos que limitan su acción y, por tanto, condicionan sus resultados."

Como metodología fundamental el coach trabaja con el relato de su cliente mediante una conversación en la que le pregunta, parafrasea, resume y da feedback, mostrando a su cliente cuál es la forma en la que piensa y cuáles son los juicios que le limitan. Como coaches sabemos que todo lo que queremos ser está potencialmente en nosotros, solo tenemos que aprender una nueva forma de que aflore al exterior. La consciencia y responsabilidad sobre el ser que somos y el que queremos ser, nos da la clave y la fuerza para definir nuestro propósito de vida y actuar en pro del mismo.

Partimos de la base de que si somos capaces de identificar las creencias o paradigmas que sustentan nuestra vida cotidiana y que nos están resultando limitantes en la consecución de nuestros objetivos; si somos capaces, a su vez, de valorar estas creencias, fundamentándolas o no, podremos cambiar las creencias que nos limitan por otras facilitadoras que potencien nuevas emociones que nos predispongan a una acción más efectiva.

Cuando podemos hacer cosas diferentes, cuando tenemos un propósito en el que seguir avanzando, nos sentimos felices.

Somos seres eminentemente lingüísticos que, a medida que crecemos, acumulamos experiencias, generamos creencias y paradigmas con los que convivimos, pensando en muchas ocasiones que son la realidad. No vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos.

Y en esta falacia de pensar que lo que percibimos es la realidad, nos perdemos y vivimos a partir de nuestros juicios u opiniones, utilizándolos, en el fondo, como afirmaciones y nos olvidamos de revisar esos paradigmas, esas certezas y, sobre todo, de valorar su utilidad en el momento actual.

No tenemos en cuenta la distancia entre lo que sucede y quien lo observa. Así pues, desde estas premisas y desde la mirada del coaching, el problema no existe (sin entrar en matices). Existe un observador de la situación que la interpreta como problema.

Es, por tanto, en estas gafas con las que miramos el mundo, donde el coach trabaja. El mundo interpretativo del coachee en el que influyen la biología, la experiencia, los juicios y la cultura, determina sus interpretaciones y emociones, y condicionan su comportamiento y, por tanto, sus resultados.

Ya sabemos, recogiendo las reflexiones de V. Frankl, que, si bien no podemos escoger lo que nos sucede, “tenemos la libertad de escoger cómo accionar ante lo que nos sucede”. Así pues, desde el punto de vista del coaching, lo que importa es lo que nosotros podemos o queremos o somos capaces de hacer. Asumir la responsabilidad sobre mi propia vida me da la posibilidad de tomar las riendas y de enfocarme hacia lo que sí depende de mí. Que es lo que yo sí puedo hacer.

Pero, como sucede en otras muchas disciplinas, hay algo imprescindible para que el proceso de coaching sea efectivo: el compromiso del coachee: no basta con querer. Desde el respeto y la legitimidad sabemos, como coaches, que es necesario que el cliente esté en la situación y momento adecuados para comprometerse con la trasformación a través del aprendizaje, ya que esto le va a requerir “soltar para tomar”.

Sin duda, dejar atrás viejas certezas no es un camino exento de incomodidades y desafíos, casi siempre da vértigo.

Así pues, tú que estas leyendo estas líneas, ¿quieres y te puedes comprometer a realizar este viaje? Si ahora no es tu momento, no lo fuerces, sé compasivo contigo mismo, llegará si pones foco en querer que llegue. Si, por el contrario, tu respuesta es “Sí, quiero y estoy dispuest@ a cuestionarme para aprender”, entonces abróchate el cinturón, porque despegamos. ¡Buen viaje!


La autora del artículo, Montse Sans Zapata, es miembro de Networking Directivas Castellón, licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de Bellaterra, Coach PCC ejecutiva y de Equipos y responsable de la Escuela Europea de Coaching en la Comunitat Valenciana.

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