ALICANTE. El economista jefe de Caixabank, Enric Fernández, se muestra optimista sobre la marcha de la economía española en los próximos trimestres por la resiliencia que ha demostrado ante la pandemia y las consecuencias de la guerra, y por el gran comportamiento del sector exterior. Aunque "el optimismo depende de las expectativas de partida", como él mismo matiza, Fernández ve a España en condiciones de seguir creciendo.
-Estima usted un crecimiento de hasta el 2% para la economía española, en función de la inflación, a pesar de que hace unos meses todo apuntaba a una recesión. ¿Hay motivos para el optimismo?
-El optimismo depende de las expectativas, pero hemos gestionado bien los shocks de los últimos años, y ahora mismo la zona euro está en una posición que ya habríamos firmado si nos lo hubieran ofrecido al inicio de la pandemia. La economía española lleva varios trimestres en positivo y acelerando la recuperación de la actividad precovid, que seguramente se alcanzará en el segundo trimestre, lo que explica que tengamos un diferencial positivo. Por otro lado, el shock energético en los últimos seis meses no ha sido tan fuerte por la excepción ibérica, y por un invierno templado. Y tenemos un comportamiento absolutamente excepcional del sector exterior. Son motivos para ser optimistas a largo plazo, hay sustrato para pensar que la economía española puede seguir creciendo de forma notable. Aunque además de los vientos de cola tenemos vientos de cara como la subida de tipos.
-¿Hasta dónde puede subir los tipos de interés el BCE sin que afecte a esas previsiones positivas?
-El BCE tiene que subir los tipos, por lógica. Una parte de la fuerte inflación que venimos padeciendo tiene su raíz en la presión de la demanda ante una oferta menguante, y subir los tipos es la forma de rebajar esa tensión. Y hay que tener en cuenta que en la zona euro tenemos una tasa de paro del 6,5%, su mínimo histórico. ¿Hasta dónde llegará la subida? Pues nos queda al menos una subida más y no podemos descartar otra. El nivel del 4%, que ya se está reflejando actualmente en el Euríbor, puede ralentizar, pero no frenar en seco la economía. Y es necesario para que la inflación vuelva al 2%.
-En cuanto a la inflación, se está moderando, con el último dato del 3,2%, pero es que venimos de subidas de dos dígitos. ¿Hasta dónde podrán aguantar las economías domésticas y las empresas si no se controla?
-Es importante que la inflación vuelva al 2%. En su composición hay tres grandes componentes. La alimentación, que pesa un 25% del total, está ahora mismo al 12%. Con lo cual, ya te suma como mínimo tres puntos. Por suerte, la energía está cayendo un 20%, con lo que el componente energético de la inflación está solo un 6% por encima de 2019, su impacto se ha evaporado. Y la inflación nuclear, que es en la que todos tenemos puesta la atención, está al 4,3%, porque es más sensible a las tensiones de demanda. Es importante consolidar esta tendencia a la baja, porque este componente acostumbra a seguir mucho la inercia. hasta que la inflación no vuelva al 2% no la podremos controlar, y calculo que eso puede ocurrir para finales de 2024. Necesitamos que el BCE tenga la confianza de que puede dejar de subir los tipos.
-Desde la primavera de 2022, varios economistas, algunos muy mediáticos, venían anunciando que venía el abismo, pero no ha llegado. ¿Qué ha pasado?
-Después de la guerra de Ucrania y con el nivel que alcanzó el precio de la energía, pensábamos que una recesión en la zona euro era inevitable. Pero hemos evolucionado mucho mejor de lo que esperábamos, lo que refleja la resiliencia de las economías, y también que se ha acertado en las medidas que se ha adoptado para compensar esos shocks. En nuestro caso, además, el comportamiento del sector exterior está compensando la demanda interna, que acumula una caída del 1,5% en términos reales en los dos últimos trimestres. Y no solo la exportación de turismo, sino también bienes.
-¿Qué sectores son los que más fuertes ven, y cuáles son los más frágiles?
-Si un sector destaca entre los demás, es el turismo. Ha recuperado la actividad de antes de la pandemia, y además está creciendo en los meses fuera de temporada, que es donde tiene margen porque en verano ya es difícil crecer más. Estamos viendo un crecimiento muy potente del turismo. Y otro sector con crecimientos muy importantes es el de servicios de consultoría y tecnología. En el otro lado, los que tienen por delante más retos, y esto en realidad también son oportunidades aunque en una situación más compleja, son el automovilístico y el agroalimentario. El primero está sufriendo menos los cuellos de botella pero tiene que afrontar la electrificación y descarbonización. Y el agroalimentario está yendo relativamente bien pero tiene que afrontar también la descarbonización.
-¿Son las energías renovables una moda, o una auténtica oportunidad para empresas e inversores?
-Es una tendencia ineludible. Primero, porque tenemos que hacer la transición energética de los combustibles fósiles a las energías renovables. Que además están ayudando a esa resiliencia de la economía que comentaba, para superar el shock de precios. El año pasado el 40% de la energía de España fue renovable. Eso supone que tuvimos que importar menos gas y petróleo, y ayudó al superávit por cuenta corriente. La transición energética no solo hay que afrontarla, es que tenemos que acelerarla.
-Los cambios tecnológicos, culturales, etcétera de los últimos años, ¿provocan que las crisis sean más frecuentes y menos profundas que en el siglo XX?
-No lo sabemos. Hemos vivido quince años que queremos pensar que han sido absolutamente extraordinarios, y esperamos que el resto del siglo XXI no sea así necesariamente, que no haya tanta frecuencia en los shocks. Pero eso sí, estamos en un escenario volátil, complejo, con cambios estructurales de calado. En ausencia de shocks, esos cambios deben dar como resultado un ciclo más largo de crecimiento. Y las muchas inversiones que tenemos que acometer para esa transformación son grandes oportunidades.