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Enric Juliana: "ERC y Junts no quieren la independencia, quieren el poder"

2/05/2024 - 

ALICANTE. Enric Juliana, adjunto al director de La Vanguardia y delegado del periódico en Madrid, acaba de publicar España, el pacto y la furia (Arpa)Se define como un catalanista al que le interesa España.

-Me llamó mucho la atención la definición esa, la de un catalanista que le interesa España.

Sí, me pidieron que me definiese en una entrevista que me hicieron y así me definí. Me siento catalanista porque creo en la pervivencia y en el mantenimiento de la cultura catalana, y eso no es incompatible con sentirse español, de hecho en los últimos sondeos la mayoría de catalanes se sienten también españoles. No es incompatible una cosa con la otra.

En el País Vasco hay gente que se siente española que vota al PNV, ¿En Cataluña hay votantes que se sienten españoles pero que voten a los partidos nacionalistas? 

No, porque el segmento de la sociedad catalana que declara sentirse exclusivamente español es minoritario, la mayoría se siente española y catalana en los sondeos o catalana, pero no exclusivamente española. Quizá cuando existía Convergencia si que se daba esa circunstancia por el pragmatismo de Pujol, pero ahora no lo veo, sinceramente, sería muy extraño.

Leyendo España, el pacto y la furia da la sensación de que en veinte años las cosas no han cambiado mucho y que los mismos líderes siguen figurando por ahí. 

(Risas) Podríamos tener la sensación de que durante años suena el mismo disco, como una música de fondo que no deja de sonar. En términos políticos hay una constante desde el 2004 hasta ahora que es la acusación de falsa de legitimidad del Gobierno de turno. Cuando en 1979 UCD gana las elecciones nadie se plantea que ese resultado pueda ser ilegal, Felipe González aceptó la derrota. En el 2004 es cuando todo empieza a tensionarse, cuando como consecuencia de la presión social debido a la crisis económica se quiebran la tranquilidad. La nota constante durante hace años ha sido la no aceptación de la legitimidad del Gobierno, eso es lo que se repite, luego hay otros temas que van serpenteando, aparecen y desaparecen. De todas formas el Siglo XXI va a ser complicado para todos en términos políticos y sociales.  

En el libro dice que los españoles han cedido la representación política a los partidos y ahora se quejan de esa misma representación, ¿crees que los españoles están cómodos en esa partitocracia? 

El profesor Fernando Vallespín, ex director del CIS, siempre me dice que España es un país de demócratas no militantes pero que la política no les termina de gustar. La dictadura despertó en los españoles un rechazo a todo lo relacionado con la política, no estábamos todavía preparados para la democracia, éramos demasiado pasionales para ello. Durante cuarenta años se cultivó cierto desprecio a la política y eso caló. Hemos dejado que la democracia la practiquen los partidos mientras nosotros nos ocupamos de nuestras cosas y vivimos nuestra vida. En España el problema que tenemos es que la sociedad civil no tiene la fuerza que debería tener para influir en la política. El descontento viene del pensamiento de que hemos dejado nuestros problemas en manos de unos políticos y no nos lo están solucionando, eso es lo que nos molesta. 

En varios de los textos compilados en el libro hablas de la Audiencia Nacional, vienes a decir que en España en ocasiones se ceden los asuntos políticos al poder judicial, ¿crees que en nuestro país hay un gobierno paralelo de los jueces? 

No llegaría a ese extremo. Hay que tener en cuenta que no todos los países tienen a algo parecido a la Audiencia Nacional. Esta institución se constituye el día después de la disolución del Tribunal de Orden Público, un entre conformado para perseguir a determinados disidentes políticos. La Audiencia Nacional sólo existe en Madrid, es un tribunal que tiene unas competencias especificas, como los delitos de terrorismo y se le fueron atribuyendo otros como delitos económicos, narcotráfico u otros relacionados con la política como la financiación ilegal de partidos. Se ha convertido en una especie de tribunal especial. Una figura que no existe en otros países de nuestro entorno.

La cuestión del poder judicial es interesante, cuando los poderes están en una situación de estrés pues se genera un conflicto entre la justicia y la política. 

Dices en el libro que el sistema de las autonomías le ha hecho un favor a Madrid, le ha desprendido de los problemas del resto de España a través de los gobiernos y parlamentos de las Comunidades Autónomas, con eso da un poco la sensación de que los ministerios son los ministerios de Madrid y no del Estado, ¿no? 

El sistema autonómico ha tenido efectos muy positivos, pese a que hay críticas, la sociedad sigue creyendo que el sistema es beneficioso. Lo que ha hecho es focalizar la gestión, que sea más cercana, conocer los problemas sobre el terreno si se necesita un Hospital en Alicante o en Valencia. Si en Cataluña hay un problema de sequía la culpa de la mala gestión no es de España sino de la Generalitat. Los que gestionan están cerca, para lo bueno y para lo malo. En Cataluña hay una cierta propensión a culpar de lo que pasa al Gobierno de España. 

La descentralización a Madrid le quitó responsabilidades, y cuando hablo de Madrid hay que hablar con matices porque hay muchas aristas, hay un Madrid de los funcionarios, un Madrid de los empresarios, un Madrid de la gente que se despierta a las cinco de la mañana…Lo que ha ocurrido es una fortificación de la capital como centro de poder.

Comentas en el libro la necesidad y el potencial que tendrían la Comunitat Valenciana y Cataluña si establecieran sinergias, y tratas por encima el asunto del corredor mediterráneo, ¿crees que a Madrid no le interesa que se ejecute el famoso corredor? 

España tiene una característica orográfica complicada, es un país con una gran meseta y las relaciones siempre han sido complicadas entre el centro y el litoral. Nuestra nación carga con esta realidad, las ciudades grandes normalmente tienen de distancia entre sí trescientos kilómetros. Esta es una distancia interesante porque dos ciudades siempre van a competir, la relación entre Barcelona y Valencia siempre va a tener un factor competitivo en elementos como el turismo. Se ha cultivado de una manera especial la relación entre Madrid y Valencia fomentando la radialidad y conectando el puerto valenciano a la capital. La radialidad debería ser corregida por una malla y conectar una conexión entre Barcelona y Valencia. En España es importante que haya una comunicación con el centro pero eso no quita para que también haya una buena conexión intra periférica. Hemos apostado mucho por la alta velocidad en detrimento de otras conexiones intermedias que quizá deberían estar mejor asistidas.

Sueles decir que España es una especie de Galaxia y que el que está en Saturno no suele saber muy bien lo que ocurre en Marte, me llama mucho la atención que estando la Comunidad Valenciana tan cerca de Cataluña dé muchas veces la sensación de que no terminamos de comprender lo que ocurre allí, ¿a qué crees que se debe? 

Todo tiene que ver con la política y la lucha ideológica, entre Cataluña y la Comunitat Valenciana pesan todavía la tensión de la transición, los valencianos han considerado en ocasiones que desde Cataluña se tenía la perspectiva de que Valencia debía anexionarse a ellos. Luego también desde Cataluña se han tenido determinados planteamientos erróneos sobre la Comunidad Valenciana. Hablamos el mismo idioma, eso lo defenderé siempre, pero somos dos entes distintos. El movimiento independentista catalán tampoco ha ayudado nada a que las relaciones mejoren, lo importante es que la situación no empeore.

El 12 de mayo se celebran las elecciones en Cataluña, se está hablando mucho de las encuestas, de las quinielas y de quien formara gobierno, pero creo que hay un tema que no se ha tocado, ¿por qué se llevan tan mal ERC y Junts si en teoría los dos buscan el mismo objetivo? 

Esa es una buena pregunta. Tú dices, buscan los mismo, la cuestión es, ¿en que buscan lo mismo? ¿la independencia o el poder? Creo que buscan más el poder que la independencia. La declaración de independencia fue una declaración ficticia, no tuvo efectos prácticos, no publicaron en ningún documento oficial esa declaración, incluso cuando declararon el secesionismo no retiraron la bandera española del Palau de la Generalitat. La batalla entre ellos es por el poder, un enfrentamiento que se lleva alargando durante una década, está durando demasiado. La cuestión principal en estas elecciones es ver si los independentistas siguen sumando mayoría en el parlamento.