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CALLE LIBERTAD  / OPINIÓN

Entre un mundo feliz y el Apocalipsis

6/10/2021 - 

Como ya he contado alguna vez, a nadie se le escapa que los principales partidos políticos, en vez de estar haciendo balance en el ecuador de la legislatura y trabajar por lograr una recuperación económica efectiva que no deje nadie atrás, han puesto ya sus maquinarias a funcionar avivando la sempiterna campaña electoral.

Tanto a nivel nacional como en la Comunitat Valenciana, pretenden tenernos más preocupados –ocupados- en cuándo serán las próximas elecciones que en solucionar los problemas de las próximas generaciones.

Cuando llegamos a la política, los liberales españoles teníamos claro que nuestra misión era trabajar por y para los ciudadanos desde donde ellos quisieran. Por eso, desde nuestros Gobiernos, pero también desde la oposición, no nos cansamos de hacer propuestas, de intentar mejorar la vida de todos los españoles. Y la Comunitat Valenciana no es una excepción.

Y es que mientras los actores políticos centran el debate en unas hipotéticas elecciones, no hablan de sentarse a buscar vías de diálogo con otras fuerzas, de pactar asuntos de Estado o proponer reformas que garanticen soluciones constitucionalistas.

Lo han demostrado los conservadores este pasado fin de semana en una plaza de toros repleta con autobuses llegados de toda España. La conclusión de la convención itinerante es que van a volver a sus orígenes, a ser los conservadores de siempre -nunca dejaron de serlo- y derogar, borrar de un plumazo, avances como la ley de muerte digna.

Ahora le toca el turno a los socialistas, que vendrán también a Valencia para celebrar su Congreso. Y me temo que esto es lo de siempre: esa alternancia bipartidista que tanto dista de la alternativa que España y la Comunitat Valenciana necesita.

Esa alternativa que defendió con pasión, seriedad y rigor mi compañera Ruth Merino en el Debate de Política General en Les Corts.

En ese debate vimos al President Puig, hablando de un pasado (sólo unas semanas atrás) de gestión sanitaria y económica “impecables”, de un presente de recuperación, de decenas de propuestas que van a mejorar la vida de los valencianos y de un futuro en un mundo feliz en el que apenas recordamos los peores momentos de la pandemia.

De otro lado, y acto seguido, salió a la tribuna la síndica de los Populares, la señora Catalá, quien dibujó un escenario completamente opuesto, un contexto desolador, una especie de deriva sin rumbo como antesala de un apocalipsis cercano.

Ni la más mínima intención de acercamiento, de diálogo o de grandes pactos. Una vez más la confrontación. Esa alternancia sin alternativa.

Parece mentira tener que recordar que quedan dos años de trabajo. Parece mentira y es indignante porque los grandes partidos se dedican a desperdiciar lo que queda de legislatura sin plantear trabajos y avances para la ciudadanía cuando todavía estamos a mitad de camino.

Queda legislatura y queda camino por recorrer. Es el momento de recuperar la libertad de los padres para elegir la lengua en la que quieren educar a sus hijos, de agilizar las convocatorias de empleo sanitario (con el que tenemos una deuda impagable). Es el momento de apoyar a nuestras pymes y autónomos, de iniciar una bajada de impuestos sensata… Y también es el momento de empezar a trabajar por una financiación autonómica justa, que solo se conseguirá con voluntad política.

Desde Ciudadanos demostramos que entre el mundo feliz de Puig y la antesala del Apocalipsis de Catalá existe una visión de la sociedad en la que los liberales creemos firmemente: la que está basada en la política útil. Esa política que escucha a las diferentes partes. Ese tipo de política basada en el compromiso, en la responsabilidad, y, en definitiva, en la confianza.

Esa confianza que han depositado en todos nosotros millones de valencianos y que haremos valer todos los días, en cada propuesta, en cada votación.

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