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carmen g. de la cueva y ana jarén tejen este relato con tintes autobiográficos

'Escritoras', una genealogía de autoras convertida en abrazo

11/05/2023 - 

VALÈNCIA. Carmen G. de la Cueva acaba de ser madre y dio un vuelco al separarse de la que era, hasta entonces, su pareja. Necesitaba un abrazo de aquellos que dan la literatura, y se lo dieron escritoras como Emilia Pardo Bazán, Carmen Baroja, María Lejárraga, María de Maeztu, Victoria Kent, Elena Fortún, Marisol Dorao, Carmen Laforet o Carmen Martín Gaite. De aquello, y de la necesidad económica —según explica ella explícitamente— nace, precisamente, el libro ilustrado Escritoras, que firma junto a la ilustradora Ana Jarén.

De la Cueva y Jarén tejen una genealogía mágica entre todas ellas, poniendo sus vidas y sus obras en común. La literatura como espacio que escapa de sus obligaciones y el patriarcado; la escritura como espacio de reflexión y como un lugar donde nadie les corrije o les manda; la familia y la sociedad como yugos ante el deseo irrefrenable de leer o crear.

Cada escritora desde su propia habitación (o cocina) y desde su biografía, tejen una posibilidad para las que llegarán. Carmen G. de la Cueva se siente heredera de todo aquello e hilvana su vida con la del resto para encontrar, en la biograf´a de estas escritoras, el abrazo que necesitaba.

Lejos de ser un compendio de biografías o una lista de lecturas pendientes, De la Cueva ofrece una fotografía de la amistad, real o imaginada, entre las autoras. Muchas compartieron correspondencia, se conocían o se inspiraban. Las cartas entre Elena Fortún y Carmen Laforet son unos documentos imprescindibles para entender la potencia del cuidado, a través de las palabras, de dos escritoras que son amigas. Una joven Laforet escribía a una Fortún que atraviesa sus últimos años de vida. Un relevo cedido con cariño entre dos de las escritoras más importantes de la literatura española del siglo XX.

Foto: NANI GUTIÉRREZ

Sus textos están vivos, entusiasmados, ávidos de libertad. La eterna búsqueda del interlocutor de Martín Gaite, o la lúcida denuncia de cómo la familia y la casa no dejaba tiempo a la lectura de Carmen Baroja son legados que recoge una De la Cueva que había abandonado la escritura por la crianza y que salpica su biografía a lo largo del libro como si la interlocutora pudiera ser una joven lectora o, a veces, una de aquellas escritoras.

Otras veces, la amistad entre escritoras es imaginaria, como en la portada. Se cogen del brazo, aunque nunca coincidieran, y caminan ese camino pedregoso que, juntas, han recorrido hasta nuestros días, cuando el sistema literario está transformándose gracias al feminismo. Las que fueron (las escritoras) y las que son (una escritora enmarañada con la crianza) se abrazan por las que vendrán.

Margaritas para las amigas

A Ana Jarén le llegó el texto de Carmen G. de la Cueva con el encargo de ilustrarlo. Años atrás había publicado, precisamente, un libro ilustrado llamado Amigas, que también escribió, sobre la amistad entre mujeres en nuestros días. “Para mí el concepto de amistad es fundamental y es un pilar de todas mis ilustraciones. Para mí este libro ha sido un regalo porque si tuviera que hacer una lista de deseos, algunos coincidirían con la oportunidad que he tenido con este libro”, responde a preguntas de este diario.

“Las dos somos madres que están creando, las dos somos sevillanas y de la misma edad… Yo también me he encontrado algunas veces en el texto de Carmen, pero he intentado que el libro tenga consistencia y mis ilustraciones no sean repetitivas con el texto, sino que aporten algo más”, explica. Sobre si ha dejado algo de ella a través de las ilustraciones, igual como De la Cueva hace en el texto, Jarén admite que “sin duda. Hay un homenaje continuo a las labores y a la costura. Ahí veía yo a mi abuela, una mujer que cosía. Era su forma de cuidarnos. No solo he intentado pintar, sino he intentado coser con mis ilustraciones. Desde el amor, el cariño y el homenaje es desde donde sentía todo el rato que quería hacer este trabajo”.

Jarén hace realidad las amistades imaginadas por De la Cueva. Escritoras que se cogen del brazo paseando o se dan la mano desde sus casas. En la búsqueda para las ilustraciones hay tanto de espacios recreados como de escenas orínicas.

Y además de escritoras, hay flores que les acompañan. Una relación simbólica con la que Jarén ha bañado todo el libro: “por ejemplo, las margaritas de la portada son flores que están asociadas a la amigas. Hay unas ansias en las flores y los pájaros muy ligados a las ansias de la libertad, del volar, del crecer… Esas ansias estás muy presentes en estas biografías”.

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