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EL EFECTO PSICOLÓGICO DE LA PANDEMIA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES

Estefanía Ruiz: “Ante el virus, preguntemos a los niños; se adaptan pero a veces sufren sin decirlo”

La especialista en Psicología Clínica de la Salud en la UJI alerta sobre el sufrimiento oculto tras la capacidad de adaptación de niños y adolescentes y apuesta por aprovechar la crisis para potenciar la salud como un valor

15/05/2020 - 

CASTELLÓ. La psicóloga Estefanía Ruiz Palomino (Castelló, 1982) inició su carrera investigadora en 2007 en la Universitat Jaume I con una beca de colaboración en el Grupo de investigación ‘Psicología de la Salud: prevención y tratamiento’. Tras obtener el premio extraordinario de Doctorado en 2014, con una tesis dirigida por el doctor Rafael Ballester (UJI) y la doctora María Dolores Gil (Universitat de València), en 2016 se convirtió en profesora ayudante doctora. Tiene reconocido un sexenio de investigación y ha participado en diferentes proyectos, además de colaborar en diversos libros y con artículos en revistas especializadas. Cofundadora de una empresa de servicios sanitarios (IPSIC Clínica y Salud), recibió en 2013 un reconocimiento a su labor como mujer emprendedora por el Ayuntamiento de Onda, donde ha transcurrido la mayor parte de su vida. Colabora con CEEI Castellón ofreciendo formación a emprendedores y desarrolla labores asistenciales en el centro sanitario Salusex adscrito a la UJI, además de prestar asesoramiento a administraciones públicas en materia de prevención y promoción de la salud de niños y adolescentes.

Especializada en Psicología Clínica de la Salud, Ruiz expondrá este viernes 15 desde las 18.30 horas algunas claves sobre cómo abordar con niños y adolescentes una situación tan compleja como la actual pandemia del Covid-19, en una píldora formativa en línea organizada por la Fundación Universitat Jaume I-Empresa.

-¿Estábamos preparados psicológicamente como sociedad, para una situación tan extrema? ¿En qué punto nos ha encontrado una crisis de este tipo?
-La verdad es que hay mucha investigación sobre los estresores vitales (grandes catástrofes, tsunamis, etcétera) y los estresores diarios, constantes, que a veces no son tan bruscos a corto plazo pero a lago pueden tener un impacto negativo. Depende, como todo en Psicología. Sabemos que todo el mundo dispone de ciertos recursos personales para adaptarnos a la incertidumbre, al cambio de hábitos, pero en función de la edad, de si tienes apoyo o no, de si te afecta directa o indirectamente, hay muchos condicionantes que pueden hacer que no haya un impacto grave o que la persona desarrolle un problema. Muchas personas ya tenían algún problema anterior y si ya les costaba llevar su día a día, ir con el día a día, esta situación les ha desbordado muchísimo.

-¿Por ejemplo?
-Pues lo vemos fácilmente en grupos como los estudiantes universitarios, porque para ellos el tema de los estudios es muy relevante: seguramente muchos tengan recursos pero hay un desequilibrio entre los recursos de los que disponen y los que necesitarían, los que les exige el ambiente. Es una situación muy imprevisible para todos, y ambigua en función de cómo nos afecta la situación a cada cual: si pierdes el trabajo por este tema, vas a necesitar muchos más recursos que quien no lo haya perdido y quizá incluso le vaya mejor con el teletrabajo.

-Su píldora formativa se titula ¿Qué conocen, qué sienten y qué les preocupa?. Vivencias de niños/as y adolescentes durante la pandemia. ¿Con qué perspectiva la plantea?
-Lo he hecho de forma relacionada con el postgrado que coordinamos [Ruiz es codirectora de un título de experto universitario en psicología clínica infantil y adolescente de la UJI desde hace 5 años]. Pensé que podría transmitir todo esto mejor a través de entrevistas a niños y niñas para conocer cuál es su experiencia, y también pidiéndoles dibujos. En la píldora daré algunos datos de investigación, pero es importante contar la vivencia porque a veces se nos olvida que lo primero es preguntarles. Elaboré unas preguntas con diferentes formas en función de la edad y luego les pedí un dibujo para acompañarlas.

Los niños conocen el virus y saben que se transmite de persona a persona, lo que es importante para las pautas de prevención

-Empezando por lo primero, por lo que conocen, ¿qué saben niños y adolescentes del virus?
-Nos hemos dado cuenta de que muchos niños están informados, no son en absoluto tontos y saben mucho mas de lo que nos imaginamos. Hemos hablado con un rango de edad de entre 5 y 18 años, y dependiendo de la etapa evolutiva, su lenguaje es distinto, pero los más pequeños ya saben que es un bichito, algunos dicen que tiene corona, y otros que ha viajado desde muy lejos a España y que se traslada de persona a persona. Me sorprendió mucho, para bien, que ya se lo empezaron a contar en los colegios; la escuela tiene un rol decisivo en su socialización, y muchos lo conocieron por sus profesores. Otros por sus padres y madres y luego, los más mayores ya por redes sociales. Entre los adolescentes, se han informado más y alguno incluso me daba datos científicos. Como norma general, todos saben lo que es y que se puede contagiar de persona a persona, lo que resulta importante tanto como contenido como por lo que implica para las pautas de prevención.

Ruiz subraya la importancia del diálogo con los hijos. (Foto: ANTONIO PRADAS)
-También les surgirán dudas.
-Muchas. Y es importante darse cuenta como padre o madre de que a veces da más miedo la pregunta de tu hijo, no saber responderle, eso causa inseguridad. En la píldora comentaremos que la información adaptada a la edad es fundamental para que no vivan en la incertidumbre y para que se sientan seguros. Y sobre todo, que los padres garanticen a los niños que cuando haya cualquier novedad, cualquier o cambio, ellos se van a enterar en primer lugar. Ojo, muchas preguntas son mas serias que las que hacen muchos adultos. En un caso, un niño había oído una conversación en su casa, con chiste incluido sobre el origen del virus. Escuchó que era chino y él pensó que los chinos eran los bichos… Es importante darles información contrastada, no alarmista, sin mentiras, sin ocultar y sin prejuicios: al informar estamos educando, no puede haber información mezclada con chistes. Sus preguntas a veces tienen más profundidad de las que se hacen muchos adultos.

-En cuanto a los sentimientos, ¿atraviesan por varias etapas, en un período tan largo de confinamiento?
-En cuanto a las emociones, se ve la diferencia de los diferentes miedos según las etapas evolutivas. La incertidumbre y el miedo son las dos emociones que se ven en los textos, aunque muchos no han tenido emociones negativas o no las transmiten por escrito. Entre los más pequeños, lógicamente surge el miedo a que papá o mama se mueran. Otra de las niñas se preguntaba si el virus le iba a hacer daño, si le iba a poner malita… cuando son más pequeños el miedo a que papá y mamá no estén es mayor porque mayor es el apego también. En los adolescentes entra el papel social de los amigos, la identidad social, la búsqueda de aceptación, son otros miedos. Pero se mantienen las emociones del miedo y la incertidumbre. Pero en los dibujos se ha visto también que un nene de 8 años, Alejandro, se dibujó a sí mismo poniendo una vacuna al virus. Se sentía llamado a la acción. ¡Es increíble lo que podemos aprender de ellos! Les pregunté qué le aconsejarían a un amiguito de su edad que tuviera miedo: dan muchos consejos de los que podemos aprender mucho, porque además de miedos tienen esperanza, capacidad de animarte. Una niña aconsejaba en ese caso que pensara -su amiga imaginaria- en lo que hará este verano en la playa, que se animase, que escuchase música… mucha esperanza.

El dibujo de Alejandro (8 años) poniéndole una vacuna al virus.
-Sus preocupaciones respecto a la pandemia también deben ser muy variadas según la edad, ¿no?
-Están relacionadas con la vuelta a la normalidad. Muchas preocupaciones de los más mayores están centradas en el tema académico, que les preocupa bastante. En los mas pequeñitos, el poder salir a la calle, hacer actividades, les preocupa más volver a vivir lo de antes. En algunos casos también les preocupa cuánto va a durar esto, pero porque como ven que ha ‘roto’ su vida. Pero es llamativo como todos han entendido perfectamente el tema de las pautas de higiene, de lavarse bien las manos… y asumiendo que no hay negarse a hacer estas cosas. Las hacen e incluso te explican el por qué. Al hablar de menores, otras competencias las tienen menos desarrolladas, como la resolución de problemas, pero su capacidad adaptativa es bastante importante. La experiencia te da puntos pero también te los resta, porque a veces no ves esperanza allí donde sí la hay, y ellos la tienen. No obstante, hay que estar vigilantes: su capacidad de adaptación no nos debe llevar a presuponer que están superbien.

-¿Qué van a aprender de esta situación?
-En la parte final de la píldora voy a hablar precisamente de cómo podemos aprovechar este momento para potenciar la salud como un valor. La educación de la salud, la promoción de la salud en todas sus áreas: salud sexual, bucal, etcétera. Los niños están en este contexto idóneo para que la salud se convierta en un valor, en una competencia para la vida. El cuidado no sólo propio, sino también de los demás, es una competencia para vivir. Tenemos uno de los pilares básicos que es la información, pero la ciencia nos dice que la información no es suficiente para un comportamiento preventivo: además de información necesitas tener una actitud positiva hacia ese comportamiento. Por ejemplo, en la sexualidad vemos que muchos jóvenes no ven bien el uso del preservativo. Saben que es bueno, que previene, pero luego, en un contexto de intimidad, de confianza con el otro, piensan que proponer el uso del preservativo supone también un miedo al rechazo. Así que la actitud ante ese comportamiento preventivo es negativa, y así por mucho que tengan la información, si la actitud es negativa tenemos un punto menos. Y están también la motivación para usarlo, la importancia que le des a la salud… Ahí hay un problema de base. Por cosas así es importante potenciar el valor de la salud y esta es una buena oportunidad para hacerlo.

Es deseable que en cualquier crisis aprendamos algo. Ahora, muchos detalles que antes nos pasaban desapercibidos, como la luz del sol, nos parecen regalos

-Hay quien dice que no vamos a aprender nada de esta pandemia y otros que defienden que nos va a cambiar.
-En el fondo es una elección personal: si cada uno elige sacar provecho de esto o no. Pero obviamente es deseable que en cualquier crisis aprendamos algo. Sacar lo importante. Ahora, muchos detalles que antes nos pasaban desapercibidos, como la luz del sol, nos parecen regalos. Hay cosas que empiezan a ser importantes.

-Tendemos a pensar que en general, los niños y adolescentes se adaptan mejor a los cambios. ¿Lo corrobora la ciencia?
-Pues sí, y por eso hay que estar también atentos ante el engaño: en esa capacidad de adaptación también hay sufrimiento interno, y muchas veces no lo dicen, no lo comparten porque sienten que sus opiniones no son bien acogidas, bien recibidas, y entonces no les dan el valor que tienen. Otras veces, porque ven el entorno mal, porque ven mal a su familia. Si ves mal a tu familia y eres muy pequeño quizá no entiendes si es que están mal por tu culpa, así que también se sienten un poco culpables. Tengamos en cuenta que el concepto de enfermedad y muerte en los niños se aprende con el tiempo. hasta que empiezan a adquirir o aprenden la causa efecto. A partir de 10-11 años pueden entender y hacer experimentos para entender la causa y efecto de las cosas, pero antes, si sus preguntas no son bienvenidas y nadie cuenta nada, se pueden imaginar lo peor. Ante una situación como la actual, hay que estar pendientes de ellos y preguntarles porque a veces sufren sin expresarlo, sin decirlo.

-Entonces, ¿un problema es más difícil de abordar cuando son más pequeños?
-Los síntomas aparecen de forma diferente en función de la etapa evolutiva, así que daré algunas señales de alarma. Hay síntomas que aparecen en una persona estresada, que está en un desequilibrio: se muestran mas irritables, inquietos, agitados, problemas de sueño, etcétera. Los síntomas son distintos por etapas, pero hay que estar atentos: en función de su frecuencia, de la interferencia en su vida y de lo invalidantes que son, de si son proporcionados o no, estos síntomas sí pueden ser señales de alarma y tendríamos que preocuparnos y pedir ayuda o consejo terapéutico para ver si pueden estar desarrollando ansiedad o depresión.

-O sea, que hay que estar atentos a estas señales.
-Mira, en China, donde primero impactó el coronavirus, se ha hecho un estudio con niños y jóvenes de hasta 18 años y han encontrado síntomas significativos de ansiedad y depresión en un 30-40% de esta franja de edad. Allí han hecho también estudios muy interesantes sobre cómo han cambiado las etiquetas (hashtags) en la red social china, y éstas trasladan ahora emociones negativas, frustración e indignación. Y en Italia, a través de encuestas a padres de niños de entre 4 y 10 años, han detectado una mayor irritabilidad, expresada a través de rabietas, problemas para dormir e incluso problemas de expresión, de lenguaje.


-Volvemos a la importancia de la comunicación, de hablar del tema, ¿no?
-Pues sí. Cuando a los padres les formamos y les hablamos de tales cosas, debemos entender que son normales con la situación que estamos viviendo. No es para salir a la calle con alegría, el miedo es proporcional a la siutación. Nos están diciendo que hay riesgo y si no se cumplen tales cosas puedes enfermar. Pero al tiempo, si esas emociones o síntomas ya son desproporcionados, sin sentido o son muy frecuentes e interfieren mucho en la vida de la persona, deberíamos preguntarnos o preguntarle cómo podríamos resolver esto. Puede también ser una percepción equivocada, pero hay que hablarlo. Hay que preguntar por dónde van los tiros. lo mejor es preguntar siempre.

-Y supongo que especialmente con los niños.
-Hay que hablarles con normalidad, con los padres se puede dialogar de todo con normalidad y deben entender que no van a ser juzgados sino respetados, porque se trata de su experiencia y no se puede comparar con otra anterior, de otra persona o de hace 20 años. Esto es muy importante, la aceptación incondicional. Te respondan lo que te respondan, vais a intentar solucionarlo juntos. Pero sí es clave hablarlo, porque ellos nos dan las pautas a la hora de intervenir. A los padres también les pasa que a veces, en lugar de preguntar se hacen su propia cábala.

-Siempre es mejor hacer preguntas que elucubraciones.
-Ciertamente: una niña que tuve en terapia, tenía ansiedad generalizada y al final de la terapia me hizo un dibujo para regalármelo. Se representaba a sí misma junto a un montón de monigotes. Y me decía “yo y mis películas”. Fíjate.

-A nivel psicológico, ¿surgirán más problemas en la población tras la pandemia?
-La Asociación Española de Psiquiatría del Niño y el Adolescente (AEPNyA) publicó hace unos días un carta editorial en la que se hacía una crítica: desde la comprensión de que en estas semanas se haya priorizado todo en torno al Covid-19, incluyendo el cierre o la merma de personal de muchos dispositivos de salud mental, decían que la decisión implicaba que no se podía estar atendiendo la salud mental y que justo después de esto iba a venir una oleada de problemas en este sentido. Hay prioridades y lo primero es salvar vidas, pero no se puede olvidar la parte de la salud mental para curarse, para ser adherente o más adherente a los tratamientos. Y obviamente porque también los pronósticos son mejores en muchas enfermedades. Luego están quienes han perdido a un familiar y no han podido elaborar el duelo de la forma habitual, y los sanitarios, quienes han trabajado en condiciones muy estresantes: muchos de ellos, priorizando salvar vidas, se olvidan de ellos mismos, porque si no, muchos días no podrían ir al hospital por las situaciones que han tenido que enfrentar. Es decir, que cuando esto se calme un poco y puedan tomar conciencia, habrá mucha repercusión. Hay que atender la salud mental desde el principio.

-Deduzco que todos debemos estar vigilantes a nuestras propias reacciones.
-La honestidad con tus propios emociones es importante, y darte el permiso para explorar tus emociones siempre abre el camino hacia la solución. Si negamos que nos está afectando, que lo pasamos mal, etcétera, no haremos bien.

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