La salida de los voxistas del Ejecutivo obliga a nuevos nombramientos y deja en el aire la continuidad de cargos a los que tratará de mantener el presidente de la Generalitat
VALÈNCIA. La ruptura del Gobierno valenciano por parte de Vox ya es una realidad. Pocos habrían vaticinado este final precipitado hace tal solo un año, cuando arrancó la legislatura tras un pacto entre ellos y el PP para la Generalitat. Las crónicas periodísticas a estas alturas de julio del 2023 eran las de las jornadas previas a la investidura de Carlos Mazón, que tuvo lugar el día 13. Pocos días después anunciaba su Ejecutivo. Ahora todo ha saltado por los aires.
El presidente nacional de Vox, Santiago Abascal, anunció este jueves que cumplía su amenaza de las últimas jornadas: rompía con los populares por mostrarse dispuestos a acoger menores migrantes no acompañados en los territorios. En el Palau de la Generalitat, donde las alarmas ya llevaban encendidas unos días, los diferentes escenarios y planes se activaban. Y especialmente desde el miércoles empezaban a tomar forma.
No es fácil vaticinar la hoja de ruta al completo. Detrás de una cosa, otra. Pero ya se han visto movimientos llamativos. Lo primero era saber si había ruptura y qué conllevaba. Abascal, en su comparecencia, habló de que los vicepresidentes saldrían de los gobiernos. No mencionó a los consejeros, aunque en el partido todo el mundo daba por hecho que era extensivo.
En todo caso, en la Comunitat Mazón no dio tiempo siquiera a comprobar si había alguna resistencia entre sus consellers –aunque por ejemplo Barrera había dejado claro que obedecería a la dirección de su partido pese a estar en contra de la ruptura–. Los tres tenían que dimitir este viernes, pero el presidente de la Generalitat se adelantó y los cesó él mismo pasada apenas una hora desde la comparecencia de Abascal. "Ya no hay pacto", resumían en el PP. En una parte de Vox, cabreo por la "marranada"; en otra, comprensión.
De esta manera, el vicepresidente primero y conseller de Cultura y Deporte Vicente Barrera; la consellera de Justicia e Interior Elisa Núñez; y el conseller de Agricultura, Ganadería y Pesca, José Luis Aguirre, ya no ocupan sus cargos. Automáticamente cesan también sus respectivos equipos (asesores, etc.). Vox ha roto el pacto de Gobierno, pero Mazón ha sido el que en la práctica los ha echado con una publicación nocturna en el Diari Oficial de la Generalitat Valenciana (DOGV) que estaba evidentemente preparada.
¿Y el paso siguiente? El presidente de la Generalitat ha convocado una reunión extraordinaria del Pleno del Consell este viernes. Tras los ceses, lógicamente, tiene que haber una remodelación. La incógnita es a qué nivel. Con un Gobierno que se confeccionó hace un año con una visión de reparto de competencias con Vox –y en el que los populares se quedaron con las de mayor peso político y presupuestario–, aparece la posibilidad de un replanteamiento de carteras. Aunque nada es seguro.
Antes de la crisis entre los socios, el PP tenía pendientes una serie de ajustes que ya habían comenzado pero no concluido. De manera que podría aprovecharse este contexto para hacerlo todo de una. Bien sea junto a los nuevos nombramientos –fuentes populares señalan que Mazón ya tenía preparados los perfiles de consellers sustitutos de los de Vox este jueves– o bien junto a algún ajuste más amplio de reconfiguración de carteras.
Lo que desde luego está claro es que el presidente de la Generalitat tenía activados los planes del gobierno en solitario bien pronto. La legislatura seguirá, según ha manifestado él mismo, descartando un adelanto electoral en este momento. El PP está convencido de que puede salvarla. Y se centra en la ventana de oportunidad que ahora se abre.
Si al margen de la salida de los consellers se producirá la de todos los altos cargos de Vox es un interrogante. Mazón ha mantenido a algunos del PSPV de la anterior legislatura en el segundo y tercer escalón. ¿Por qué no a alguno de Vox ahora? No sería de extrañar, pues, que se quedaran determinados secretarios autonómicos o directores generales.
En Les Corts, todo dependerá de la actitud real de los voxistas, que ahora pasan a ser oposición con la retirada del apoyo parlamentario a sus hasta ahora socios. La Cámara se convierte ahora en protagonista, al igual que lo fue en la primera legislatura del Botànic, cuando Podem daba su apoyo externo al Consell del PSPV y de Compromís con constantes tiras y afloja y negociaciones.
Los populares confían en ir atando apoyos de Vox, que ya se encuentra totalmente dividido ante la decisión de la ruptura. Los cálculos aritméticos están claros: necesitan a 10 de sus 13 diputados para la mayoría absoluta, dado que el PP tiene 40. Los buscarán para las leyes claves. Especialmente la de Presupuestos. Será el primer gran reto del PP pasada esta crisis y a la vuelta del verano. Sacar adelante las cuentas de 2025 facilitaría mucho más alargar la actual legislatura. En Vox dicen que ejercerán una oposición leal. Por el momento nadie sabe lo que será en la práctica.