VALÈNCIA. Las catástrofes naturales siempre dejan algo más que escombros: alteran rutinas, redefinen espacios físicos y llenan de incertidumbre a quienes habitan estos lugares. En Valencia, la Dana del 29 de octubre se ha convertido en uno de esos desastres que abren cicatrices tanto en el plano material como emocional. En cuestión de horas, el agua invadió parques industriales, los llenó de lodo y paralizó la actividad de miles de proyectos empresariales. Este temporal se ha llevado consigo muchas infraestructuras clave para la región y, en su lugar, ha instalado una sensación de incerteza entre los empleados y empresarios, quienes se enfrentan a la difícil tarea de reconstruir un entorno todavía inestable.
Las áreas industriales de Catarroja, Sedaví, Alfafar y Riba-roja de Túria se encuentran entre las más afectadas. Más de 6.500 naves y locales han quedado inoperativos por el temporal; en múltiples casos, las empresas han perdido flotas enteras de vehículos y otras tantas han visto comprometida su actividad después de que el agua haya destrozado piezas relevantes para su producción. Las pérdidas económicas son incalculables y, según un informe de la Cámara de Comercio de Valencia, "los municipios afectados generan más del 32% del Producto Interior Bruto (PIB) de la región". Además, la paralización de actividades en áreas como la logística y el comercio ha dañado la cadena de suministro y distribución, sobre todo, en polígonos de l'Horta Sud.
Si bien es cierto que las administraciones locales se han apresurado en desplegar todo tipo de maquinaria para abrir accesos y drenar las zonas inundadas, su capacidad de respuesta está al borde del colapso por la magnitud de los daños. La recuperación es una carrera contrarreloj. "Estamos lejos de la normalidad", lamentan los alcaldes de estos municipios, quienes desconfían en que las ayudas estatales y autonómicas sean suficientes para hacer frente a las consecuencias de este fenómeno climático.
En declaraciones a Plaza, el vicealcalde de Catarroja y concejal de Personas Mayores, Jesús Monzó, describe el panorama en el polígono industrial de su municipio como "caótico". En Catarroja, la Dana no solo ha dejado lodo y escombros, sino que ha destrozado casi el 85% del parque automovilístico y paralizado completamente la actividad económica. El polígono industrial El Bony, uno de los más importantes de la región, ha quedado inoperativo en gran medida debido a los daños en las naves y el colapso de los accesos.
Para las pequeñas empresas del polígono, la situación se agrava todavía más por el mal estado de las vías de acceso, que obligan a muchos de estos negocios a permanecer cerrados. "De poco sirven los esfuerzos por mejorar las conexiones de transporte", asegura Monzó, "si, por ejemplo, la lanzadera de autobuses habilitada por la Generalitat Valenciana funciona con retrasos de hasta tres horas". En ese sentido, el vicealcalde de Catarroja lamenta que, sin soluciones adecuadas, el flujo de clientes y materias primas se reduce drásticamente, al mismo tiempo que se dificulta la movilidad de los trabajadores.
Según Monzó, "apenas alcanzamos el 5% de nuestra actividad económica" y algunas pequeñas empresas, que dependen de ingresos diarios para operar, temen no poder reabrir en un futuro. Por ese motivo, el vicealcalde de Catarroja insiste en la urgencia de apoyos económicos y logísticos, así como una mayor coordinación entre las distintas administraciones. "Sin esa ayuda pronta y suficiente, será casi imposible que el polígono El Bony y las zonas comerciales del municipio se recuperen", señala Monzó, en relación al impacto que esta catástrofe podría tener a largo plazo para la economía local.
Por su parte, el alcalde de Sedaví, José Francisco Cabanes, enfrenta una situación "devastadora" en su municipio, donde el polígono industrial ha quedado prácticamente destruido. El agua alcanzó hasta dos metros de altura, anegando infraestructuras y paralizando la actividad productiva. Es más, la fuerza de la riada arrancó puertas, destruyó maquinaria y equipos, así como colapsó el sistema de alcantarillado. Además de bloquear los accesos al parque industrial, esta acumulación de barro y escombros ha magnificado los daños y también se ha extendido a la infraestructura urbana que conecta con el polígono de Sedaví.
Cabanes ha agradecido la ayuda de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y las personas voluntarias, que han permitido avanzar en las labores de drenaje y limpieza, pero el esfuerzo supone "apenas un primer paso" en un proceso de recuperación que promete ser largo y complejo. "Nunca habrán suficientes ayudas para volver a ser lo que éramos", lamenta el alcalde de Sedaví y destaca el esfuerzo titánico que se necesitará en el municipio para rehabilitar las áreas industriales e infraestructuras en su totalidad.
El ayuntamiento ha desplegado equipos y maquinaria en todas las áreas del polígono afectado, pero el coste de esta operación es elevado, y los recursos municipales no serán suficientes. Con una economía local que depende en gran medida de la actividad industrial, Sedaví enfrenta un "reto monumental" en su intento por recuperar la normalidad y asegurar la continuidad de cientos de empleos.
En el municipio vecino de Alfafar, el alcalde, Juan Ramón Adsuara, agradece la solidaridad de los empresarios locales, que han trabajado junto al ayuntamiento para hacer frente a los efectos de la Dana. La acumulación de barro y lodo en las áreas bajas del municipio ha obligado a los propietarios de las empresas situadas en el parque industrial de Alfafar a tomar medidas proactivas, alquilando su propia maquinaria para despejar accesos y acelerar el regreso a la actividad económica. No obstante, los daños registrados en el polígono han sido cuantiosos.
La zona comercial, que incluye supermercados y grandes superficies, tiene todavía dificultades para retomar su actividad y muchas de las infraestructuras básicas, como el sistema de drenaje y alumbrado, permanecen fuera de servicio. Por ese motivo, Adsuara explica a este diario que el ayuntamiento ha suspendido de forma temporal todas las tasas municipales relacionadas con licencias de actividades económicas: "Nuestro objetivo es facilitar el proceso de recuperación para los negocios afectados y aliviar la carga económica a los empresarios".
El alcalde de Alfafar confía en que este esfuerzo conjunto entre el sector privado y el público permitirá que el municipio recupere su actividad económica "cuanto antes". Sin embargo, Adsuara reconoce que los recursos municipales tienen un límite, por lo que la reactivación comercial de Alfafar dependerá, en gran medida, de la rapidez con que las empresas reciban las ayudas prometidas por las administraciones superiores.
Riba-roja de Túria, cuya economía se basa en su papel como núcleo logístico y exportador, ha sufrido una interrupción masiva en sus actividades debido al paso de la Dana. El ayuntamiento ha implementado un operativo en colaboración con el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE) y la Confederación Empresarial Valenciana (CEV) para coordinar la limpieza y recuperación de las infraestructuras. Hasta el momento, se han retirado más de 1.033 vehículos y toneladas de barro en un intento por restablecer el acceso al polígono industrial.
El alcalde, Robert Raga, explica a Plaza que el coste diario de estas operaciones, en un primer momento asumidas por el ayuntamiento, asciende a más de 30.000 euros; una suma difícil de mantener sin apoyo adicional. "La devastación ha sido tal que es imposible restablecer la normalidad sin una ayuda urgente", asegura Raga. Además, en una reunión reciente con la CEV, tanto el alcalde como empresarios locales de Riba-roja han coincidido en la urgencia de mejorar las conexiones viales y fortalecer las infraestructuras, ya que la situación actual ha puesto de relieve las limitaciones de los sistemas de prevención y respuesta ante fenómenos climáticos extremos.
Raga también ha destacado la necesidad de que las ayudas lleguen de manera ágil y sin burocracia, ya que la recuperación de Riba-roja no solo es importante para el municipio, sino para toda la cadena de suministro y logística de la Comunidad Valenciana. El impacto económico que este temporal ha tenido sobre Riba-roja afecta tanto al tejido industrial local como al nacional, dado que el polígono alberga importantes centros de distribución de alimentos y productos perecederos, que han sufrido daños significativos en su capacidad operativa.
La Dana ha dejado una marca profunda en la producción industrial de Valencia, y la magnitud de los daños requerirá medidas extraordinarias. De hecho, entidades como la Federación de Parques Empresariales de la Comunidad Valenciana (Fepeval) ya han advertido que la actividad económica en los polígonos industriales de l'Horta Sud y Camp de Túria dependerá de una respuesta institucional que sea ágil, coordinada y, sobre todo, sostenida en el tiempo.
Los alcaldes coinciden en que la ayuda económica y logística debe llegar con rapidez para frenar el colapso de las áreas afectadas, y llaman a fortalecer infraestructuras clave para resistir futuros desastres. La economía valenciana se enfrenta a la ardua tarea de levantarse de esta catástrofe, una que ha evidenciado la importancia de su tejido industrial, así como la necesidad de una preparación adecuada para enfrentar las realidades de una climatología tan cambiante como imprevisible.