realidad virtual / OPINIÓN

Hablemos de espías tecnológicos

20/09/2022 - 

Desde que el mundo es mundo hay evolución, y desde que existe la humanidad hay innovación. Una de las innovaciones que nos rodean son los llamados asistentes tecnológicos, dispositivos conectados a internet y que están pensados para ayudarnos en nuestro día a día.

El primero y más importante, y que pasa gran parte del día con nosotros, es el teléfono móvil. Compañero inseparable en todas las facetas de nuestra vida, muchas personas no se olvidan del móvil ni para ir al baño. En cuanto tenemos unos minutos libres de nuestro quehacer diario, cogemos el móvil, ya sea para informarnos, para jugar, o para recuperar fotos de años anteriores y recordar buenos momentos.

Pero también hay otros dispositivos que ya están muy implantados entre nosotros desde hace algunos años, como los asistentes del hogar. Estos aparatos nos acompañan de manera silenciosa, solo responden si les preguntamos y nos hacen caso cuando les ordenamos informarnos sobre algún tema o ponernos música.

los asistentes virtuales sirven para controlar la publicidad que recibimos y tener el control sobre lo qeu vemos y oímos 

Además, también existen otros dispositivos que tenemos en casa y que conectamos a internet sin darnos cuenta, como enchufes, termostatos, lavadoras, frigoríficos y aspiradoras. Todos ellos cogiendo diferentes datos nuestros y de nuestras familias. Lo que comemos, el deporte que hacemos, las horas de televisión que vemos, las medidas de nuestra casa, nuestros gustos musicales… cualquier dato es interesante si con ello después se puede mejorar nuestras vidas.

Detrás de todo esto hay un fin mucho mayor con dos objetivos: la publicidad que recibimos y el control sobre lo que hacemos, lo que vemos y lo que oímos.

Sobre nuestra privacidad se ha hablado extensamente. Nuestros políticos dedican gran parte de su tiempo a debatir la mejor manera de proteger nuestros datos e incluso se han puesto limitaciones y se han establecido normas para controlar a las empresas que capturan nuestra información. Sin embargo, las grandes corporaciones siguen absorbiendo gran cantidad de datos que les suministramos los usuarios de manera semiconsciente y gratuita; y parece que es difícil dejar de compartir nuestros datos.


Lo que ocurre es que hay demasiadas cosas en contra. Por un lado, las grandes empresas no quieren perder el control que tienen sobre nuestros datos e impiden que otras empresas que podrían ayudarnos en este sentido prosperen. Y por otro lado, somos nosotros mismos los que no queremos darnos cuenta de que este control sobre nuestros datos podría ser perjudicial a largo plazo y, al final, lo vemos como un hecho tan lejano que no nos importa aprobar y dar consentimiento al tratamiento masivo de nuestros datos a cambio de que nos ofrezcan información que a la mayoría de nosotros nos parece irrelevante, pero que para las empresas que intentan vendernos sus productos o servicios es realmente importante.

grandes empresas quieren Poder saber lo que piensas, lo que necesitas en momentos determinados, lo que te gustaría hacer o dónde te gustaría ir

Poder saber lo que piensas, lo que necesitas en momentos determinados, lo que te gustaría hacer o dónde te gustaría ir. Cualquier dato es interesante para ellos y les da la información que necesitan para bombardearnos con sus ofertas.

Sin embargo, hay algo que me preocupa más que el exceso de información que nos envían de manera constante e incesante, y es el control que intentan ejercer sobre nosotros.

Nunca he sido conspiranoico, pero desde que se utilizaron las redes sociales para manipular las elecciones de Estados Unidos en el 2016 me llama la atención la gran cantidad de dispositivos que vamos conectando a internet para recoger nuestros datos... y que aceptamos sin entender lo que se puede hacer con ellos.

Uno de los países más controladores en este sentido es China. Allí se recogen datos por el Gobierno en aras de mejorar la seguridad ciudadana y ofrecer mejores servicios. Sin embargo, el control al que se somete a la población es difícil de entender para nuestra cultura. Allí es posible cerrar ciudades de millones de habitantes y que la población no salga de casa ni a comprar comida. Aquí, en España, nos encerraron en casa tres meses en lo peor de la pandemia y ahora estamos viendo varias sentencias judiciales que dan la razón a las asociaciones y a los colectivos que impusieron denuncias, haciendo casi imposible que volvamos a vivir una situación como aquella.


Pero, ¿qué podemos esperar en el futuro de las empresas y los gobiernos que recogen nuestros datos?

Muchos analistas consideran que la cantidad de datos que manejan es demasiado grande y les sirve para ofrecernos productos y servicios en el sentido que a ellos les interesa, es decir, para decidir por nosotros lo que es bueno o malo para comer, para vestir, o para hacer. ¿Quién no ha recibido llamadas de una empresa de telefonía a horas intempestivas o en fin de semana? ¿Quién no ha recibido una llamada de una empresa que se dedica a vender productos financieros u otra tipología de productos sin conocer a dicha empresa y sin haberle entregado los datos?

Pero es que los datos son nuestros y deberían darnos mayor libertad a la hora de escoger; y no ser utilizados en contra nuestra. Por eso, una de las innovaciones de las que hemos hablado anteriormente, el blockchain, también nació con la idea de proteger nuestra privacidad e incluso nos daría la posibilidad de poder controlar los datos que cedemos y la manera en la que lo hacemos. Algunas de las empresas que trabajan con esta tecnología también nos pagarán para obtener nuestros datos.

El autor es el CEO de la compañía tecnológica Digit-S