¿Han arruinado los móviles la salud mental de los jóvenes? 

El debate de los móviles en las aulas sigue más vivo que nunca, y sobre todo estos días ha vuelto a ser noticia porque la Comunidad Valenciana ha sido la última en prohibir los teléfonos móviles en los centros educativos. Una prohibición que alcanza ya a la mitad de las Comunidades Autónomas. 

Esta cuestión preocupa sin duda a padres y educadores pero sobre todo lo que más preocupa es de qué manera puede afectar a los jóvenes el uso de los móviles. De hecho algunos expertos apuntan que el problema no es que usen o no el teléfono en clase el problema está en el resto del día, cuando nadie los controla. 

Según el psicólogo estadounidense Jonathan Haidt la llegada del primer Iphone en 2007 fue el pistoletazo de salida de la gran crisis de salud mental que atenaza hoy a jóvenes y adolescentes, con tasas de ansiedad y de depresión nunca vistos. 

Su tesis ya ha tenido respuesta de conocidos científicos, que discrepan y argumentan que esas afirmaciones “No están respaldadas por la ciencia”. 

Hablamos de esta cuestión con el psiquiatra infantil y juvenil, Gregorio Montero, experto en Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y en problemas relacionados con las nuevas tecnologías. Además es divulgador a través de Growfulness.com, plataforma online de divulgación y formación para padres y profesionales.

Montero, critica la tesis de Haidt. Montero, sin embargo, señala que aunque existe evidencia de una asociación entre el uso de tecnología y ciertos problemas de salud mental, culpar exclusivamente a las pantallas es simplista y poco riguroso desde un punto de vista científico.

"Lo que vemos un poco los especialistas, bueno y a nivel científico, es que sí que puede haber una asociación o correlación o que sí que puede haber un aumento de cuadros de ansiedad y depresión asociados a redes sociales o al móvil", comentó Montero. "Sin embargo, culpar a la epidemia actual de trastornos mentales a las pantallas pues realmente no es cierto a nivel científico".

Montero argumenta que, si bien hay estudios que sugieren una relación entre el uso de tecnología y problemas de salud mental, es crucial considerar otros factores, como el contexto socioeconómico y el estrés familiar. "Es como culpar exclusivamente al azúcar en la epidemia de obesidad. Para que las personas consuman azúcar en exceso, hay otros factores que influyen". 

En cuanto a las posibles soluciones, Montero sugiere un enfoque multifacético que incluya la educación digital en positivo, el minimalismo digital y un cambio en los hábitos familiares. Propuestas como retrasar la edad de acceso al primer móvil o limitar el acceso a las redes sociales en la adolescencia fueron mencionadas como medidas preventivas importantes. También destaca la necesidad de que los adultos den el ejemplo y reflexionen sobre su propio uso de la tecnología.

Sin embargo, Montero reconoce los desafíos en la investigación científica sobre este tema, señalando la dificultad para llevar a cabo estudios a gran escala que establezcan causalidades claras. Además, destacó el sesgo en la financiación de estudios, con la industria tecnológica ejerciendo una influencia significativa.

A pesar de estas dificultades, Montero se muestra optimista sobre el potencial de la educación digital en positivo y el minimalismo digital para ayudar a las nuevas generaciones a utilizar la tecnología de manera saludable y beneficiosa. 

El psiquiatra destaca la complejidad del debate sobre el impacto de las pantallas en la salud mental de los jóvenes, subrayando la necesidad de abordar este problema desde una perspectiva holística y basada en la evidencia científica.