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angélica gómez / decana del Colegio de Ingenieros Técnicos Industriales y de Grado de Valencia (COgiti)

«Hay gente que se toma a cachondeo la mediación»

| 19/04/2017 | 6 min, 23 seg

VALÈNCIA.- La cita con Angélica Gómez tiene lugar en el edificio Veles e Vents del puerto de València durante el Día de la Mujer. Qué mejor ocasión para conversar con una ingeniera técnica que, además de gestionar su propio despacho, está al frente de un colegio profesional porcentualmente masculino (en un 85%). De hecho, ella es la primera decana de los Ingenieros Técnicos Industriales y de Grado de Valencia (Cogiti). Hace apenas un año que ostenta el cargo y tiene ganas de ponerlo todo patas arriba. La limitación del visado obligatorio para ejecutar proyectos de obra hizo que se tambalearan peligrosamente las cuentas del Cogiti. 

— La emisión de este certificado era su mayor fuente de ingresos, ¿qué harán ahora?

­— Históricamente los visados han sido fundamentales para el Colegio, así que la eliminación de muchas tipologías y la caída de emisiones por culpa de la crisis ha hecho mucho daño. Basta decir que nuestros fondos provenían un 70% de visados y un 30% de cuotas; ahora estamos en un 40% y un 60% respectivamente. El futuro pasa por crecer en colegiados y por fomentar nuevas vías de financiación que aporten estabilidad.

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— ¿Es realmente necesario un visado obligatorio para ejecutar proyectos?

— Es un sello de calidad muy importante. Asegura que la obra se lleva a cabo bajo una supervisión y que el técnico tiene la titulación que corresponde. Eliminar este documento y sustituirlo por una declaración responsable no tiene demasiado sentido. ¿Quién te dice que no se va a producir un caso de usurpación de personalidad, como ya ha sucedido? Cuando el visado pasa por el colegio, revisamos toda la documentación, algo para lo que la Administración no siempre tiene tiempo. Si no se llama visado, que se le ponga otro nombre, pero debería existir.

— ¿Subirán las cuotas del Colegio para recuperar el equilibrio económico?

— Somos un colegio barato con respecto a otros, pero subir las cuotas es siempre doloroso. Primero buscaremos nuevas fórmulas de financiación, como una oferta formativa actualizada. Queremos un colegio que dé servicios de calidad y de utilidad para los colegiados, de modo que cada vez vengan más. También nos gustaría ser interlocutores con la Administración, que nos tengan en cuenta para temas que nos competen, como la reforma de normativa asociada a la profesión. Y nos planteamos sinergias con otros colegios, con iniciativas como la Mesa de la Ingeniería.

— ¿Esta Mesa, que reúne a los cinco decanos de los ingenieros valencianos, es el principio de una fusión entre colegios?

— Es muy complicado en estos momentos, pero Europa va en esa línea. Sucede también en otras áreas profesionales, como Arquitectura o Medicina. No hablamos de colegios de traumatólogos o de ginecólogos, sino de médicos. El caso de los ingenieros es difícil de gestionar, incluso para las universidades. Mi opinión es que deberíamos constituir una asociación general de la que cuelguen todos los colegios, aunque siempre respetando las especialidades de cada uno. Ahora parece muy lejano, pero acabaremos muriendo ahí.

— Habla de fomentar la relación entre ingenieros y la Administración, ¿cómo?

— Nos hemos reunido con las consellerias que tienen ámbitos comunes, como Industria o Justicia. Gracias a ello estamos involucrados en la Mesa de Seguridad Industrial o el Proyecto Industria 4.0 del Consell. Esto nos permitirá sentarnos con los empresarios para ver cómo mejoramos los servicios de seguridad. A nivel municipal también planeamos crear una Mesa de Calidad de Licencias Urbanísticas, donde intervengan arquitectos y aparejadores, para terminar con el bloqueo que ahora tiene el Ayuntamiento. En definitiva, queremos que se nos vea como la corporación de derecho público que somos.

— Cuando explotó la nave de Paterna, aprovecharon para quejarse de la falta de ingenieros en la Generalitat.

— Efectivamente. Espero que haya servido para que la Mesa de la Seguridad Industrial se reúna lo antes posible. Es urgente una revisión de la situación de los proyectos. En Paterna, la nave donde se produjo el accidente tenía el sello de calidad, pero las de su alrededor no. Sin medidas de seguridad certificadas, el incendio se acaba propagando de manera incontrolable. Y no es un caso aislado: ha pasado seis o siete veces en el último año.

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— ¿Han salido de la crisis los ingenieros?

— Todavía vivimos las consecuencias. Los compañeros que trabajan por proyectos han reducido mucho los ingresos y hay gente muy buena directamente en el paro. Los ingenieros se siguen demandando, pero no se puede trabajar a cualquier precio. Cuando llegas a una empresa, un sueldo mileurista durante las prácticas puede ser normal. Luego hay que exigir que se reconozca el trabajo. En cuanto a la fuga de talento al extranjero, es algo que sigue pasando y la Administración debería tomar medidas para revertirla.

— ¿Por qué las mujeres son aún minoría en las carreras técnicas?

— No lo sé, pero es una realidad. Cuando yo estudiaba, había un 10% de chicas. Ahora ha subido, pero muy poco, entre el 14% y el 17%. En el colegio se da una transposición, tenemos un 15% de mujeres. Hay que hacer un trabajo desde la infancia para que las niñas vean a mujeres ingenieras y se sientan identificadas. Los ingenieros estamos estudiando llevar a cabo acciones en colegios e institutos para promocionar nuestra profesión.

— ¿Ha notado prejuicios estando al frente de tantos hombres?

— Directamente, no. El trato conmigo es normal, no sé si luego habrá algún comentario... Es verdad que cuando tengo que tomar una decisión difícil, la tomo, pero siempre justificándola. Además, ya llevaba siete años en la junta directiva, así que el decanato ha sido una transición natural. A nivel estatal se nota más: en toda España solo somos tres decanas de ingenieros técnicos.

— Han firmado un acuerdo con el Colegio de Abogados para impulsar la medicación, ¿qué le falta a este sistema para arrancar?

— El error ha sido de difusión. Se ha promovido que la mediación es un servicio a muy bajo coste y, en algunos ayuntamientos, a coste cero. Nada más lejos de la realidad. Hablamos de una profesión que tiene que estar remunerada, porque el trabajo lo realizan expertos. Para ello se requiere que los organismos públicos den promoción a este sistema para que la ciudadanía lo conozca, para que sepa que puede acudir a él antes de lanzarse a los tribunales. Apostamos incluso por la mediación empresarial.

— Querían incorporar en los contratos la cláusula de sumisión a la mediación. 

— Ahora mismo no se va a poder, pero como idea es perfecta. Es que hay gente que recurre a la mediación y se toma a cachondeo el resultado. Al final no quiere aplicar la resolución, así que el caso acaba en la Justicia igualmente. Así se pierde toda la eficacia y productividad que comporta. Estamos hablando de un servicio que podría desatascar el bloqueo de los juzgados.  

* Este artículo se publicó originalmente en el número 30 de la revista Plaza

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