Hace tan solo 20 años fui a resolver unos asuntos a la Fundación Integra sita entonces en la Calle Manresa y, nada más entrar, en un pasillo, supongo que porque no había despachos para todos, había ocho jóvenes trabajando en ordenadores con grandes pantallas. Llamaron mi atención y, al fijarme, puede ver que estaban dibujando como escenas de la Edad Media, con castillos y guerreros. Uno de ellos dibujaba tan solo un brazo con una espada. Me dijeron que era infografías para una serie de videos sobre temas históricos regionales. Y, francamente, me sorprendió la cantidad de puestos de trabajo necesarios. Hoy, con las nuevas herramientas de Inteligencia Artificial (IA), una sola persona puede realizar el trabajo de todos aquellos dibujantes gráficos y, además, más rápido y con un resultado de calidad muy superior.
Y si no, piénsese en la irrupción estelar hace sólo unos días de Gemini, de Google, o de Soro, de Open AI, capaz de convertir texto en videos detallados de hasta un minuto, lo que sin duda "democratiza" la creación de contenidos de alta calidad. Sus capacidades para generar escenas complejas y emociones vibrantes abren nuevas vías para la narrativa digital, el márquetin o la educación, entre otros campos.
"Ingenuo de mí le pregunté quién era ese 'mirlo blanco' y me dijo que hablaba de la IA"
Hace un año, conversando con un empresario sobre los problemas de las empresas para contratar personal, me contó que su mejor trabajador ya no se ponía enfermo ni, en consecuencia, cogía bajas, nunca planteaba problemas y siempre estaba dispuesto a trabajar. Ingenuo de mí le pregunté quién era ese 'mirlo blanco' y me dijo que hablaba de la IA. He de reconocer que fue la primera vez que oía de primera mano a un pequeño empresario hablar de las bondades de la IA para mejorar la productividad de su empresa –escribir textos en varios idiomas en su página web, crear contenidos y gráficos, gestionar sus pedidos y correos electrónicos, etc- y me animaba a conocerla.
Al llegar a casa me descargué el Chat GPT y, como por aquel entonces estaba haciendo el curso del PER y quería aprender a navegar, le pregunté ¿Cómo puedo aprender a navegar? En un segundo me respondió como lo haría alguien cercano, con experiencia náutica o marinera, es decir, con buenos y lógicos consejos. Nada nuevo, pensé. Demasiado obvio todo. Luego le pedí (con una frase que ahora sé que se llama prompt) que escribiese una poesía de amor ambientada en una noche de verano y la cosa empezó a sorprenderme, porque la poesía estaba bien escrita, resultona, y pensé que ahora cualquiera podría regalar poesías a su novia, aunque no fuesen originales y careciesen de sentimiento…
Cuenta Chema Alonso (responsable de Big Data e innovación en Telefónica) que hace un par de años le propusieron a Arturo Pérez Reverte entrenar una IA para que copiase su estilo en el Capitán Alatriste. Tras varios meses de trabajo, se lo presentaron y quedó impresionado exclamando "¿de qué vamos a vivir ahora los escritores?".
Ayer tarde, paseando mi perrita junto a mi vecino, que es profesor de instituto, me contaba que habían dejado de pedir ciertos trabajos porque lo que los estudiantes les presentaban, aunque sospechaban que no los habían hecho ellos, sin embargo, no podían demostrarlo.
Basten estos ejemplos para despertar la curiosidad e interés entre los que aún no se han acercado a las IAs, que me consta son todavía muchos. Y para introducir algunas cuestiones en las que me quedé pensando anoche tras ver la entrevista que hace poco Bill Gates realizó a Sam Altman (CEO de OPEN AI, la creadora del Chat GPT, y promotor y/o socio de cientos de Start Ups).
"dos posturas extremas: los que creen que el impacto será menor, como pasó con la llegada de los ordenadores; y los pesimistas que vaticinan un futuro con más paro, donde las máquinas desplazarán a las personas"
Cuando fue preguntado Altman por la cuestión de si las IAs quitarán puestos de trabajo, contestó que seguro sustituirá aquellos trabajos en los que las IAs están demostrando su superioridad, lógicamente en aras a una mayor productividad, pero que el alcance de este fenómeno no lo podía predecir. Sin embargo, de lo que sí estaba seguro es de que las IAs cambiarán todos los puestos de trabajo y que se requerirá una adaptación por parte de los trabajadores que (y esto es lo que más llamó mi atención) a la velocidad que van los desarrollos de las IAs, no sabía si serían capaces de hacerlo. Tela. Que él, un impulsor destacado de estas nuevas tecnologías (y en su vida privada amante de los coches de carrera y los Fórmula 1) se 'sorprenda' de la velocidad a la que se están desarrollando las IAs tiene guasa, ¿verdad? De hecho, en este punto de la entrevista, ¡abogó por la necesidad de una regulación internacional!
Porque en esto de cómo afectarán las IAs a los empleos hay dos posturas extremas: los que creen que el impacto será menor, tal y como pasó con anteriores disrupciones tecnológicas -por ejemplo, con la llegada de los ordenadores-, en el entendimiento que si bien es cierto que desaparecerán unos, sin embargo, aparecerán otros nuevos puestos de trabajo -como ya está sucediendo con la nueva profesión de la que ya se habla de "ingeniero de prompt"-; y los pesimistas que, por el contrario, vaticinan un futuro con más paro, donde las máquinas desplazarán a las personas.
Yo me quiero adherir a la postura optimista, no veo un peligro inminente, porque hasta donde yo llego las IAs sí realizan muchas tareas mejor que los humanos, pero afortunadamente todavía son sólo tareas de puestos de trabajo, no estos en su totalidad. Aunque me temo que todo se andará…
En todo caso, propongo que nos espabilemos y pongamos estas IAs a nuestro servicio: que nos sirvan para empoderarnos los trabajadores consiguiendo hacer mejor nuestra labor, de más calidad y siendo más eficientes.
"Si preguntamos 100 veces a una IA nos dará cien repuestas distintas porque la propia IA no sabe cuál es la mejor"
Tenemos que interiorizar que lo que la IA nos proponga no tiene por qué 'ir a misa', es decir, hacerse sí o sí, como si se tratase de una verdad incuestionable, la mejor opción ante un problema. Tal vez la solución deseable no sea esa, o no solo sea esa. Así lo reconoce de alguna manera el reiterado Sam Altman cuando dice: "Si preguntamos 100 veces a una IA nos dará cien repuestas distintas porque la propia IA no sabe cuál es la mejor". Lo que le dio pie a decir que por eso, OPEN AI, estaba trabajando en mejorar esta 'autoconciencia' de la IA en la nueva versión del Chat GPT, para que sólo diese la respuesta óptima, lo que redundaría en una mayor fiabilidad del sistema.
Además, puesto que las IAs todavía no pueden formular las preguntas, hagámonos fuertes en esto, incrementando nuestra capacidad para realizar las mejores cuestiones. Para ello no cabe otro camino que aumentar nuestro conocimiento, no sólo técnico, ingenieril, sino también humanista, y desarrollar nuestro ingenio, nuestra capacidad creativa, de interrelación, abarcando cuantos más puntos de vista mejor, saliéndonos de los pensamientos lógicos más obvios, esos que las máquinas, en principio, están obligadas a seguir.
En fin, actuemos inteligentemente e incorporemos las IAs a nuestro mundo laboral e, incluso, personal ¿por qué no? Al fin y al cabo han llegado para quedarse, mejor vamos a llevarnos bien. Y si no queremos quedar relegados, aprendamos a utilizarlas en beneficio propio, de este modo no quedaremos los trabajadores descolgados y seremos prescindibles. Bailemos al ritmo del nuevo tam-tam de las IAs.