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tribuna libre / OPINIÓN

Imposible entenderse

Foto: ÁNGEL DÍAZ BRIÑAS/EP
21/09/2024 - 

Hace unos meses creía que para superar la situación política de España, especialmente en lo referido a su configuración territorial, podía llegarse a un acuerdo entre los dos principales partidos concretando un gobierno de gran coalición entre PSOE y PP. Actualmente lo veo imposible a tenor de la disparidad de criterios políticos irreductibles entre ambas formaciones. Sabemos que hay un problema de reivindicación nacionalista actualmente en Cataluña y Euskadi, y que pueden venir otros a medio plazo en Galicia y tal vez a largo plazo en la Comunidad Valenciana, Baleares o Canarias. Y frente a ellos una mayoría social en el resto de las Comunidades que es reacia a ir más allá de la actual estructura de Autonomías. Consideran que la España Plurinacional que predica parte del PSOE y su izquierda es una manera de extender las desigualdades y romper la solidaridad que, en teoría, ha venido subsistiendo desde la Constitución de 1978.

Si lo recuerdan, ya los padres de la Constitución establecieron dos vías para alcanzar una Autonomía plena. Una, la del artículo 151 que correspondían a las llamadas nacionalidades históricas que durante la II República alcanzaron un Estatuto. La otra, la del 143 que establecía un plazo y unas condiciones para acceder a la misma. Precisamente en la CV la disputa política entre la derecha y la izquierda retrasó un tiempo el acceso por el 151. Al final se llegó a un acuerdo estableciendo una vía intermedia que permitía acelerar, junto a Canarias, la formación de la Autonomía con mayor rapidez. Hoy esta división no persiste, la mayoría de las Comunidades están en pleno funcionamiento y no existe ninguna diferencia sustantiva, si exceptuamos los Conciertos de Euskadi y Navarra. Es posible que algunas tengan más competencias que otras pero a la larga la confluencia puede ser total. Es el triunfo del café para todos, con una Ley de las Cortes para distribuir la financiación, muy discutida.

El tema se ha revitalizado en este siglo con la reivindicación catalana de pedir incluso la autodeterminación y la formación de un Estado, que ha tenido su crisis en el referéndum que la Generalitat catalana organizó en contra de la legislación vigente. A partir de ahí los partidos nacionalistas radicalizaron sus alternativas para conseguir un Estado independiente. Los considerados constitucionales (como si los catalanes no lo fueran a pesar de estar reconocidos legalmente) emprendieron distintas vías para abordar el problema. El PSOE en el gobierno, junto a otros partidos a su izquierda, propusieron una política de integración del nacionalismo catalán en el Estado con propuestas como la amnistía para calmar la disidencia, y para ello revitalizó el concepto de la plurinacionalidad, con la construcción de un Estado Federal pero sin especificar a qué modelo de federalismo se estaba refiriendo (ya he venido insistiendo que hay más de un 40% de Estados reconocidos por la ONU que se declaran federales pero con características muy distintas).

En cambio, la fuerza social que representa el PP, y con mayor radicalidad Vox, considera que plantear el tema a la plurinacionalidad es abrir un camino para la desmembración de España como Estado y también como nación. Y si se llegara a una federalización la unidad del país estaría en almoneda. Reaparece el enfrentamiento entre el liberalismo unitario decimonónico que llega hasta el franquismo y los movimientos federales republicanos o los republicanos unionistas que al final, se piensa, son subsumidos por el federalismo. De ahí la idea de que es imprescindible derrotar al gobierno del PSOE, y sus aliados, utilizando cualquier procedimiento sin concesiones, verdadero o falso, porque de lo contrario entraremos en una dinámica de destrucción de España. En esta circunstancia es imposible el entendimiento. La política se convierte, como diría Carl Schmitt, en una guerra entre amigos y enemigos donde todo sirve para derrotar al otro. Y eso no se sabe dónde puede acabar.

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