Sangre en los labios, un noir feminista hasta arriba de amor, violencia y anabolizantes a la conquista de la cartelera
VALÈNCIA. Todavía no podemos aventurar quién liderará la tercera película de Rose Glass, pero anticipamos que no será un personaje convencional ni anodino. Si en su ópera prima, la cinta de terror psicológico Saint Maud, la protagonista era una enfermera devota de la fe cristiana, en su reválida, Labios de sangre, cuyo estreno está previsto este 12 de abril, se trata de una culturista en una pequeña ciudad de Nuevo México.
“Creo que ambas comparten su intención de transformarse. En ese sentido, son hermanas en espíritu. Quería intentar algo diferente y probar en un género que no hubiera abordado antes. Y pensé que sería muy interesante y divertido hacer algo sobre una mujer muy musculosa”, argumentaba la directora británica en la pasada Berlinale, donde este thriller bañado en sudor, gasolina, vómito, sesos, sangre y esteroides fue proyectado fuera de concurso en la sección Speciale Gala.
La aspirante a estrella de la halterofilia está en tránsito hacia Las Vegas, donde planea presentarse a un concurso, pero en un alto en el camino, conoce a la gerente de un gimnasio local y entre ambas se enciende la mecha. La pareja protagoniza un vibrante romance lésbico donde resuenan Thelma & Louise (Ridley Scott, 1991), el universo oscuro, violento y estilizado de Nicolas Winding Refn y el humor de Quentin Tarantino en su versión más pulp y serie B.
Glass se reconoce ingenua al recordar su convicción de que dar con la protagonista iba a ser tarea sencilla. “Buscábamos a una persona que hiciera halterofilia y que fuera una actriz brillante. A las pruebas se presentaron intérpretes fantásticas y mujeres que estaban muy en forma, pero solo fueron una sombra de la candidata ideal”
Esa postulante perfecta resultó ser una actriz secundaria del universo Marvel y Star Wars, Katy O’Brian, conocida del gran público por su papel de Jentorra en Ant-Man y la Avispa: Quantumanía (Peyton Reed, 2018) y en la última entrega de la serie The Mandalorian como una oficial de comunicaciones. La también escritora y artista marcial impresionó a la realizadora, “más allá del hecho de que tiene un físico increíble, me conquistaron la vulnerabilidad, la oscuridad y la dulzura de su interpretación”.
Entre el conjunto de la película, Rose Glass destaca la secuencia en la que su personaje compite en Las Vegas en un momento absoluto de desaliento, deshidratada y extenuada: “El resultado fue increíble, porque sobre el escenario estaban todas estas culturistas reales que competían el fin de semana y a las que no puedes distinguir de la actriz. Es una evidencia del gran esfuerzo que realizó”.
La estrella que da vida a la coprotagonista estuvo en su mente desde el momento de la escritura del guion. Kristen Stewart “iba a estar increíble en una película de cine negro y melancólico donde interpretaría una versión actualizada de una antiheroína atrapada por su pasado que fuma un cigarrillo tras otro”.
Stewart quería trabajar con Glass desde el momento en el que vio su debut: “Rose hace películas que no emulan a ninguna otra, aunque puedas percibir sus inspiraciones en ellas. Lo que hace surge desde un lugar tan auténtico que el contexto, la arquitectura y la voz de la película son distintivamente suyas. Creo que quiere asustar al público y a ella misma no con propósitos provocadores, si no para que la gente de media vuelta y se mire a sí misma”.
El reparto se completa con los integrantes de la tóxica familia del personaje interpretado por Stewart: su padre, un traficante de armas, cabecilla de un cartel local interpretado por Ed Harris; su hermana, sempiternamente abusada, a la que da vida Jena Malone; y su cuñado, un Dave Franco grimoso en la piel de un maltratador.
Franco ha destacado, precisamente, lo poco previsible de la trama: “Es una historia que no puedes predecir hacia dónde va. El ambiente es extraño y escalofriante a la vez que muy humano y lleno de dramas familiares de lo más locos. Todo es posible en esta película, y eso te mantiene alerta todo el tiempo”.
Para la banda sonora, la realizadora contó con Clint Mansfield, compositor de una de las películas que la acompañó y la animó durante la juventud a seguir su sueño de dedicarse al cine, Pi, fe en el caos (Darren Aronofsky, 1998). “También hay temas comerciales de los años ochenta, pero hemos intentado evitar la tentación de servirnos de canciones comerciales de esa década y optado por temas menos conocidos y electrónica, Cabaret Voltaire y Patrick Cowley se empastaron bien con la banda sonora. El resultado fue simbiótico, unas alimentaban a la otra”, desarrolla Glass.
El título de la película en su versión original, Love Lies Bleeding, se corresponde al de una planta, el amaranto colgante. Al principio tuvieron en mente el título de un libro que aparece en la película, Macho sluts, una compilación de relatos eróticos escritos por Pat Califia, “pero no nos funcionaba, porque necesitábamos una dosis de melodrama”, explica la cineasta, quien finalmente se decantó por el nombre de un arbusto “tan feo como hermoso, que sirve de metáfora de la trama”.
Se estrena la película por la que Pedro Martín-Calero ganó la Concha de Plata a la mejor dirección en el Festival de San Sebastián, un perturbador thriller de terror escrito junto a Isabel Peña sobre la violencia que atraviesa a las mujeres