Un equipo de la Universitat Politècnica de València participa en un estudio internacional de seis países que busca ofrecer conclusiones útiles para la toma de decisiones políticas en la gestión de la pandemia
CASTELLÓ. A finales de abril, España rozaba las 25.000 muertes por covid-19 y cumplía su sexta semana de estado de alarma. El Reino Unido contabilizaba 26.600 fallecimientos provocados por la pandemia. En ese mes, una agencia pública británica que financia investigación en economía y ciencias sociales, el Economic and Social Research Council (ESRC) había creado un programa para investigar diferentes aspectos de la pandemia. Michael Hopkins, biólogo y profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Sussex, presentó un proyecto para evaluar los sistemas de test y rastreo a nivel internacional. En mayo, la agencia aprobó su proyecto Optimising Coronavirus Testing Systems. Mientras, en España las cosas no iban tan rápido, y de hecho, la falta de voluntad de financiar esta clase de proyectos ha sido criticada por varias asociaciones de científicos sociales.
La iniciativa de Hopkins movilizó en mayo a científicos sociales e investigadores médicos de otros cinco estados: Corea del Sur, Sudáfrica, Irlanda, Alemania y España, para comparar las respuestas de sus respectivos países a la pandemia y extraer lecciones útiles para la toma de decisiones de sus gobiernos, con un proyecto concebido para que sus resultados sean comunicados a las instituciones. El equipo español está liderado por el profesor e investigador David Barberá, quien coordina un equipo científico del Instituto de Gestión de la Innovación y del Conocimiento de la Universitat Politècnica de València, Ingenio (CSIC-UPV). La elección inicial de un enfoque de análisis sistémico, una de las líneas de investigación más consolidadas en Ingenio, facilitó la incorporación al estudio por parte de Barberá y su compañero Enrique Meseguer. El proyecto echó a andar en junio y terminará en diciembre.
Sin un panel mundial de indicadores
El estudio se basa en la documentación oficial, artículos en medios de comunicación y entrevistas a expertos que han participado en la configuración de los sistemas de test y rastreo en los 6 países analizados. El resultado de la primera fase del trabajo, que incluye el trabajo de campo desarrollado hasta agosto, se recoge en un artículo aún pendiente de revisión por pares del que surgen algunas conclusiones preliminares de interés, pese a que la ausencia de un panel estandarizado de indicadores a nivel internacional dificulta algunas comparaciones. De hecho, el trabajo destaca que para entender y comparar el funcionamiento de los sistemas de test y rastreo es necesario una evaluación basada en datos, pero por ahora sólo existen propuestas para la elaboración del citado panel mundial. “Desde un primer momento se encontraron diferencias importantes en la toma de muestras, porque por ejemplo, al principio en Reino Unido las tomas de muestras se realizaban en gran medida por los propios pacientes en su domicilio”, explica Barberá. Otro botón de muestra de las dificultades del trabajo: “hay indicadores muy relevantes para comparar el funcionamiento de los sistemas, como el porcentaje de resultados de test comunicados a los pacientes en menos de 48 horas, que sólo se están reportando en Gran Bretaña y Sudáfrica”.
David Barberá: “en España, la escasez inicial de test en la llegada de la primera ola ha tenido consecuencias muy graves"
Una constante que señala el estudio, sólo desmentida por el caso de Sudáfrica, es la enorme diferencia entre la capacidad de realización de test declarada por los países y la realmente demostrada. Sin ir más lejos, en Alemania se habla en julio de 14.153 test por cada 100.000 habitantes a la semana, mientras que la capacidad probada apenas era de 6.342, mientras que en España las cifras se situaban en 13.228 y 6.748, respectivamente. Barberá explica que su escasez (o más concretamente, la de reactivos para la extracción) “ha afectado a muchos países, no sólo a España”. En nuestro país, argumenta, “la escasez inicial de test en la llegada de la primera ola ha tenido consecuencias muy graves, ya que ha sido identificada como una de las razones fundamentales de la rápida transmisión comunitaria del virus durante las primeras semanas de la epidemia”.
Coordinación mejorable en el rastreo
No obstante, la conclusión quizá más llamativa para el público español no proviene parte de los resultados, sino de la colaboración entre los científicos de Ingenio-UPV con el equipo alemán, de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Ansbach, muy cerca de Núremberg. Al comparar dos sistemas de rastreo descentralizados -el alemán y el español- se constata que Alemania “ha mostrado mayor coordinación, por ejemplo en el establecimiento de indicadores: el 20 de abril, Angela Merkel y los presidentes de los estados federales acordaron un indicador objetivo de 1 rastreador por 4.000 habitantes. Una semana más tarde, algunos ‘länder’ como Baden-Württemberg ya cumplían ese objetivo. Barberá constata que en España “no se propuso un indicador común, y la contratación de rastreadores fue muy variable en las comunidades autónomas. A finales de julio, cuando se confirmaba el comienzo de una segunda ola, el número de rastreadores en Madrid y Cataluña era casi diez veces menor (un orden de magnitud) que el indicador propuesto por Alemania en abril. Es difícil comprender las razones de este hecho”. Según un documento interno de la Generalitat de Catalunya fechado en mayo y hecho público por el Financial Times, se predecía que la tasa de casos se mantendría constante como en ese momento -cuando las tasas de incidencia eran las menores desde que comenzó la epidemia- hasta que a mitad de octubre llegara la segunda ola. “Con esta base”, explica Barberá, “la Generalitat contrató 182 rastreadores, 1 por cada 41.500 habitantes. Evidentemente, se equivocaron”.
Otra de las diferencias entre Alemania y España: la intervención directa más importante del gobierno central alemán fue la creación a primeros de mayo de un “grupo de contención” de rastreadores para asistir a los estados federales en caso de necesidad. En España, la intervención directa más relevante fue la formación de un grupo de rastreadores del Ejército con la misma función, anunciada a finales de julio y que ha comenzado a medio gas en septiembre, indica el coordinador del estudio en la UPV. Y las diferencias entre ambos sistemas de rastreo también alcanzan el nivel municipal: en Alemania, aun financiado por los länder, el rastreo se lleva a cabo en los servicios de salud de las ciudades y distritos con bastante autonomía. “Esta coordinación a nivel local ha sido mucho menor en España, y en algunas ocasiones la descoordinación ha sido evidente, como en el caso de la ‘oferta de rastreadores rechazada’ de Ada Colau a la Generalitat a mediados de julio”. En cuanto a la Comunitat Valenciana, ha destacado en el indicador referido al número de rastreadores y en una baja tasa de incidencia durante los últimos meses, aunque también han existido críticas como las recogidas en julio por Valencia Plaza.
Diferencias entre países
Por otra parte, los resultados de la primera fase del estudio ponen de manifiesto que la capacidad de testeo no lo es todo, dado que el resultado final depende de la red de laboratorios que realicen el diagnóstico por PCR. Inicialmente, los test se realizaron en los laboratorios de microbiología de los hospitales. Pero en muchos países estos laboratorios no fueron suficientes para absorber la gran demanda de diagnóstico. En Reino Unido, donde a la capacidad inicial de los hospitales se sumó una nueva red privada de grandes laboratorios, capaces de procesar miles de muestras al día, la inexperiencia y la falta de acreditación de estos últimos suscitó muchas críticas, como explicó Michael Hopkins, investigador principal del proyecto.
el gobierno español no propuso un ratio de rastreadores, y su contratación fue muy variable en las comunidades autónomas
Un contraejemplo es Irlanda, donde grandes laboratorios veterinarios con experiencia en realización de test PCR para detección de virus en animales fueron añadidos a la red de laboratorios de hospitales, sin que se resintiera la calidad del proceso. En Alemania, una amplia red de laboratorios privados con experiencia en diagnóstico clínico complementa la red hospitalaria. En España, la creación temprana de una red de laboratorios acreditada por el Instituto Carlos III -entre ellos, el de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (FISABIO)- “el proceso ha suscitado en ocasiones controversia”, según Barberá, quien señala que varios de los expertos entrevistados en España “opinan que la amplia capacidad de los laboratorios veterinarios fue poco aprovechada”, después de que la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) criticara el 13 de abril el uso de esos laboratorios en aquel momento de la pandemia y dejando abierta la posibilidad de utilizarlos más adelante “para dar respuesta a un incremento notable de la demanda”. Según constata Barberá, “estas tensiones en la extensión de red de laboratorios no parecen haber sido tan visibles en países como Irlanda o Alemania.
El apoyo a la cuarentena, asignatura pendiente
Una de las conclusiones más importantes del estudio es que el aislamiento y el apoyo a la persona en cuarentena son asignaturas pendientes en Reino Unido, Alemania y España. Así, Hopkins constata que aunque en los tres países existen medidas de apoyo financiero, en raras ocasiones estos países ofrecen apoyo material directo a las personas sometidas a aislamiento o en cuarentena. “En este sentido, el contraste con Corea del Sur y Sudáfrica -dos países con experiencias recientes de epidemias- es apreciable”, indica Barberá: “en Corea del Sur las autoridades locales proporcionan comida, agua y otros productos. En Sudáfrica, apartamentos individuales son habitualmente puestos a disposición de aquellos que no pueden cumplir el aislamiento por las condiciones de su domicilio”.
Los test de antígenos, de nuevo
La evolución del impacto del virus hace que los investigadores permanezcan atentos a la irrupción de novedades en la gestión de la pandemia. La más notable, indica Barberá, “es tal vez la reaparición de los test de antígenos, tras una fallida experiencia en marzo. Varias comunidades autónomas han comprado cantidades importantes de estos test o están estudiando su compra. El test de antígeno puede suponer un cambio importante en la configuración de los sistemas de testeado, pero su posible introducción futura también ha suscitado controversias, por ejemplo su posible uso como herramienta de cribado”.
Del artículo publicado conjuntamente por los seis equipos implicados en este estudio internacional se deduce que no existe un sistema de test perfecto entre los 6 países analizados. Tampoco en el rastreo: “el sistema digital de Corea del Sur, muy eficaz en varios aspectos, ha sido criticado por muchos que consideran que viola su privacidad. Por el contrario, el gobierno español reaccionó con rapidez en septiembre a las demandas de más de 100 académicos que exigían más transparencia en la app de rastreo. Todos podemos aprender de todos, si estamos abiertos a la evaluación”, concluye David Barberá.