CASTELLÓ. La fortaleza mental del Castellón quedó en entredicho el pasado sábado en los nueve minutos desgraciados que transcurrieron entre el 20 y el 29 y en los que puso en bandeja la victoria del Mirandés. En esa breve fase concedió tres goles que le sacaron por completo del partido después de dominar con claridad en el cuarto de hora inicial.
El detonante fue el primer tanto, producto de un error de Crettaz en la salida de balón que aprovechó el delantero visitante Panichelli para batir la portería castellonense. Lo que llegó después fue un desmoronamiento anímico que aprovecharon los burgaleses para marcar, con mucha rapidez y facilidad, dos tantos más con los que sentenciaron el partido. El bonus track lo puso Calavera con su expulsión por roja directa al filo del descanso.
Lo ocurrido el pasado fin de semana podría quedar como un mero accidente si no existieran precedentes similares. Y hubo uno prácticamente calcado hace dos meses, frente al Cádiz. En aquella ocasión los albinegros colapsaron en el arranque de la segunda parte encajando tres goles en siete minutos después de jugar bien en el primer tiempo y llegar al descanso con empate a cero. El tanto inicial se produjo tras un mal despeje que aprovechó Chris Ramos para fusilar. Después llegaron dos errores más que arruinaron cualquier opción de cosecha por parte del Castellón.
Ante lo reincidente del caso, Dick Schreuder puso el acento en el aspecto mental del equipo y reconoció que era una de sus prioridades en el trabajo diario. El capitán albinegro, Salva Ruiz, añadió que “es lo que más debemos corregir”.
Esta situación es nueva para el Castellón en la era Schreuder después de una primera temporada en la que los orelluts no sufrían este tipo de desconexiones y mostraban una fortaleza mental enorme reponiéndose de situaciones adversas.
La prueba más clara fue el partido que los albinegros perdieron frente al Córdoba en el descuento después de ir ganando por 2-1. El 2-3 final redujo a tres puntos la ventaja de los castellonenses en lo más alto de la tabla y metió de lleno a los andaluces en la pelea por el ascenso directo. Pero lejos de arrugarse, el Castellón respondió con siete victorias seguidas que le dieron el ascenso con tres jornadas de antelación.
En aquel curso el Castellón fue el mejor de su Liga tanto en juego como en el aspecto mental. Pero este año el salto de categoría está siendo mucho más exigente en todos los apartados, incluido el psicológico.
El equipo castellonense se hunde ante el primer golpe y tarda en reponerse unos minutos, suficientes para que los rivales acentúen los daños y sentencien, como hicieron Cádiz y Mirandés. Se trata de desconexiones breves –los albinegros reaccionaron bien después de los minutos fatídicos -, pero letales en su objetivo de sumar. La plantilla albinegra es consciente de que esta es su asignatura pendiente en Segunda División y en eso centra Dick Schreuder buena parte de su trabajo diario con los jugadores.