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La Fundación Caixa Castelló felicita a Miquel Gozalbo por el premio Antonio López de escultura

11/11/2023 - 

CASTELLÓ. Caixa Castelló felicita al artista Miquel Gozalbo (Betxí, 1961), que ha sido premiado en el certamen de escultura Antonio López 2023, por su escultura Trinitat I, entre un total de 573 trabajos presentados. Esta obra formó parte de las exposiciones que la Fundación le ha organizado durante las temporadas 2022-2023, tanto en la capital de la Plana, en la Sala Sant Miquel de Castelló, como en las que le organizó en el Centro Cultural Palau de Vivel de la Vall d'Uixó y la Casa Membrillera de Fundació Caixa Vinaròs.

Las esculturas abstractas de Gozalbo, consagradas enteramente al metal, son ricas en referencias y matices que se entrecruzan y entrelazan, que se complementan y matizan. Sus trabajos invitan al silencio y a la meditación tranquila. Al observarlos asalta al espectador el recuerdo de la peculiar atmósfera de sosiego del taller del artista en pleno centro de Betxí en la comarca de la Plana Baixa de Castellón. Un lugar habitado por multitud de trabajos de todos los tamaños. Su acumulación emula una fundición de formas biomórficas y totémicas que abandonan los referentes clásicos para expandirse a nuevos paradigmas, mostrando la voz y visión propias que el betxinense ha mantenido desde el principio de su carrera.

Gozalbo es un artista que domina la forma y la técnica. Su trabajo sigue la tradición de la escultura metálica de los años cincuenta del siglo XX, en cuya órbita se movían artistas españoles que son referencias fundamentales como Julio González, Jorge de Oteiza, Eusebio Sempere o los entonces jóvenes Martín Chirino y Eduardo Chillida. El hierro forjado, una materia más dura que el granito, presenta a Gozalbo una resistencia infinitamente maleable, sin aparentes restricciones, cual serpentinas de papel, generando pliegues meándricos que se retraen hasta su envés más profundo.

Al igual que ya hicieran escultores como Pablo Gargallo, aprovecha las calidades físicas y posibilidades imprevistas del metal para crear nuevas formas, así como para obtener de los procedimientos técnicos una expresión mucho más fuerte e intensa que la de la escultura tradicional. Porque como soporte, el metal, le permite trabajar premeditada y lentamente en unas obras que crecen orgánicamente sobre sí mismas.

En su trabajo directo sobre chapa y las barras de metal que ensambla y suelda con paciencia es preciso ir más allá: de lo que se ve y de la superficie hasta el fondo, a su interior; de la obra a los ecos que emanan de ella. Esto es lo que permite al artista una libertad, una espontaneidad y una expresividad sorprendentes. Porque Gozalbo las hace evolucionar, en algunos casos durante años, como la gestación de un cuerpo vivo que plantea la posibilidad de dejar abiertas nuevas variaciones, avanzando lentamente, moldeándolas a su antojo, como fruto que crece en una planta que surge de su imaginación abstracta. Así, trabaja en el proceso de gestación de un cuerpo vivo, predominantemente curvo, que se expande, con una fascinante elegancia, llevando hasta el extremo los contrastes entre una materia tan resistente como es el hierro y el pliegue metálico al que impone su voluntad. Y al hacerlo transmite la emoción tan singular que hace que el espectador participe de la potencia creadora de sus trabajos.

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