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La importancia de llamar a las cosas por su nombre

Este jueves 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

25/11/2021 - 

 En los últimos meses, estamos siendo testigos de formas de violencia contra la mujer que hasta ahora pasaban más desapercibidas. Encontramos la violencia que se ejerce contra la mujer utilizando como instrumento a sus hijos e hijas, y que se ha visibilizado con nombre propio como violencia vicaria o la violencia sexual que se ejerce contra la mujer no solo en el ámbito privado sino también fuera de él. Estas formas de violencia nos dirigen la mirada necesariamente hacia la perspectiva de género.

Las personas somos seres que utilizamos el lenguaje como principal medio de comunicación por lo que el hecho de nombrar algo, el ponerle nombre, nos permite identificarlo. Mucho podríamos debatir sobre el poder de nombrar y, derivado de ello, de etiquetar. Todo tiene su parte positiva y su parte menos positiva, pero si algo está claro, es que poner nombre a algo nos ayuda a identificarlo y a poder hablar sobre ello.

Pues bien, ya hace muchos años que se puso nombre a una serie de conductas con unas características concretas, identificándolas como violencia de género, y también como violencia contra la mujer. Esa etiqueta nos ha permitido actuar frente a las consecuencias de esas conductas tipificadas e identificar, en primer lugar, a modo de consenso, determinadas conductas. En segundo lugar, a identificar sus efectos y consecuencias en quienes la sufren. En tercer lugar, a desarrollar protocolos de actuación concretos, leyes, guías, etcétera, y en cuarto lugar, a investigar sobre su inicio y evolución para desarrollar protocolos de prevención.

Mientras seguimos atendiendo estas tareas -algunas con menor impacto y desarrollo que otras como es el campo de la prevención de la violencia de género- asistimos al desarrollo todavía de la identificación de las conductas y actuaciones que asociamos con violencia contra la mujer, como es el caso de la violencia vicaria.

Igualmente, se habla cada vez más y se nombran otras formas que toma la violencia contra la mujer, permitiendo su visibilización. Así ocurre con la violencia económica o con la violencia institucional, por poner algunos ejemplos.

Sigamos pues, por este camino de nombrar e identificar, que nos permitirá desarrollar los siguientes pasos que tienen que ver con la actuación, y no solo a modo de sanción o penalización, sino también a modo de prevención, de actuación dirigida a evitar. Por tanto, no estarán solo dirigidas a censurar, castigar y reparar que, sin ninguna duda, también son imprescindibles.

"Lo que no se nombra no existe y sobre lo que no existe, no se puede actuar".

Solo desde la investigación dirigida a profundizar en el origen y desarrollo de la violencia contra la mujer podremos actuar en este primer nivel, donde nos encontramos de bruces con el necesario papel de la educación. Una educación en igualdad de estatus como personas, como seres humanos, y en coherencia -un aspecto sobre el que existe mucho trabajo por realizar- pues este concepto de coherencia se relaciona directamente con lo expuesto al inicio sobre el uso del lenguaje. Lo que no se nombra no existe y sobre lo que no existe, no se puede actuar y porque, además, ante la incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace, nuestro cerebro resuelve la contradicción atendiendo a lo que se hace.

Por tanto, si bien es necesario y es el adecuado camino de nombrar e identificar la violencia contra la mujer y las múltiples manifestaciones que tiene, es igual de necesario ser coherentes, y actuar en todos los niveles en concordancia; si no, las bases para erradicar la violencia contra la mujer se quedan cojas, y somos ineficientes.


La autora es miembro de Networking Directivas de Castellón, vicedecana tercera del Col.legi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valenciana y psicóloga forense.

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