CASTELLÓ. La patronal citrícola estatal desenvaina contra la Unión Europea. Tal y como vienen haciendo los agricultores a través de diferentes vías, el Comité de Gestión de Cítricos alerta ahora de que este cultivo tan valenciano tiene el enemigo en casa. Y no lo hace en boca de cualquiera: la presidenta del CGC, Inmaculada Sanfeliu, es la que lanza las advertencias de que Bruselas fomenta la llegada de fruta foránea mientras torpedea las ventas de la autóctona.
En sendos artículos en prensa especializada, Sanfeliu censura dos decisiones de la UE que afectan a las naranjas y clementinas castellonenses y del resto de la Comunitat. Uno de los escritos analiza la decisión del Ejecutivo comunitario de prohibir el etileno para desverdizar cítricos ecológicos, mientras sí permite utilizar este gas que naturalmente producen todas las frutas y hortalizas para prevenir la germinación de las patatas o madurar plátanos.
Aunque el impacto de esta prohibición sobre la citricultura ecológica es reducido (hasta ahora se permitía el uso del etileno, que es inocuo), los temores del CGC van en la línea de que el próximo paso es el de la prohibición para la citricultura convencional. Y así lo temen porque no es la primera vez que Sudáfrica, a través de su patronal de exportadores, la CGA, pretende prohibir el etileno.
Estos intentos responden a un único objetivo: mejorar la capacidad de la fruta sudafricana para acceder al mercado europeo en los primeros meses de campaña local, afirma Sanfeliu. Y es que es entonces cuando más se usa el etileno en España... y cuando Sudáfrica más está incrementando la exportación de naranjas y clementinas a Europa.
Esto solo puede responder, señala la presidenta del CGC, a la intención de "sacar a España del mercado comunitario de cítricos en octubre y noviembre", cuando la superposición con la fruta sudafricana "es cada vez mayor, en periodo y en volumen".
La otra queja de Sanfeliu viene motivada por la laxitud de Bruselas para defender a la citricultura propia de las plagas llegadas de fuera. En concreto, de la falsa polilla o Thaumatotibia leucotreta, de la que en los últimos cuatro años Europa ha hallado 55 envíos contaminados procedentes de Sudáfrica y 13 de Israel, señala.
La Comisión Europea tiene en este sentido que revisar el sistema con el que ambos países luchan contra esta plaga que tienen en su territorio y no existe en el Viejo Continente. Y este sistema, denuncia la presidenta del CGC, es ya ineficiente, porque, aunque reconoce la existencia de la plaga, no trata de evitar su dispersión con el método más eficaz: el tratamiento en frío.
Sobre esto, Sanfeliu destaca lo extraño de permitir que sea el país tercero el que elija el tratamiento contra la falsa polilla, mientras a la citricultura española esto no se lo ha permitido ningún Estado con el que ha firmado acuerdos para exportar y evitar la llegada de la mosca de la fruta. En esta situación, la responsable citrícola estatal se pregunta "por qué la Comisión ofrece tanta resistencia" a aplicar el tratamiento en frío, "que además se impone a las exportaciones comunitarias". Y su respuesta apunta, una vez más, a la presión del lobby sudafricano.