“La Unidad de Mediación Policial de Vila-real la creé y será mi legado", señala la que es hoy una de las pocas mujeres que ha alcanzado en la provincia el rango de inspectora en la Policía Local.
VILA-REAL. Rosana Gallardo Campos (Barcelona, 1961) es inspectora de la Policía Local de Vila-real y una de las pocas mujeres que ha alcanzado ese rango en la provincia de Castellón. Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación, se jubilará en octubre aunque su último día de servicio lo prestará el próximo 29 de julio. En esta entrevista repasa su trayectoria y el papel de la mujer en su ámbito profesional.
-¿Qué balance personal y profesional realiza de su trayectoria como policía local?
Soy policía desde los 19 años. Lo soy por vocación. Elegí esta profesión y me parece un privilegio trabajar toda una vida haciendo lo que te gusta. Cuando el trabajo te llena consigues una plenitud que afecta en positivo a tu vida personal. Me voy con un buen catálogo de vivencias, algunas muy duras, otras no tanto, y muchas satisfactorias y enriquecedoras. Me voy con la íntima satisfacción de saber que mi tarea está hecha y que, si me dieran a elegir, volvería a ser policía local.
-¿Por qué decidió trasladarse de la Vall d’Uixó a Vila-real cuando su objetivo inicial era trabajar en la Policía Local de Castellón?
Cuando decidí ser policía mi objetivo era la capital, pero entonces, cuando opositabas, te presentabas en los diferentes municipios, sobre todo para tener experiencia en las oposiciones. Me presenté en la Vall d’Uixó y aprobé, pero yo seguía queriéndome acercar a Castellón. A los dos años aprobé en Vila-real, conocí la plantilla que era más grande y con una media de edad más joven, otra ciudad, otra visión… y ya no tuve ninguna inquietud por irme. Me hice de aquí, de la idiosincrasia de Vila-real, me hice vila-realera.
-¿Por qué quiso ser policía local en un contexto social en el que no era habitual que las mujeres accedieran a este tipo de trabajo?
Vi un reportaje de las primeras mujeres policías en Córdoba. Me pareció fascinante y decidí que yo quería ser policía. Empecé a informarme sobre cómo era el acceso, las pruebas, la oposición, y empecé a prepararme. Tenía un hándicap: las pruebas físicas para mí eran difíciles aunque el temario no tanto porque siempre me gustó estudiar y tenía facilidad. Me esforcé y conseguí un nivel físico más que aceptable y un teórico muy bueno, así que iba progresando en mi formación, me iba motivando y cada vez tenía más ilusión.
Es cierto que no era una profesión de mujeres. Aún no lo es. En mi círculo familiar y social se entendía poco o nada mi opción, pero yo lo tenía bien claro, había tomado una decisión y no tuve ninguna duda. Hasta que lo logré.
-¿Percibe que el ámbito de la Policía Local, tradicionalmente masculino, está evolucionando hacia una mayor igualdad entre hombres y mujeres?
El debate sobre la igualdad, al igual que ahora, ya estaba instalado antes en la sociedad y, por tanto, también en la Policía. El mito sobre la fuerza y la capacidad física, más que la inteligencia o la competencia social, trazaba una característica distintiva en el quehacer policial. En aquella época pasé la etapa en la que, si había que ser valiente, yo la primera; si había que correr, yo delante; si había que saltar alguna valla, sin dudarlo… sentía la pulsión de tener que demostrar mi valía.
"Una compañera me dijo que, mientras sus compañeros iban a opositar, ella en cada prueba de ascenso iba a la guerra. Si no te rindes, hay muchas posibilidades de desafiar al destino. Yo no me rendí y lo conseguí".
Hemos avanzado mucho. Por ejemplo, entonces no teníamos ni uniformes de mujer y ahora ya tenemos de todo. Está más normalizado en nuestra sociedad que las mujeres podamos ser policías, ya no se nos ve tan raras. Sin embargo sigue siendo una profesión eminentemente masculina y esto es muy evidente a la hora de ascender.
Las mujeres, en general, sufrimos un veto a la hora de acceder a puestos de responsabilidad, y en la Policía, una organización tradicionalmente masculina, ni te cuento. Esto, aunque algo mejor, sigue sin evolucionar y para que no involucione aún hemos de estar en la lucha. Una compañera hace bien poco me dijo que, mientras sus compañeros iban a opositar, ella en cada prueba de ascenso iba a la guerra. Si no te rindes, hay muchas posibilidades de desafiar al destino. Yo no me rendí y lo conseguí.
Lamentablemente somos muy pocas mujeres a partir de la escala técnica. Que yo sepa, en la provincia de Castellón, solo estoy yo, Esmeralda en Oropesa del Mar y Charo, en Castellón.
-¿Cómo surgió la posibilidad de que usted formara parte de la Unidad de Mediación Policial en Vila-real?
El proyecto de mediación policial lo construí y será mi legado. Con un enfoque humanístico, poniendo el énfasis en las personas, en las relaciones interpersonales, en el trabajo en equipo y flexibilizando los procedimientos, me inventé una metodología a partir de una de nuestras funciones, que es la de resolver los conflictos privados cuando seamos requeridos para ello. Aquello que en su día pareció una ocurrencia, durante estos años ha ido creciendo y consolidándose como una práctica que ofrece resultados y que es bien valorada por la ciudadanía.
-¿En qué consiste su día a día en esta Unidad?
Me encargo de la gestión de la Unidad. A día de hoy, tenemos protocolos claros para los asuntos. Mi equipo y yo diseñamos el procedimiento adecuado a cada asunto que recibimos. Aunque yo hago fundamentalmente la supervisión, los policías que están adscritos a la Unidad tienen un gran potencial de eficacia y eso contribuye a que el proyecto siga creciendo y renovándose cada día.
También me ocupo de la gestión de los proyectos que sustentan la Unidad, como por ejemplo el de Convivencia en las Aulas, o el Servicio de Atención a las Víctimas de Accidentes, que lo desarrollan los mediadores policiales.
-¿Cuántos casos abordó la Unidad de Mediación Policial el año pasado?
El número de procedimientos derivados a trámite en el año pasado fue de 304 asuntos. En las estadísticas oficiales que anualmente publicamos en la web del Ayuntamiento constan todos estos datos así como el desglose de los mismos; cuáles son de índole comunitaria porque tienen que ver con tipos de molestias como ruidos, animales, humos, rencillas vecinales, usos de zonas comunes…; los que suceden en el ámbito rural como la quema de rastrojos, animales, riegos, lindes, poda de árboles…; también se atienden mediaciones policiales relacionadas con menores como mala relación, acoso, insultos… y, aunque nuestro campo de trabajo es la vía extrajudicial precisamente para no judicializar las relaciones, también gestionamos algunos asuntos que nos derivan desde el ámbito judicial. En cualquier caso, el marco de intervención de la Unidad tiene que ver con conflictos que afecten a la convivencia.
-¿Existe una buena receptividad entre los vecinos a las intervenciones de los agentes adscritos a esta Unidad para evitar que los conflictos acaben en el juzgado?
En la estadística del año pasado se puede comprobar que el índice de gestión positiva de conflictos fue del 79%, pero es que lo más gratificante para el equipo fue el resultado de la satisfacción de los y las usuarias, que fue del 96%. Estos resultados confirman la bondad del proyecto y nos motivan para seguir aprendiendo y progresando.
-Usted también es subdirectora de la Cátedra de Mediación Policial. ¿En qué consiste su labor?
En el año 2015, vista la proyección que estaba tomando la propuesta de la Mediación Policial, tanto en el plano nacional como en el internacional, el alcalde de Vila-real, José Benlloch, propuso impulsar un convenio con la Universitat Jaume I para crear la Cátedra de Mediación Policial Ciudad de Vila-real. Cabía ya en aquel momento revestir académicamente el proyecto, su metodología. De ahí nacieron más convenios, como por ejemplo el suscrito con la Agencia Valenciana de Seguridad y Respuesta a las Emergencias, que a través del Ivaspe impulsa la formación en mediación policial. Este convenio implica a la Universidad, al Ayuntamiento de Vila-real y a la Agencia.
Mi labor como subdirectora consiste en ser el enlace entre las tres instituciones y todo lo que tiene que ver con la formación, la difusión e investigación de la mediación policial, la organización de cursos formativos, la organización de congresos y simposios y también la representación del proyecto en todos los ámbitos, pero sobre todo en el policial.
-¿Cuál ha sido el grado de cumplimiento, por parte de los vecinos de Vila-real, de las restricciones de movilidad impuestas en esta pandemia sanitaria?
Aunque en algún momento de forma casi inconsciente pudiéramos poner el foco en las personas que no cumplen, hay que mirar con sensatez los datos y la realidad para comprobar que predomina la sensatez y la madurez social. Son muchísimas más las personas responsables que las que no lo son.
-¿A qué tiene previsto dedicar su tiempo una vez alcance la jubilación?
A disfrutar de mi familia más que nada. Tengo pendientes esas otras cosas que por la vorágine de la vida no he podido hacer. Durante estos años he viajado mucho, eso me ha enriquecido y lo he disfrutado, pero ahora me gustaría poder viajar, como yo digo, ‘sin ordenador’, de vacaciones.
Me planteo cerrar este círculo de vida avanzando. Seguir haciendo lo que me gusta, pero a otro nivel. Por mi propia forma de ser creo que me las arreglaré para seguir generando inquietudes y remover conciencias. En definitiva, seguir bien y con ganas de generar energía positiva, porque creo que el positivismo y el optimismo se contagian.