VALÈNCIA. Que son muchos los expedientes que hay que revisar y resolver, sí. Que no había infraestructura suficiente en la Comunidad para hacer frente una catástrofe como la generada por la DANA, también. Pero ninguno de estos argumentos consuela a los emprendedores que llevan días rellenando papeles para acceder a alguna de las muchas ayudadas anunciadas y que no acaban de ver.
El horario habitual de entrada a su negocio de José Manuel Fandos Guerrero estaba entre las 6.00 las 6.30 horas de la mañana. El día que hablamos con él son las 10.30 la hora a la que atraviesa la puerta de la empresa que dirige, Fan2Tec. Lo hace calzando unas botas para el barro, las mismas que lleva luciendo desde el 29 de octubre. No es que se haya dormido la causa del retraso, es que viene de hacer gestiones y negociar con los proveedores.
La suya es una empresa emplazada en Catarroja y especializada en climatización y ventilación industrial y electricidad. La fundó en 2016 él solo, primero como autónomo y, ya en 2018, como Sociedad Limitada. Gracias a su buen hacer han conseguido trabajar con clientes de la talla de Ferrovial, la Universitat Politècnica de València o el Grupo FCC y alcanzar una facturación anual de 3,5 millones de euros, cantidad con la que cerraron el año pasado. Las expectativas para este año no eran peores. Pero eso era antes de la DANA.
Ahora, asegura Fandos Guerrero que lo ha perdido todo, incluyendo seis vehículos, la nave, mobiliario de oficina y herramientas. La documentación se ha salvado porque la tenían alojada en la nube. Las pérdidas las calcula en torno a los 300.000 euros. Para la reconstrucción del negocio, ha pedido la ayuda directa del Gobierno que, conforme a su volumen de facturación, asciende a 40.000 euros, y está pendiente de lo que pueda pagarle por el siniestro el Consorcio de Compensación de Seguros.
La evaluación de los años la llevó a cabo un perito que contactó con él aproximadamente una semana después del siniestro. La inspección se hizo por videollamada, pero no ha vuelto a saber nada de él. Ahora, la forma que tiene de averiguar cómo va su expediente y cuánto dinero le corresponde es entrando cada día a la página consorseguros.es.
También está pendiente de que se especifiquen las condiciones para saber si le interesa o uno solicitar un crédito de los 5.000 millones de la línea de avales para facilitar liquidez a autónomos, pymes y empresas afectadas por la DANA que anunció el Instituto de Crédito Oficial (ICO) hace semanas pero que, a fecha de 21 de noviembre, estaban todavía sin concretar.
Visto el panorama, otra de las gestiones que Fandos ha llevado a cabo estos días ha sido ponerse en contacto con el administrador concursal e informarse de lo que habría que hacer en el supuesto de ir a un concurso de acreedores si no llegasen las ayudas prometidas o fuesen mucho más bajas de lo esperado, en cuyo caso tendría que valorar el cierre. Ello implicaría, entre otras cosas, la desaparición de 22 puestos de trabajo. “Si es que seguimos estando muy solos”, lamenta el empresario.
La situación de Fandos Guerrero no difiere mucho de otros empresarios de las zonas afectadas. La empresa de Nicolás Bustos es NFS Protección dedicada al suministro de vestuario y equipos de protección laboral. Las crisis no le vienen por sorpresa porque la compañía la montó con otros dos socios -hoy está solo- a raíz de la pandemia de la Covid, después de comprobar la falta de material para proteger a los empleados de los servicios esenciales.
Aquellos tiempos los recuerda Bustos como “duros, pero apasionantes” por lo que conlleva arrancar un proyecto empresarial nuevo que satisface una necesidad imperante. Sin embargo, lo que está viviendo con la DANA lo califica de “duro y desesperante”. La diferencia es que antes estaba creando algo y ahora lo ha perdido todo de la noche a la mañana sin saber cuándo ni cómo se va a restablecer la normalidad. “Si fuera yo solo, todavía, pero es que entre el 75 y el 80% de mis clientes proceden de las zonas afectadas”, dice.
Las pérdidas las calcula en torno a los 60.000 euros, incluyendo el coche, el género y la oficina. Los daños en la nave, también afectada, no los recuperará porque el seguro que tenía era muy básico. En cuanto al tiempo que dedica estos días a hacer gestiones lo estima entre 3 y 4 horas diarias. “El problema que estoy encontrando es la falta de información sobre los criterios que se están aplicando en la concesión de las ayudas y la evolución del expediente. Que digo yo que, si en pleno siglo XXI puedes hacer un pedido a Amazon donde te informan de la hora aproximada de llegada y la trazabilizad del paquete, también aquí podría hacerse alguna notificación para saber cómo van las cosas. Sabes cuando empiezas a gestionar un siniestro o la solicitud de una ayuda, pero no cuándo ni cómo va a terminar”.
“Incertidumbre” es también la primera palabra que le viene a Vicent Gosalvez Botella, cofundador de Avant Gestió Tecnica, un estudio de arquitectura y construcción emplazado en Algemesí. Estos días están trabajando desde un local que le han prestado unos amigos mientras tratan de secar sus oficinas, inhabilitadas con un cañón de calor. También el coche en el que se desplaza estos días es de un amigo.
En total, calcula los daños ocasionados en torno a los 250.000 euros. Ha pedido la ayuda directa del Gobierno, también en su caso de 40.000 euros en coherencia con los más de 2 millones de euros que venían facturando, y ha recurrido, así mismo, al Consorcio de Compensación al que tienen que enviar el inventario de los destrozos sufridos. La documentación se ha salvado porque estaba alojada en el servidor externo de uno de los socios. Igualmente, está pendiente de que se concreticen los términos de estos ICOS. No sería el primero. Ya con la Covid solicitó uno del que todavía la quedan 20.000 euros por devolver.
Parte de los 15 operarios que trabajaban en la empresa antes de aplicar un ERTE parcial, se afanan estos días en la ejecución de labores de limpieza y reconstrucción de las fincas afectadas por la lluvia. Sabe, no obstante, que este no es el trabajo que les corresponde hacer, solo una forma rudimentaria de obtener algún ingreso. “El problema principal que veo es la incertidumbre de cuánto, cuándo y cómo te van a pagar. Tampoco sabemos si se va a compensar de alguna manera la bajada en la facturación debida a la inactividad de estos días. Sin saber esto, no puedes hacer planes a futuro”, declara. Aún así, cuando se le pregunta si se está planteando cerrar la empresa, Gosalvez responde: “sí, pero no. Es decir, que me lo he pensado, pero he decidido seguir”.
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