VALÈNCIA. El pasado 27 de noviembre, Rosa Pérez Garijo ganó las primarias de EUPV para ser la candidata del partido a la Generalitat para las elecciones autonómicas del próximo mes de mayo. Un proceso en el que se impuso por 747 votos en unas primarias donde estaban llamadas a participar cerca de 2.000 militantes.
Los resultados despejaron la incógnita de quién sería, a priori, la cabeza de cartel de una de las formaciones que integra la coalición Unides Podem. Días atrás, lo había hecho la otra, Podem, con la elección del actual vicepresidente segundo y conseller de Vivienda del Botànic II, Héctor Illueca. Con estas cartas sobre la mesa, ahora toca que los partidos decidan cómo acudirán a la cita en las urnas y quién liderará el proyecto en caso de ir de la mano, aunque solo sea por garantizarse superar la barrera electoral del 5%.
Dos cuestiones que no son fáciles de resolver. La convivencia de ambas formaciones a lo largo de esta legislatura ha tenido sus más y sus menos, pero a la larga se ha ido erosionado de forma considerable por diferentes motivos: el protagonismo mayor de un partido sobre otro en algunos momentos del mandato, la mayor visibilidad mediática de Podem frente a EUPV, las diferencias que guardaban sobre determinados debates y que han provocado crisis internas, o, incluso, quién se arrogaba los méritos de haber vencido ciertas batallas. En definitiva, una lucha por el relato de dos formaciones que pretenden mantener su suelo y espacio electoral.
La situación ha ido empeorando también con el paso de los meses por los diferentes caracteres de integrantes y dirigentes de ambas formaciones, que no han logrado alcanzar una especial sintonía, y ha derivado en un fin de legislatura donde cada pata de Unides Podem ha decidido jugar la partida por su cuenta. No hay más que ver cómo se encuentra el grupo parlamentario en Les Corts actualmente, por ejemplo.
Desde hace meses, la confianza entre los diputados de Podem y los de EUPV no existe. "La mano izquierda no sabe lo que hace la derecha", sintentizan fuentes del grupo a este diario. Tanto es así, que incluso hasta las cuestiones más cotidianas se han convertido en excepcionales: cada formación tiene contratado su propio equipo de prensa, su propio equipo técnico y asesores. Las notas de prensa no se comparten, e, incluso, en los debates sobre enmiendas a la Ley de Presupuestos o la Ley de Acompañamiento, Podem se ha encargado de ciertos temas y Esquerra Unida de otros. Pero el intercambio de información sobre qué postura se iba a adoptar en determinados aspectos ha sido la justa o una parte desconocía qué enmiendas se habían presentado en determinados asuntos.
Con este telón de fondo, es un secreto a voces que en EUPV no entusiasma la idea de volver a repetir el escenario de 2019. Es decir, ir con el partido de los círculos de la mano a las urnas. Sus dirigentes o cargos más destacados no han escondido su preferencia por ir con Compromís al proceso autonómico. De hecho, después de aprobarse el reglamento de primarias de los valencianistas las formaciones no se quedaron de brazos cruzados y las opciones que se analizaron fueron múltiples.
Una de ellas pasó por que Compromís concurriera junto a Esquerra Unida para los próximos comicios a la Generalitat y a los ayuntamientos. La posible alianza, sin embargo, se ha ido enfriando con el paso de los días. Los máximos referentes ven con distancia un posible acuerdo con Pérez, no solo por la "inestabilidad interna" de EU, sino porque los valencianistas también son conscientes de los riesgos que se asumiría con esta suma ante unas elecciones que vaticinan un ajustado resultado entre la izquierda y la derecha en la Comunitat.
Así, los propios conflictos internos en la coalición valencianista en sus primarias, las reticencias históricas de muchos dirigentes respecto a EU, las complicaciones de entroncar esa marca en una papeleta y a dirigentes en las listas, alimentan las dudas de que el pacto pueda llegar a sumar algo relevante en las urnas y alejan las posibilidades de un acuerdo.
Con todo, el contexto actual es incierto, pues EUPV y Podem se necesitan electoralmente. Las encuestas no señalan que ambas puedan disponer de un margen amplio para alcanzar el 5%, por lo que, de descartarse por completo el pacto con Compromís, ambas formaciones estarían condenadas a entenderse de nuevo. Una tesitura complicada -más aún si se tiene en cuenta el ambiente que atraviesan en distintas instituciones, como Les Corts- que obligaría a ambas fuerzas a negociar al milímetro numerosas cuestiones como las listas o quién encabezaría el proyecto o sería el candidato a la Generalitat en 2023. Quién sabe si volverá a haber matrimonio de conveniencia para el próximo mes de mayo.