He seguido con mucho interés, desde que se aprobara el 22 de junio de 2022 por parte de la Comisión, la “propuesta pionera” para restaurar los ecosistemas dañados y recuperar la naturaleza en toda Europa, (desde las tierras agrícolas y los mares hasta los bosques y los entornos urbanos), todo el proceso hasta el pasado martes, 11 de julio, fecha en la que el Parlamento Europeo adoptó su posición sobre la Ley de Restauración de la Naturaleza de la UE; en primer lugar por la importancia y las repercusiones que dicha ley activará y en segundo lugar por la gran controversia que provoca entre los parlamentarios europeos y también sobre los sectores afectados por la misma.
La nota de prensa del día 12 que resume la sesión plenaria, resalta que los eurodiputados subrayan que la restauración del ecosistema es clave para combatir el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, además de reducir los riesgos para la seguridad alimentaria y destacan que el proyecto de ley no impone la creación de nuevas áreas protegidas en la UE ni bloquea la nueva infraestructura de energías renovables, ya que añadieron un nuevo artículo que subraya que estas instalaciones son de interés público. El Parlamento recalca que la nueva ley debe contribuir a alcanzar los compromisos internacionales de la UE, en particular el marco mundial de biodiversidad de Kunming-Montreal de la ONU. Los eurodiputados apoyan la propuesta de la Comisión de poner en marcha medidas de restauración para 2030 que cubran al menos el 20% de todas las áreas terrestres y marítimas de la UE.
El Parlamento señala que la ley solo deberá aplicarse una vez que la Comisión haya aportado datos sobre las condiciones necesarias para garantizar a largo plazo la seguridad alimentaria y cuando los Estados miembros hayan cuantificado el área que necesita ser recuperada para alcanzar los objetivos de restauración para cada tipo de hábitat. La Cámara también plantea la posibilidad de posponer los objetivos en caso de consecuencias socioeconómicas excepcionales.
El ponente, tras la votación, César Luena (socialistas, España), afirmó: «La Ley de Restauración de la Naturaleza es una pieza esencial del Pacto Verde Europeo y está en línea con el consenso científico y las recomendaciones para restaurar los ecosistemas de Europa. Los agricultores y los pescadores se beneficiarán de ella. Garantizará un planeta habitable para las generaciones futuras. La posición adoptada hoy envía un mensaje claro. Ahora debemos continuar trabajando, defender nuestro mandato durante las negociaciones con los Estados miembros y alcanzar un acuerdo antes de que finalice la legislatura para aprobar el primer reglamento sobre restauración de la naturaleza en la historia de la UE».
Por último, la nota de prensa concluye diciendo que “esta legislación responde a las expectativas de los ciudadanos en relación con la protección y la restauración de la biodiversidad, el paisaje y los océanos, expresadas en las propuestas de las conclusiones sobre el futuro de Europa”.
Hasta aquí todo muy bonito tal como nos lo cuentan en la Comisión y el Parlamento Europeo…pero no nos lo cuentan todo y todo no es tan bonito como lo cuentan. Así que vayamos desgranando la cuestión y tratemos de llegar a lo granular del asunto.
Vaya por delante, para que nadie se lleve a engaño, que soy un convencido defensor de la sostenibilidad auténtica y de su aplicación a las actividades empresariales e inversiones de cartera, de las normas y estándares de informes de sostenibilidad basada en el contexto, SDPI del UNRISD, como ha quedado demostrado en sucesivos artículos publicados aquí mismo VP y en otros medios. También soy partidario de una tregua regulatoria que permita la asimilación por parte de las empresas europeas de toda la avalancha normativa generada en estos últimos años. Pero lo ocurrido con la Ley de Restauración de la Naturaleza me preocupa, tanto por las formas como por los contenidos. Y me explico.
En primer lugar la Eurocámara silencia que el proyecto de ley había sido rechazado previamente por los parlamentarios de la Comisión de Pesca, también por la Comisión de Agricultura y finalmente por la Comisión de Medio Ambiente. Pese a ello, con el rechazo y opinión en contra y el veto de estas tres Comisiones (además del rechazo frontal de agricultores, ganaderos y pescadores europeos), la izquierda europea ha rescatado esta Ley de Restauración y la ha llevado al pleno. Ante esta insólita situación el Partido Popular Europeo (PPE) planteó el veto a la norma por las consecuencias que supone en pérdida de tierras de cultivo y caladeros. Esta propuesta de veto no prosperó y fue rechazada por un ajustado resultado de 324 eurodiputados en contra del rechazo, (socialistas y verdes), 312 a favor (PPE) y 12 abstenciones.
Por limpieza y salud democrática estaría bien una investigación patrimonial de oficio a estos 12 parlamentarios abstencionistas y a sus familiares, para quedarnos tranquilos, no olvidemos lo reciente del caso Qatargate y los pagos a parlamentarios por parte de intereses extranjeros.
Tras esta votación inicial, que supuso un primer escollo para el texto y además un toque severo de atención, los eurodiputados del PPE introdujeron y votaron centenares de enmiendas que reblandecían la dureza del texto inicial, perfilando un texto final aprobado por 336 votos a favor, 300 en contra y 13 abstenciones, una posición final que ahora les permitirá iniciar negociaciones con los Veintisiete.
Una primera conclusión, relevante y significativa, es que no se puede llevar adelante una Ley que enfrenta, y además, que va en contra de la mitad de la población europea como mínimo, sin contar con que arruinará a agricultores, ganaderos y pescadores a la vez que generará escasez de productos alimentarios en Europa, incremento brutal de los precios y una dependencia absoluta de terceros países y de cadenas de distribución nada fiables. En mi último artículo aquí en Valencia Plaza insistía y analizaba la incuestionable polarización (y politización) que las cuestiones de sostenibilidad generan, sobre todo por la visión del nosotros/ellos, que de la misma tienen los políticos y burócratas europeos. Pero lo que se ha hecho con esta nueva Ley de Restauración de la Naturaleza sobrepasa todos los límites, tanto de prudencia como en la calidad de los datos para sustentarla (ausencia de datos) así como de la profundidad de la estrategia (ninguna) y total falta de equilibrio y coherencia.
No olvidemos que se trata de casi un millón de kilómetros cuadrados terrestres afectados (20% del total en una primera fase); en cuanto a la dimensión marina del alcance de esta Ley (marítima y fluvial –ríos, lagos-) no me ha sido posible el cálculo (ver atlas europeo del mar), pero baste decir que la UE tiene más mar que tierra y es la mayor superficie marítima del mundo contando con más de 1.200 puertos por los que transitamos cerca del 90 % del comercio exterior y del 43 % del interior siendo la flota mercante y pesquera de la UE la mayor del mundo. Hágase una idea de la magnitud del daño posible a causar. Eso si, por supuesto, han sacado de la ecuación a todas las infraestructuras de energías renovables (molinillos -terrestres y marinos- huertos solares, etc.) para no bloquear dichas estructuras, ya que se han manufacturado un nuevo artículo que subraya que estas instalaciones son de “interés público”, por lo que no están afectados por esta nueva Ley y por lo tanto no estropean ni el paisaje ni la naturaleza; el impacto ambiental que causan en la naturaleza, para nuestros eurodiputados, no está contemplado en esta nueva Ley de Restauración. Sin embargo un campo de trigo o una granja de vacas, sí.
Volviendo a la polarización, me he tomado la molestia de ver y escuchar, íntegro, el video de la conferencia de prensa del ponente C. Luena (grupo socialistas) y es, toda ella, un claro ejemplo de polarización y provocación. En primer lugar su actitud, expresión física, estética y visual, acorde con el personaje; habla de victoria social del grupo socialista no de la ciudadanía europea, polariza con su protagonismo, arroja su inquina hacia la derecha y la extrema derecha, para luego decir que esta Ley no va contra nadie, pero habla de negacionistas, retroceso y estancamiento; habla de no hacer caso de la derecha y votar en consecuencia (sobre las próximas elecciones del 23J que se iban a celebrar en España) y por último dice que la Ley es buena para todo el sector primario (agricultores, ganaderos, pescadores, silvicultores…) sin aportar datos y por último habla de seguir en la pelea por el medio ambiente y de una victoria apoyada en la comunidad científica.
Está claro que el sr. Luena no ha leído el último artículo al que hago referencia y se empeña en polarizar sobre las cuestiones de sostenibilidad, apoyándose en ilusorias demandas sociales para hacer valer su posición. No es aceptable que siga adelante una Ley que muestra un desacuerdo sustancial de la mitad de la Cámara, además de la oposición frontal de los sectores afectados. Decía en ese artículo que “las personas razonables pueden estar en desacuerdo acerca de cuán relevante es un factor tanto para la economía como para la sociedad pero las opiniones sobre sostenibilidad a menudo van más allá y se adentran en la ideología. La mayoría de las personas no son ni críticos ni defensores, ni creyentes ni negacionistas, que es más propio de lenguaje ideológico, sino profesionales que han desarrollado su punto de vista a través de la evidencia y la experiencia. Cuanto más se asocie un problema con una identidad/ideología, como es el caso de esta Ley de Restauración, con la afiliación política, menos persuasivos resultan sus argumentos, ya que las personas basan su punto de vista más en su identidad que en su contenido”.
Y lo que es intrínsecamente importante es el daño que pueda causar esta Ley a los sectores afectados, en primer lugar y posteriormente a todos los europeos por sus consecuencias económicas y de dependencia alimentaria y de distribución; cuestiones que deberían ser estudiadas y explicadas a conciencia aportando datos de calidad y máximo alcance y con una profundidad estratégica a adoptar por la UE. No es suficiente que nos digan “Según la Comisión”, que la nueva ley traería importantes beneficios económicos, ya que cada euro invertido generaría al menos 8 euros de beneficios. De chiste. Y se apoyan, no en datos ofrecidos, ni en estudios empíricos, ni siquiera predictivos, se apoyan en un díptico preparado por la Oficina de Publicaciones de la UE, puro marketing, al que puede acceder desde el enlace de aquí arriba.
Recordemos que en Europa, desde hace siglos, se han cometido los mayores atropellos invocando “en el nombre de…”. No nos olvidamos de aquellos “en el nombre de dios”, “en el nombre del rey”, “en el nombre del pueblo”, “en el nombre del proletariado”, “en el nombre de la revolución” y muchos más en “el nombre de”. Ahora nos llevan a la ruina “en el nombre del cambio climático”.
Y todo por llevar al terreno de la ideología algo que es del terreno de los argumentos y el debate, de la evidencia y de la experiencia. No de la imposición.
Ricardo Romero es consultor en Sostenibilidad y Estrategia de Impacto