análisis Cp - la pelea pública entre pspv y compromís no oculta sus propias crisis internas

La izquierda entra en crisis y olvida su 'idilio botánico' en menos de un mes

28/06/2023 - 

VALÈNCIA. En la política, como en el amor, las rupturas con los compañeros de proyecto vital son siempre duras. Los caminos se inician con ilusión: te agrada coger de la mano a tu pareja, apoyarla en sus planes, reforzarla en sus momentos difíciles, celebrar sus éxitos o hacerla partícipe de los tuyos. Sin embargo, la convivencia, la infidelidad o, simplemente, las diferentes circunstancias de la vida, sitúan ante los socios en una bifurcación que les lleva a la ruptura de lazos y a la separación.

PSPV, Compromís y Podem-EU fueron las cuatro fuerzas políticas que constituyeron en 2019 el Botànic II, el pacto de gobierno en la Comunitat Valenciana. Una segunda edición que se diferenció de la primera en el espíritu más romántico e ilusionante que acompañó al acuerdo de 2015, tras 20 años de gobierno del PPCV. El candidato socialista, Ximo Puig, era sólido aunque no generaba emoción en las masas; mientras que la cabeza de lista de Compromís, Mónica Oltra, era un fenómeno mediático aunque la consistencia e ideología de su partido generaba más dudas. Ambos, junto al apoyo externo de Podem, afrontaron una legislatura con el impulso y la fuerza de los que llegan a cambiar las cosas.

No obstante, la vigilancias y desconfianzas entre los dos socios de gobierno crecieron en la recta final de la legislatura: Puig adelantó un mes las elecciones autonómicas para hacerlas coincidir con las generales que había convocado el también socialista Pedro Sánchez, con el objetivo de aprovechar su tirón electoral -estaba en un buen momento- y también la movilización surgida contra la irrupción de la extrema derecha representada por Vox. Compromís se enfadó y pataleó, dado que le perjudicaba ese cambio en el calendario al ser un partido únicamente autonómico y de obediencia valenciana, pero Puig había hecho uso del 'botón nuclear' al que tienen derecho los presidentes. El Botànic, sin demasiada ventaja, pudo volver a gobernar, pero algo en se rompió en la relación de los dos socios, que pasó a ser una pareja separada que, por circunstancias, convive con las dosis justas de cariño.

Estos antecedentes son importantes para conocer la situación actual de la izquierda valenciana y entender, cómo en apenas un mes, los socios durante ocho años han pasado a decirse todo tipo de lindezas en redes sociales y también a través de los medios de comunicación, en una vana disputa por vencer en un relato que versa sobre quién tiene razón en el reparto de las miserias tras la derrota.


La chispa que ha prendido el conflicto latente ha sido el reparto de los puestos de la Mesa de Les Corts. El PSPV, por su resultado en las urnas, tenía la capacidad de quedarse con dos de los cinco puestos de la institución, siendo los tres restantes para PP y Vox. Los socialistas podían haber cedido uno a sus exsocios del Botànic, Compromís, pero consideraron -y era lícito- que no tenían esa deuda con la coalición valencianista. Ahora bien, no podían esperar que sus otrora compañeros de viaje se quedaran de brazos cruzados ante la pérdida de un puesto bien remunerado, con asesores adscritos y con protagonismo político en la organización de la cámara: este lunes, los votos del PP se dirigieron, precisamente, a la candidata de Compromís al cargo, Maria Josep Amigó, que salió elegida como secretaria segunda en detrimento de la socialista Josefina Bueno. También lícito. Los populares de Carlos Mazón hacían un guiño a la coalición valencianista que servía, tal y como pretendían, para sembrar la discordia en la izquierda. Objetivo conseguido.

En las últimas 48 horas, sólo con revisar las redes sociales de muchos dirigentes socialistas y de Compromís, basta para darse cuenta de que existían notables dosis de bilis acumulada que va más allá de un mero puesto en la Mesa de Les Corts. La batalla entre ambas formaciones por controlar el relato en la oposición también ha comenzado: el PSPV-PSOE pretende ser protagonista hegemónico y Compromís quiere aprovechar la probable e inminente guerra socialista para, con sus nuevos aliados de Sumar, crecer como principal voz replicante ante el gobierno PP-Vox.

La realidad es que el conflicto entre los dos exsocios principales del Botànic no oculta que existe una derivada más preocupante: los propios debates internos que cada una de estas fuerzas políticas tienen abiertos tras la derrota electoral. En el PSPV, algunos de los actores principales del partido como los secretarios provinciales, Carlos Fernández Bielsa (Valencia) y Alejandro Soler (Alicante), ya han mostrado sus credenciales de cara a la sucesión de Ximo Puig, quien de momento ha proclamado su intención de continuar en el cargo. Es más, en el entorno del todavía presidente de la Generalitat, no terminan de entender algunas de sus últimas decisiones tanto su propuesta de listas al Congreso y Senado como en su elección para la Mesa de Les Corts. De hecho, la airada reacción de algunos de los altos cargos socialistas frente a Compromís por lo ocurrido este lunes podría deberse también a la intención de tapar los propios problemas internos que atraviesa el PSPV, con las propias discrepancias internas respecto al liderazgo de Puig.


Tampoco es el momento más boyante para Compromís, coalición formada por Més -la pata mayoritaria-, Iniciativa y VerdsEquo. Tras la marcha de Oltra y la derrota de Joan Ribó -sobre el que algunos empiezan a preguntarse si no debería salir-, la coalición no parece disponer de liderazgos consolidados de futuro. De hecho, cabe recordar que esta fuerza política tiene todavía pendiente -desde hace años- si va a avanzar hacia una fórmula orgánica estable o seguirá permaneciendo como una coalición.

Pero este no es el único problema. El reparto de puestos principales ha provocado las críticas de Iniciativa, el partido de Mónica Oltra y Aitana Mas, que consideran que Més (el antiguo Bloc) está acaparando todos los cargos destacados tratando de arrinconarles dentro de la coalición.

Tanto en el caso de PSPV como de Compromís, el resultado de las próximas elecciones generales puede ejercer de bálsamo o de detonante para que atravesar ciertos momentos de paz o para que se aceleren conflictos de mayor importancia casi de forma inmediata.

Podem, tocado y hundido

Si el destino de los dos socios mayoritarios del Botànic se aprecia convulso, más concisa ha sido la formación morada tras su debacle en las elecciones autonómicas y locales del pasado 28 de mayo. Hace poco más de una semana la coordinadora autonómica de Podem y candidata al Ayuntamiento de València, Pilar Lima, anunciaba su dimisión del cargo como respuesta al resultado de los comicios, donde su partido quedó muy lejos de superar el listón electoral del 5% tanto en Les Corts como en el consistorio.

Un anuncio al que siguió el de su compañero Héctor Illueca, candidato a la Generalitat y vicepresidente segundo del Consell, quien informó pocas horas después de Lima que dejaría la política y regresaría a la Inspección de Hacienda.

Dos marchas significativas que, unidas algunas incorporaciones hechas en la candidatura de Sumar liderada por Yolanda Díaz, deja a Podem en un estado de extrema debilidad tanto por la ausencia de referentes propios del partido como por el deseo de absorción de otras fuerzas de la izquierda.

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