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tribuna libre / OPINIÓN

La naturaleza tiene una voz humana

9/05/2023 - 

Leyendo recientemente un interesante artículo de Kristin Suleng en Valencia Plaza sobre liderazgo y alerta temprana para combatir los incendios forestales que se producirán  este verano, me he preocupado por analizar la situación actual de nuestros montes,  bosques, población forestal y demás activos naturales susceptibles de sufrir un mega incendio. (Ya han empezado, a finales de marzo, ver incendio Villanueva de Viver con casi 5.000 hectáreas arrasadas).

Y como no, me doy de narices con la Administración. No voy a valorar las excusas utilizadas para justificar dichos incendios ni las causas de los mismos (falta de limpieza, políticas inadecuadas…), ya que, en definitiva, los incendios no son sino desastres naturales accidentales, provocados y/o ambas cosas. Son impactos negativos generados por acciones o inacciones de nuestras administraciones sobre el medio ambiente en este caso. También tienen un impacto negativo sobre bienes y cultivos  de las personas de las poblaciones limítrofes que afectan a su bienestar actual y comprometen su futuro.

Me pregunto: ¿cómo es posible que con los adelantos tecnológicos, previsiones meteorológicas, equipos antiincendios de última generación, drones, aviones, equipo humano especializado, etc. se tarde más de 25 días en sofocar un incendio? Digo sofocar, porque lo de perimetrar es de risa. Antiguamente, hace 50,75 o 100 años, los incendios, menores en cantidad, pero idénticos en virulencia, el fuego es el fuego, se sofocaban con relativa rapidez y afectaban a la décima parte de hectáreas que actualmente. Ah, el liderazgo. 

No es posible que en pleno siglo XXI, las decisiones que afectan a nuestros bosques se tomen desde despachos de personas que no han pisado, habrá excepciones, un bosque. ¿Cómo es posible que en plena Era de la colaboración público privada, se tomen decisiones ideológicas sobre nuestros activos forestales, sin atender a los datos ni consultar a los expertos sobre el terreno (titulares de los derechos)?

Tomando como referencia las conclusiones de las últimas cumbres mundiales sobre biodiversidad, COP15, en las que se nos anima a mirar a las poblaciones indígenas y rescatar y aplicar sus conocimientos ancestrales de la naturaleza, como es posible que todo el entramado legislativo que afecta a nuestros bosques y recursos forestales no haya tenido en cuenta las opiniones y experiencias de los principales conocedores de los mismos, como son los agricultores, ganaderos, agrosilvicultores, asociaciones de cazadores y pescadores, poblaciones limítrofes y sus corporaciones locales, etc.    

Cuando tenemos la sospecha de que vamos por el camino equivocado la sensación es muy desagradable y las consecuencias desastrosas.

Utilizamos la tecnología para impulsar y rentabilizar cosechas y producción ganadera; aplicamos la alta tecnología para prevenir los incendios (la startup OroraTech, con sede en Múnich, tiene como objetivo prevenir incendios mediante el uso de IA y satélites y así poder mitigar futuros desastres de alta gravedad desarrollando cámaras térmicas infrarrojas que,  utilizando algoritmos basados en IA, miden la temperatura de cada píxel en tiempo real para detectar incendios forestales)el secuestro de carbono por IA y los algoritmos de cálculo avanzados para optimizar las cosechas…, pero todo esto solo puede ayudarnos hasta cierto punto. 

Debemos aprender de las comunidades que han utilizado y desarrollado, tras siglos de observación, un profundo conocimiento geográfico de su tierra y prácticas ancestrales para cultivar formas sostenibles de vida y trabajo. Hay muchos beneficios sociales y ambientales que se combinan al aprovechar las tecnologías tradicionales. No podemos ni debemos marginar la biodiversidad nativa de nuestros pueblos y su sabiduría para estimular la economía local y proteger los activos forestales, de los que ellos son los principales conocedores. Actualmente tenemos que incluir a estas comunidades, típicamente marginadas, en la gestión de sus tierras y en la generación de políticas que les afectan directamente.

Si las empresas y los municipios están comenzando a comprender la importancia de las prácticas que realizan sus agricultores, silvicultores, ganaderos, cazadores, etc. por qué desde las administraciones, Central y Autonómica, no se respetan dichos conocimientos ancestrales y se tienen en cuenta las opiniones de dichas partes interesadas. (Deloitte publicó recientemente un marco de referencia, en colaboración con el Foro Económico Mundial, que detalla la importancia de integrar perspectivas ancestrales y afirma que "la solución radica en reorientar los sistemas de 'valor': escuchar y respetar económica, académica y socialmente y valorar políticamente el conocimiento que rigió el uso y cuidado de las tierras (labranzas, bosques, activos forestales) durante milenios. La naturaleza tiene una voz humana”. Y yo añado, una voz que nuestros políticos, desde las distintas administraciones, no han estado dispuestos a escuchar.  

En definitiva, debemos desbloquear  nuestro potencial para amplificar las soluciones que la Comunidad Valenciana necesita en este momento. Y entender que no todas las mejores ideas y soluciones avanzadas fluyen de la Administración, como ha quedado demostrado una y otra vez, incendio tras incendio. Más bien, las soluciones requeridas  para avanzar más y más rápido en el abordaje de la gestión medioambiental que afecta a nuestros pueblos y nuestros bosques deben ser impulsadas por soluciones intersectoriales, compartiendo las perspectivas de quienes entienden profundamente las regiones, los sistemas y los problemas que se abordan. Si podemos hacer eso, tal vez finalmente podamos llegar a una solución real.

Dejaremos de subyugar, avasallar y someter a nuestros agricultores,  ganaderos y demás partes interesadas en el ecosistema forestal.

Ricardo Romero es consultor en Sostenibilidad y Estrategia de Impacto

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