Según su segundo artículo, la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran, así como la solidaridad entre todas ellas. Recuperando una vieja idea del socialista Anselmo Carretero, al presidente Zapatero le dio por decir que España era una nación de naciones. Al parecer, consideraba que la ambigua palabra "nacionalidades" era equivalente a la de "naciones". La verdad es que nunca nadie ha sido capaz de explicar en qué consiste una "nacionalidad", más allá de insinuar que sería una "nación cultural, pero no política, ni soberana". Pero, seamos realistas, a nadie le importan un higo las naciones culturales. La gente lo que quiere es soberanía y lo demás son sucedáneos irrisorios. Y como eso no es factible, una "nacionalidad" ha resultado ser, en la práctica, una región bilingüe. Y punto. En consecuencia, podemos concluir (al menos si tratamos de atenernos a las reglas de la Lógica) que las naciones de naciones no existen. Y no existen porque o bien un territorio es soberano, y entonces no depende de otro más amplio en el que esté inserto, o bien no es soberano, y entonces no es una nación.
"Es más eficiente operar en un mercado de 50 millones de personas que en uno de solo 2 millones"
Pero, ¿qué es una nación? Desde el punto de vista económico, es una unidad de mercado y fiscalidad. En el seno de una nación no se imponen aranceles al tránsito de mercancías. Desde el punto de vista social, es una unidad de solidaridad y redistribución. En el seno de una nación, todos los impuestos se aplican a los servicios públicos básicos, sin que haya contribuyentes exentos de ese deber de solidaridad. Por eso, la plurinacionalidad es ruinosa en términos económicos y sociales. Por un lado, fragmenta el mercado, creando ineficiencias y dificultando las ventajas de escala. Es más eficiente operar en un mercado de 50 millones de personas que en uno de solo 2 millones. Por otro lado, la plurinacionalidad fragmenta la solidaridad, lo que va en perjuicio de los más pobres e incrementa las desigualdades. Varias regiones españolas, entre ellas de la Murcia, reciben transferencias emanadas básicamente de Madrid y de Cataluña. En un régimen plurinacional esas transferencias no llegarían, lo que beneficiaría a los madrileños y a los catalanes, pero perjudicaría a los murcianos, andaluces, etc.
Recientemente hemos tenido un buen ejemplo de la ruina que acarrea funcionar en régimen de plurinacionalidad. Como es sabido, el Partido de los Socialistas Catalanes (PSC) pactó con Izquierda Republicana de Cataluña (IRC) unos presupuestos regionales que incluían el apoyo a Hard Rock Entertainment World, un gran parque recreativo, con múltiples casinos y otras diversiones, a instalar en Tarragona. Ahora bien, los Comunes, los neocomunistas de Ada Colau, se opusieron a ese proyecto. ¿Por qué? Porque los neocomunistas se oponen a los juegos de azar y al turismo masivo. Si los hubiese en Las Vegas, cerrarían los casinos y devolverían la ciudad a su inicial estado desértico. Hasta ahí, todo normal. Ahora vamos a ver desplegarse la plurinacionalidad en toda su belleza. Los Comunes forman parte de Sumar, la formación plurinacionalista liderada por Yolanda Díaz, la cual ostenta el puesto de vicepresidenta del Gobierno español. Alarmados los ministros socialistas por la posibilidad de que no se aprobasen los Presupuestos catalanes, le solicitaron a Yolanda que mediase ante Ada. Respuesta de la gallega: imposible porque, como somos un grupo plurinacional, no nos queda otra que respetar la soberanía de los Comunes en Cataluña.
"¿Pensó Sánchez en convocar elecciones, como hizo Aragonés en Cataluña? Negativo"
El resultado neto de esa brillante operación plurinacional fue que Cataluña se quedó sin Presupuestos. Y, claro, en esas condiciones nadie podía pedir a IRC que apoyase los Presupuestos españoles. Y más teniendo en cuenta que los de IRC son plurinacionalistas a tope. Resultado secundario, el Gobierno español se negó a presentar los Presupuestos al Congreso. ¿Pensó el presidente Sánchez en convocar elecciones, como hizo Aragonés en Cataluña? Negativo. Según nuestro presidente, se puede gobernar sin Presupuestos. Cuando estaba en la oposición decía justo lo contrario, pero ya sabemos que esas contradicciones forman parte del caos sanchista.
La ola plurinacional no se ha limitado dejar sin presupuestos a Cataluña y a España, sino que está expandiéndose por abajo y por arriba. Por abajo, amenaza con dejar también a Barcelona sin Presupuestos. Por arriba hemos visto al presidente Aragonés pedir que Cataluña administre todos los impuestos generados en esa región (bilingüe, pero región). Eso supondría romper la Agencia Tributaria, dotar a los separatistas de un formidable instrumento de presión sobre los catalanes y cargarse las transferencias al resto de España. Pero ningún plurinacionalista, sea socialista o neocomunista, tiene derecho a quejarse. Es lógico que, si España es una nación de naciones, cada de sus naciones se haga cargo de sus propios impuestos. Lo dicho, la plurinacionalidad es ruinosa.