CASTELLÓ. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia de las relaciones sexuales dolorosas afecta entre el 8 y 22% por ciento de las mujeres. La dispareunia se define como dolor o molestia antes, después o durante las relaciones sexuales. Un trastorno que provoca dolor asociado al coito que afecta sin duda a la vida sexual de las mujeres. La sintomatología puede abarcar desde el dolor vulvar o vaginal, disminución de la lubricación vaginal durante las relaciones sexuales, sequedad y ardor, sangrado vulvar o sangrado vaginal.
La doctora Sandra Ortega, ginecóloga de Vithas Castellón, afirma que “la dispareunia se debe a diferentes causas y no solo ocurre en la menopausia, sino también por ejemplo en mujeres jóvenes durante el posparto, aunque es cierto que durante la perimenopausia se produce mayor pérdida de lubricación, sequedad por la falta de estrógenos o fragilidad de los tejidos, cambios favorables a la aparición de este tipo de dolor”.
Este trastorno puede deberse a algunos problemas ginecológicos como la endometriosis, infecciones por hongos, inflamaciones vaginales, miomas o enfermedad inflamatoria pélvica. “Este proceso infeccioso en la pelvis, -afirma en un comunicado la especialista-, afecta a las trompas y no solo produce dolor, ya que si no se trata a tiempo puede causar infertilidad” y subraya que “otros motivos son la existencia de enfermedades autoinmunes o problemas dermatológicos en la vulva , como la vulvodinia o vestíbulodinia, que también pueden ser causa de coitos o relaciones genitales dolorosas ” .
La profesional apuesta por un abordaje integral más allá del diagnóstico clínico y hace especial hincapié en la parte psicológica de este trastorno, ya que “la mujer va a tener miedo de intimidar, puede sentir depresión, angustia y rechazo a su pareja para no padecer del dolor” y explica que “a la hora de tratar a las mujeres que presentan dispareunia, lo más importante es conocer la causa, para lo cual no solo es necesario explorar a la paciente, sino conocer cómo le afecta a su vida y en qué medida afecta a sus relaciones de pareja”.
El diagnóstico se basa en los síntomas y en un examen pélvico para buscar signos de irritación de la piel, infecciones o problemas anatómicos. Además, se puede realizar un examen visual de la vagina, usando un instrumento llamado espéculo para separar las paredes vaginales o una ecografía pélvica. La doctora Ortega recalca que “una buena forma de prevenirla es proporcionar una buena educación sexual para fomentar la lubricación y evitar las infecciones y enfermedades genito-urinarias”.