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Las Tascas, patrimonio de Castelló

11/11/2019 - 

CASTELLÓ. Desde muy pequeña vivo en la calle Barracas, más conocida por todo Castelló como la calle de las Tascas, y eso ha hecho que estas formen parte de mi vida de una forma diferente.

Mis padres, Ernesto y Delfina, nos inculcaron, tanto a mí hermano como a mí, que las Tascas no eran únicamente un medio de vida, sino una forma de vivir. Las Tascas han sido, son y esperemos que sean, un punto de referencia para la mayoría de la sociedad. Quedar en las Tascas ha sido siempre una forma de relacionarse con el resto de gente de Castelló; no quedabas en el bar de Ernesto, o en el Mejillón, quedabas en las Tascas, porque una vez allí te tomabas una copa en uno u otro alternando indistintamente entre ellos. Siempre ha habido una cordialidad y armonía entre clientes y propietarios digna de admirar.

Las Tascas son un lugar para relacionarse, para disfrutar, ya sea en familia o con amigos, e incluso, por qué no decirlo, para enamorarse. He vivido todo esto en primera persona porque era mi padre a quien muchos jóvenes de Castelló acudían a contarle lo mal o bien que le habían salido los primeros exámenes como universitarios en el antiguo CUC, o cómo de nerviosos estaban porque ese día le iban a pedir a su novia de toda la vida que se casaran...

En algunos momentos todavía veo a mi padre por la tasca, me lo imagino hablando con unos, riendo con otros, chapurreando en inglés con el turista extranjero que ha venido a probar los chipirones o las bravas por las referencias que le han dado. Así era mi padre, amigo y confidente, así se vivía la vida en las Tascas. Pero lo mejor es que ese legado sigue vivo. Hoy en día la gente sigue quedando en las Tascas, es el punto de reunión para salir a cenar o tomar algo con los amigos, es un punto neurálgico de convivencia de la gente de la provincia de Castellón.

Nunca llegue a entender a la asociación Castelló Sense Soroll cuestionando los horarios de esta zona de ocio de nuestra ciudad, y el afán que actualmente muestran con que se cumpla una ley a todas luces incomprensible en la que un viernes o un sábado no puedas tomarte un vino o una cerveza en la calle de las Tascas a las 11 de la noche, pero sí puedas hacerlo un martes o un miércoles. Y más aún cuando, dado nuestro clima mediterráneo, da para estar en la calle sin pasar frío, no como en otras ciudades españolas como en el Tubo en Zaragoza, en la calle Laurel de Logroño, o en León. Allí nadie cuestiona el horario de cierre de los bares, porque saben que a las 12 de la noche allí ya no queda nada, al igual que aquí, donde desde siempre a eso de las 12 de la noche en la calle ya no hay nadie. Sigo sin entender.

Después de tantos años de tira y afloja con las autoridades, no se qué es lo que ocurre en esta zona, qué intereses hay en que las Tascas no sigan formando parte de la vida de la sociedad castellonense. Pero lo peor es que me pregunto qué hacen nuestros dirigentes políticos para que esto no acabe aquí, qué soluciones dan para que las Tascas no acaben siendo un callejón carente de vida.

Las Tascas son patrimonio de Castelló, son nuestro legado de ocio a generaciones futuras.

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