VALÈNCIA. Alumnos y profesores volvieron a la rutina el pasado 10 de enero tras unas navidades marcadas por el crecimiento del número de contagios fruto de la sexta ola -quinta en la Comunitat- de la pandemia. En este contexto, los centros educativos valencianos han tenido que afrontar, tal y como varios docentes lo describen, un "caos" en las aulas que han gestionado con mucho trabajo y cierta resignación.
Según datos oficiales del Ministerio de Sanidad, la incidencia acumulada en los últimos 14 días entre los habitantes de, como máximo, once años de edad es de 3.558 casos cada 100.000 habitantes en la Comunitat Valenciana. Estas cifras, en conjunto con las que se publicaron a lo largo del parón navideño, evidencian que el alumnado ha regresado con una compañera nueva en sus aulas: la variante ómicron. Y las estadísticas de seguimiento diario no parecen revertir la tendencia.
Castellón Plaza ha contactado con personal docente, sindicatos y asociaciones de padres y madres para que compartan cómo han sido estas dos primeras semanas de regreso a las clases, especialmente tras conocer la modificación del protocolo de confinamiento para grupos de alumnos realizada por la Conselleria de Sanitat que hace que sólo tengan que realizar una cuarentena de siete días grupos con un mínimo de cinco infectados - o un 20% del total - cuando antes un positivo era suficiente para esta medida.
Este cambio de protocolo ha hecho que, según los últimos datos de la conselleria, el número de grupos confinados se haya contenido aunque se estén incrementando los contagios.
El Sindicat de Treballadors i Treballadores de l'Ensenyament del País Valencià (STEPV) ha lamentado que desde la Conselleria de Sanitat no se hayan puesto en contacto con ellos antes de la reformulación del protocolo y escuchado sus propuestas "como siempre solían hacer" con anterioridad. Aunque afirman "entender" la situación actual de la sanidad valenciana, piensan que el Gobierno central y el valenciano "deberían haber tomado medidas en Navidad". Para el sindicato, el no haberlo hecho, precisamente, es la causa de la "sobrecarga" actual de la docencia y de que estén "pagando justos por pecadores".
Belén es profesora de Educación Infantil y no dudó en emplear el término "caótico" para describir el ambiente actual en las aulas valencianas. El por qué del uso de esta palabra se esconde, según ella, detrás de "los constantes cambios de protocolo cada 'x' tiempo". En base a su experiencia personal, ejercer la docencia en la era de la pandemia le ha supuesto "una mayor preocupación por el protocolo" que a veces, subraya, ha costado el precio de "no investigar nuevas metodologías o materiales para que los niños aprendan".
Ica, otra docente en el mismo ciclo formativo, también se muestra escéptica ante los cambios protocolarios respectivos al virus. "Es un caos, pero un caos, sobre todo, raro". El cambio repentino del mínimo de contagios de uno a cinco le parece "una barbaridad", más aún cuando su entorno laboral está conformado por niños que no llevan mascarilla por el nivel en el que se encuentran.
Los testimonios de estas dos maestras de Infantil abren el debate de si este "caos" que señalan está justificado por la situación socio-sanitaria que se atraviesa o es una sobrecarga para la docencia valenciana.
Tener que esperar hasta que cinco alumnos den positivo para confinar un grupo es visto de diferentes maneras por los profesionales de la educación. Algunos afirman sentirse "totalmente desprotegidos"; otros coinciden pero "entendiendo que es un paso a dar" para que las medidas futuras sean más laxas; y otros apelan a la vacuna para esgrimir que no es una cuestión de "desprotección".
Uno de los argumentos más recurrentes para defender el cambio de Sanidad es la rápida propagación de ómicron. Si la transmisión es elevada y un único contagiado basta para cerrar un aula, el número de grupos en cuarentena sería mayor que el que pudiera haber con los estándares actuales.
Esta visión la comparte la asociación de padres y madres FAMPA, partidaria de la presencialidad. "Lo más coherente siempre es el retorno al aula", explica su portavoz, Rubén Pacheco, a este diario. Ante las visiones escépticas de parte del profesorado, desde la asociación de padres y madres "defienden todo aquello que digan los científicos".
Precisamente en la organización afirman que el ámbito educativo es "de los más seguros" y que, para evitar contagios en las aulas que forzasen la cuarentena, se debería "haber sido más restrictivo en el ámbito social" durante Navidad, pues es el social y no el educativo, a sus ojos, el ámbito donde se originan los contagios que derivan en brotes en el entorno escolar.
Cristina es una profesora que no se posiciona en un lado en particular del debate. Si bien puede entender esa sensación de desprotección que se genera en algunos docentes, piensa que el miedo que se pueda tener no es "tan intenso" como el del comienzo de la pandemia. Por otro lado, su compañera en prácticas, Sandra, recalca que lo más negativo de estos protocolos de confinamiento es la dificultad de poder enseñar a sus alumnos de Infantil sin poder interactuar directamente con ellos o su material. "Es impotencia y rabia, a veces se siente como no poder ayudar", añade, como resumen del cambio de presencialidad a modalidad telemática propiciada por los contagios.
Por otro lado, STEPV también destacó a Castellón Plaza su visión particular de lo que estiman que es consecuencia de la sexta ola y el nuevo protocolo de confinamiento: las bajas del personal docente y sus respectivas sustituciones. Según su portavoz, Marc Candela, varios colegios tienen que "ir apañándose como pueden" con esta problemática. Esencialmente, el problema en sí es dividido desde el sindicato en dos: la tramitación por parte de Conselleria y la "corta" duración de la baja.
Por un lado, durante el tiempo que tardan en tramitar la baja en Conselleria, el centro no puede cubrirla porque aún no existe. Y por el otro, al ser la cuarentena de siete días, la baja tramitada con cierto retraso puede provocar que el sustituto se incorpore cuando el titular en realidad ya puede volver al puesto. En sus propias palabras, está decisión "la sufre el profesor y la sufre el alumnado".
Y en ello coincide también una profesora de Formación Profesional que ha atendido a este medio y ha dejado claro que va "loca" con la sobrecarga de trabajo que los confinamientos en su centro le están provocando.
Como no pueden suspender las clases en su centro, tiene que combinar sus lecciones presenciales, las tareas que, a parte, envía telemáticamente a sus alumnos contagiados y la suplencia que a veces realiza en clases de sus compañeros de baja.
"Lo único que hago es mirar el calendario y las noticias esperando que bajen los contagios porque no veo fin", afirma. "La administración no puede estar en Navidades, en plena sexta ola, como ha estado: sin hacer nada. Viendo el alza de los positivos estaba claro que íbamos a volver a las aulas en esta situación".
A las quejas formuladas por STEPV y esta docente se suma el sindicato CSIF, que denuncia las horas extras que el personal ha tenido que hacer para cubrir las bajas que se iban sucediendo. "Medidas que se adecuen a esta situación" así como "la posibilidad de poder mantener diálogo con la Conselleria" han sido las dos peticiones que han querido resaltar.
En este sentido, fuentes de la Conselleria de Educación consultadas por este diario admiten que la situación es "complicada" especialmente por la rápida propagación de Ómicron. Sobre las sustituciones, defienden los 5.000 profesores extra dispuestos para las mencionadas bajas eventuales por la pandemia, si bien reconocen que, en ocasiones, especialmente si la situación ocurre en viernes, la incorporación de un sustituto no puede agilizarse lo suficientemente rápido para que prácticamente no coincida con el alta del docente afectado, por lo que algunos grupos sí pierden algunos días de clase.
No obstante, desde el citado departamento, señalaron a este diario que esta misma semana planean trasladar a los directores de centros de infantil y primaria el aplazamiento o flexibilización de trabajo no -presentación de programaciones y otros trámites- que no resulte absolutamente imprescindible y que habitualmente debe remitirse a la conselleria. Una manera de restar carga de trabajo y dar oxígeno a profesores y centros ante el volumen extra generado por la ola pandémica.