Un mejor uso de las tecnologías digitales disponibles es lo que entendemos como transformación digital. El objetivo es reformar todo tipo de procesos en el ámbito empresarial, como también transmutar productos y servicios que buscan optimizar la experiencia del cliente en todas las interacciones con la empresa o con la marca. Además, no se trata solo de integrar nuevos instrumentos o plataformas de aplicación digital sino de cambiar las funcionalidades de las empresas, con el fin de reforzar el valor añadido que pueden ofrecer a sus clientes y grupos de interés. Bien aplicada, la digitalización impacta en todos los niveles de una empresa: desde la estrategia hasta la cultura empresarial, al igual que en los procesos de innovación.
Para el inversor, resulta interesante dedicar tiempo en recabar información y noticias sobre empresas cotizadas y no cotizadas pioneras de esta tendencia significativa. Son típicamente sociedades que participan o se benefician de esta revolución mediante sus aportaciones. Recomiendo centrarse en temáticas vinculadas a la inteligencia artificial generativa, la informática en nube, las aplicaciones de nuevos sistemas de pago, las fintech o la ciberseguridad. También resulta muy interesante todo lo que aboga el conocimiento que facilita procesos soportados por datos y la transformación general del mundo laboral con nuevas formas de trabajar y nuevas profesiones.
Empresas apetecibles en estas especialidades y que ya han salido a bolsa, que tienen la ventaja de ofrecer liquidez al inversor. Si además llevan un tiempo cotizando, son compañías mejor establecidas, con el foco puesto en el crecimiento constante para generar solidos balances y permitir así financiar su propio crecimiento. Lo que ocurre es que en entornos de tipos de interés cambiantes como ahora suelen tener un comportamiento más volátil que otras de sectores más tradicionales.
Si nos centramos en la búsqueda de no cotizadas, el primer problema con el que nos encontramos es que será complicado convertirse en partícipe, salvo que sea a través de un fondo de capital privado o mediante la compra de un bono al que se accede por vía de los mercados de capitales. La ventaja es que estas empresas reaccionan menos a los cambios en los tipos, mientras ofrecen un potencial de crecimiento más a largo plazo. A cambio, nos encontramos con unos balances menos sólidos y la menor capacidad de autofinanciación, obviamente.
Entre todas las ideas expuestas anteriormente destacaría dos en especial: la inteligencia artificial generativa y el cloud computing. La inteligencia artificial generativa está creando mucho debate en torno a su moral y ética, pero también por los desafíos regulatorios que representa. Por supuesto, la protección de la propiedad intelectual y de datos en general es un tema por tomar muy en serio. No obstante, trae numerosos beneficios y su uso responsable será pieza clave para el éxito. El salto cualitativo en creatividad e innovación puede ser enorme aun teniendo en cuenta los estándares de regulación y todos los aspectos éticos. Además, tendrá efecto muy positivo en la productividad y el acceso a productos y servicios, tanto físicos como digitales, por no mencionar la mejora de calidad y menores precios de adquisición. Se estima que las oportunidades que ofrecerá la IA generativa durante la próxima década, se podrá medir en miles de millones de dólares.
En otro sentido, pienso que existe otra rama en la que los inversores están subestimando el potencial como es el caso del cloud computing. Se atribuye a informática tradicional y para los tiempos tan cambiantes y se podría hasta interpretar como algo 'obsoleto'. Pero si nos paramos a analizar, es cierto que forma la columna vertebral o dicho de otra manera, es el precursor de toda transformación digital. Las empresas que sabrán destacar en los valores añadidos que ofrece esta especialidad, tendrán mucho por ganar. Hablamos aquí de la seguridad, la fiabilidad y el buen rendimiento en campos como los bancos de datos, servidores, almacenamiento y análisis de datos como también el software. Mas aún si sabemos que existe mucho potencial sustancial de crecimiento en los países emergentes, donde la implantación de los servicios en cuestión se encuentra en una fase todavía muy inicial en la mayoría de los sectores.
Christian Dürr es socio-director de ETICA Patrimonios EAF