El Senado de España está de moda. Jamás imaginó esta cámara de segunda lectura que le ganaría en protagonismo al Congreso de los Diputados. El bicameralismo asimétrico se ha invertido. Pero no para solucionar problemas de la gente, sino para hacer correr ríos de tinta.
En esta XV legislatura, al contrario que sucede en la Carrera de San Jerónimo, la Cámara Alta, cuenta con mayoría absoluta del PP. Tienen el control del hemiciclo y de la mesa. Y lo utilizan con el único objetivo de generar ruido con decisiones polémicas.
Cuando el Partido Popular, con Feijóo al frente, agotó todas las estrategias y no tuvo más remedio que asumir que había perdido la posibilidad de ocupar la Moncloa y estar al frente del Gobierno de España, tuvo que reprogramar el rumbo. Solo tenía dos salidas. Optar por estar a la altura de un partido de Estado, respetar la democracia y hacer una oposición constructiva… o hacer lo que está haciendo. Una contienda de desgaste continuo vaticinando los peores escenarios, recorriendo el camino de la sexta plaga conocida como la de las tinieblas… Una profunda oscuridad, según el PP, mientras los socialistas gobernaran.
Estos días ando leyendo SPQR Una historia de la antigua Roma, de Mary Beard, una de las clasicistas y divulgadoras culturales con mayor repercusión internacional, que defiende la importancia de conocer la antigua Roma, ya que después de 2.000 años sigue siendo la base de la cultura y la política occidental. La base de cómo vemos el mundo y nuestro lugar en él.
El PP ha decidido plantar batalla en el Senado y convertir la Cámara Alta en su trinchera parlamentaria. Un escenario donde en vez de estar al servicio de la ciudadanía, ponen la institución al servicio de Génova. Un escenario donde se están tomando decisiones que van claramente en contra del buen funcionamiento de la institución. Decisiones alejadas de la lógica, el diálogo y el consenso. Un escenario en el que se toman decisiones que no solamente afectarán a los partidos de Gobierno, sino a todo el sistema político español.
Como declaraba estos días el portavoz socialista en el Senado, Juan Espadas, Feijóo ha decidido que el Congreso ya no tiene legitimidad y que el Senado puede ser un buen escaparate para generar noticias, desgastar al Gobierno y acelerar la presión contra Pedro Sánchez.
Hace apenas unos días, los senadores socialistas conocíamos el calendario de las sesiones plenarias para los próximos meses en el Senado de España. Este nuevo periodo se inicia con su primer Pleno ordinario el próximo día 6 de febrero. Vaya por delante que las senadoras y senadores socialistas teníamos ganas ya de iniciar la actividad parlamentaria, porque viendo a nuestros compañeros en el Congreso, no se entendía por qué en el Senado se debían alargar las vacaciones de navidad hasta casi ponernos el disfraz de carnaval.
Y, de repente, al PP le entraron las prisas. Pero no prisas para trabajar cuestiones concretas, convocando las comisiones de trabajo, donde se entra al detalle en los contenidos de las políticas. Comisiones que la mayoría de ellas todavía no se han celebrado. Les entraron las prisas para ampliar los plenos en la Cámara Alta con el único fin de poder ampliar su único altavoz institucional y continuar desgastando al Gobierno de Pedro Sánchez.
A esto se de dedica el Partido Popular. Ataca al Gobierno sin descanso con el monotema de la amnistía mientras vota en contra de todas las iniciativas que mejoran la vida de la ciudadanía. Votan en contra del incremento del Salario Mínimo Interprofesional, de la revalorización de las pensiones de nuestros mayores o de la senda de déficit en el Senado.
Ese mismo tándem del PP con la ultraderecha sigue haciendo de las suyas allá donde puede. Debilitando el Estado del bienestar en aquellos territorios donde gobiernan, como hace Mazón en la Comunitat Valenciana, con importantes recortes e impagos a los colectivos más vulnerables, a la vez que acumula varios meses de destrucción de empleo.
Volvamos a la Roma de Mary Beard. Parece que algunos de los actores actuales muestran añoranza de aquella época y quieran volver al centro de la vida política romana del siglo I a. C. A sus convenciones, controversias y conflictos, donde Senado y Pueblo Romano, eran las dos únicas fuentes de autoridad política.
Así que aprovecho, recordando el conflicto entre Cicerón y Catilina, presente en ocasiones en la retórica política del siglo XXI, y rescato su discurso de la Primera Catilinaria, con aquella famosa línea introductoria. Y pregunto: ¿Hasta cuándo, señorías del Partido Popular, abusarán de la paciencia de las españolas y los españoles? ¿Hasta cuándo, señorías del PPVOX abusarán de la paciencia de las valencianas y los valencianos?
QUOUSQUE TANDEM