Del 15 al 18 de julio tuvo lugar en Pekín, en el Hotel Jingxi (regentado directamente por la Comisión Militar Central), el Tercer Pleno del XX Comité Central del Partido Comunista de China. Las expectativas creadas sobre la importancia de este evento político en la agenda política de China, quizás, han resultado desmesuradas. ¿En qué consiste y porqué puede ser muy importante un Tercer Pleno? Se trata de una reunión plenaria del Comité Central del Partido Comunista de China, que es el máximo órgano del Partido compuesto por 205 miembros que ocupan su cargo durante 5 años y 171 sustitutos o suplentes que no tienen derecho a voto. Está dispuesto que, durante estos 5 años, el Comité se reúna siete veces en sesión plenaria y que tenga lugar un pleno con un tema específico al menos una vez al año. Los temas tratados son decisivos para el gobierno de China y son muy ilustrativos para poder saber por dónde va a ir la agenda política de la segunda potencia mundial. Por lo tanto, es sin duda una reunión muy relevante.
Cabe destacar algunos Tercer Plenos memorables y decisivos. Como el Tercer Pleno del 11 Comité Central de diciembre de 1978 que anunció, con mucha discreción, las reformas políticas y económicas de Den Xiaoping que derrotó a Hua Guofeng (que había sido directamente designado por Mao Zedon y fue hegemónico de 1976 a 1981). De ese pleno, salieron todas las ideas desarrolladas en detalle en los años posteriores que moldearon la China exitosa que hemos conocido y que le permitió convertirse en el artefacto singular que es hoy en día. También, fue especialmente importante el Tercer Pleno de noviembre 2013 que inauguró y puso las bases de la era de Xi Jinping, cuyo objetivo eran proseguir las reformas económicas, revigorizar al Partido (especialmente tras el estancamiento de la presidencia de Hu Jintao) y aplicar una severísima política anticorrupción derivada de unas malas prácticas generalizadas. De esto último, fui testigo en persona cuando me desplacé a Pekín en 2014 con mi familia. Me habían comentado que era costumbre hacer regalos a los funcionarios, así como celebrar comidas de negocios con un componente etílico acentuado que muchas veces acababan en grandes juergas. Afortunadamente (o quizás no), cuando me trasladé a Pekín estas prácticas habían sido completamente erradicadas como se hacen las cosas en China: de la noche a la mañana.
El Tercer Pleno que nos ocupa llega con retraso, lo que denota que quizás su impacto no vaya a ser tan grande. Tendría que haberse celebrado a finales de 2023 en invierno, como marca la tradición. La dilación se ha debido a determinadas investigaciones disciplinarias en el seno del partido que ha propiciado que algunos muy altos cargos (incluso a nivel ministerial) han resultado defenestrados, así como a las complicaciones experimentadas en la economía al producirse un cierto estancamiento en el crecimiento de China que preocupa mucha a Xi Jinping. En este sentido, debemos recordar que, desde la pandemia, la política se ha priorizado por encima de la economía siendo probablemente la seguridad nacional y como alcanzarla el principal objetivo del gobierno chino. En efecto, se ha pretendido de forma obsesiva asegurarse la cadena de suministro y alcanzar la autonomía tecnológica para no tener que depender de Occidente. Y este posicionamiento está teniendo un impacto negativo en la economía china. 2023 no fue un buen año. Las expectativas eran muy positivas, ya que se había anticipado que tras la covid la economía china volvería a ser el motor económico del mundo y no está siendo así. Las causas son variadas: desde el gasto público más contenido, hasta la crisis en el sector inmobiliario que está gripando al resto de sectores.
Lamentablemente, este Tercer Pleno ha resultado decepcionante. Xi Jinping ha declarado que procede “la profundización integral de la reforma”, lo que no solo no resulta novedoso, sino que parece que va precisamente en la dirección equivocada. Podemos calificar el sistema económico chino como, más que de mercado, con mercado. Tras haber dado alas a empresas privadas por entender que éstas iban a dinamizar la economía, se ha pasado a un posicionamiento contrario. Empresas que pude tratar en su día como Fosun, HNA, Wanda, Hanbang han dejado de ser protagonistas en la vida económica para volver a dejar paso nuevamente a las empresas públicas. Esto supone, como apunta el experto en China Xulio Rios, un mayor intervencionismo del estado en todos los ámbitos. Y a su vez tiene como consecuencia general reducir y constreñir la energía creadora de prosperidad asociada a la propiedad privada. Frente a esta, la propiedad pública es la que gestiona los principales sectores estratégicos de la economía.
Esto explica que el Tercer Pleno haya concluido sin anunciarse grandes reformas, por lo que no parece que se vaya a superar el estancamiento que está afectando a la economía china. China va a seguir centrada en su sector de manufactura industrial con un énfasis especial en la fabricación de chips avanzados que resultan necesarios para un nuevo entorno en el que la Inteligencia Artificial va a marcar las pautas de la economía. Por otro lado, el entorno internacional no le va a ayudar. El enfrentamiento en lo comercial con Estados Unidos probablemente se acrecentará en el caso de una nueva presidencia de Donald Trump, aunque tampoco parece que una presidencia de Harris vaya a darle tregua. Tampoco la relación con la Unión Europea parece que vaya a mejorar. Los importantes aranceles aplicados a la importación de vehículos eléctricos es una buena prueba de ellos y es improbable que buenas palabras como las del presidente Sánchez vayan a cambiar nada.
Por todo la anterior, de este Tercer Pleno cabe concluir que hay cambios relevantes que permitan a la economía china recuperar la pujanza pretendida. Y esta situación, si se prolonga en el tiempo, podría deteriorar severamente la situación económica y social. Este desencanto lo he podido percibir como consecuencia de la gestión errada de la covid en su fase final. Quizás, estemos asistiendo al inicio de una crisis que pueda poner en entredicho al poder omnímodo del Partido Comunista y que, quizás, resulte el inicio de fase democratizadora de la política en China. Veremos.