CASTELLÓ. Con el pacto del equipo de gobierno roto por completo y con las heridas aún abiertas, la localidad de Vinaròs encara una recta final de la legislatura complicada y que obligará al alcalde, el socialista Guillem Alsina, a hacer complicados equilibrios para salvar los proyectos clave pendientes de ejecutar.
La crisis desatada por el regalo del amigo invisible de un concejal del PSPV, José Chaler, a la portavoz de Podem, Anna Fibla, de una cabeza de cordero con vísceras ha dinamitado un equipo de gobierno que, según se ha sabido después, estaba herido de muerte desde hace meses.
De hecho, Podem ha hecho público que llevan más de dos años advirtiendo a la ejecutiva del PSPV de los problemas internos y de la mala salud del pacto. Ahora, con Tots Som Vinaròs (marca blanca de Podemos en la capital del Baix Maestrat) en la oposición, el equipo de gobierno está en una situación de frágil minoría.
Tanto es así que Podem no se lo va a poner fácil al alcalde a partir de ahora ya que le culpan directamente de la ruptura del pacto de gobierno.
La primera prueba de fuego la tiene el alcalde con la aprobación del presupuesto para 2022 ya que junto a los siete concejales del PSPV, Alsina solo cuenta con el apoyo de Compromís como socio de gobierno, lo que les aleja de los once ediles que necesitan.
En frente, el PSPV cuenta con una férrea oposición del Partido Popular de Juan Amat, sus exsocios de gobierno de TSV muy enfrentados y unas elecciones locales a la vuelta de la esquina. No solo los presupuestos locales, también las obras pendientes del plan Edificant, cuestiones como el Plan Estratégico de Turismo o una de las grandes promesas pendientes como es el segundo centro de salud de la localidad necesitan de un apoyo mayoritario.
Además, el Ayuntamiento aspira a beneficiarse de los fondos Next Generation que deben beneficiar a Vinaròs, lo cual implica otro reto de calado para un gobierno en minoría, por lo que la única salida es llegar a acuerdos puntuales para todas las decisiones de calado.