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el billete / OPINIÓN

Lo de Gan Pampols

Foto: ROBER SOLSONA/EP
1/12/2024 - 

En su discurso de toma de posesión de los nuevos miembros del Consell, Carlos Mazón se impuso "tres tareas" que debe cumplir su Gobierno en esta época de reconstrucción, la primera de las cuales era: "Explicarnos de forma adecuada y por todos los medios oficiales con los que contemos; explicarnos más, hacerlo mucho mejor".

A continuación, se celebró el primer pleno del nuevo Consell y en la rueda de prensa posterior la flamante portavoz, Susana Camarero, hizo justo lo contrario, dio cuenta de la aprobación de un decreto sobre la movilidad de funcionarios sin informar de que contenía una disposición final que elimina el tope salarial de los consellers y secretarios autonómicos. No lo explicó más ni mejor, sino que lo ocultó.

Cruzaron los dedos a ver si nadie se daba cuenta, lo que significa desconocer que las disposiciones adicionales y finales de los decretos-ley es lo primero que miramos los periodistas porque es ahí donde los gobernantes cuelan las reformas inconfesables. El primero, Pedro Sánchez, que se aficionó de tal manera desde la pandemia, que Aitor Esteban se vio obligado a advertirle el otro día en el Congreso de que como se le ocurriera colar en el decreto-ley de las ayudas a la Dana algo que no tuviera que ver con la Dana, el PNV votaría en contra.

Cuando los medios nos dimos cuenta, nada mas salir el decreto-ley en el DOGV bis, y lo publicamos, la Generalitat tuvo que sacar la manguera a apagar un fuego que ya estaba descontrolado cuando Mazón trató de explicar lo inexplicable en un mensaje en X. Explicarse de forma adecuada habría sido tomar la iniciativa, informar, exponer los motivos, que luego te los 'comprarán' o no, pero al menos no te llevas doble reproche, por la medida en sí y por tratar de que pase inadvertida como si te diera vergüenza. Que, efectivamente, es para que te dé vergüenza.

Foto: EDUARDO MANZANA/EP

Sobre el fondo de la cuestión, el cambio legislativo para que Gan Pampols –y cualquier otro conseller o secretario autonómico– pueda superar el tope salarial que se había impuesto este Consell, me quedo con lo que me comentó un exconseller que perdió 8.000 euros al mes –sí, sí, al mes– de sueldo cuando aceptó formar parte del Gobierno valenciano "por vocación de servicio público" y por el gusto de mandar, como tantos otros consellers o ministros que han estado ahí cobrando menos que en su actividad anterior: "Es poco patriótico".

El nuevo vicepresidente segundo comienza con esa mácula fruto de otra torpeza de Mazón, quien debería dar a conocer ya el sueldo de su gran fichaje si quiere cerrar la polémica. Con todo, al nuevo responsable de la Recuperación hay que desearle todo el acierto porque de eso depende en buena medida que los pueblos y sus gentes afectados por la Dana puedan salir adelante cuanto antes.

Menos polémico que lo del sueldo pero también controvertido ha sido el nombramiento en sí. Que haya medios de comunicación que continúen refiriéndose al vicepresidente segundo como "el teniente general Gan Pampols" da idea de la confusión que ha generado la elección de un militar retirado como conseller para la Recuperación Económica y Social de la Comunitat Valenciana. Confusión que arrancó por la forma de comunicar el nombramiento por parte del Consell, mediante una nota de prensa cuyo titular ponía el acento en su antigua profesión: "El teniente general Francisco José Gan Pampols asumirá…". Acento que también se puso en la nota referida a su 'número dos' titulada "El general de brigada del Ejército de Tierra Venancio Aguado ocupará la Secretaría Autonómica…", mientras en los titulares de los comunicados que anunciaban los nombramientos como consellers de Marian Cano, Juan Carlos Valderrama y Nuria Martínez Sanchis nada se decía de sus profesiones.

Esto ha provocado una absurda discusión sobre si "un militar" es la persona adecuada para pilotar desde la Generalitat las tareas de reconstrucción, como si los exmilitares fueran extraterrestres o padecieran el síndrome de John Rambo y no pudieran ocupar cargos en la vida civil. ¿Cuál es el perfil adecuado? ¿Un abogado, un economista, un ingeniero?

Foto: CORTS/JOSÉ CUÉLLAR

Si dejamos de llamarlo teniente general –carrera de la que está retirado–, Gan Pampols, licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, tiene un currículum bastante adecuado, mejor que el de cualquiera de sus compañeros del Consell, para organizar una reconstrucción. Organización, trabajo en equipo y disciplina son aptitudes propias de los militares, así que Gan merece un voto de confianza para una tarea que necesita mucha coordinación, ahora que diferentes administraciones tienen desplegados los cuerpos civiles y militares que tanto se echaron en falta la primera semana, cuando además se han anunciado miles de millones de ayudas estatales, autonómicas y locales que no deberían atascarse en la máquina burocráctica. Tiene faena.

Gan, que ahora es un político aunque no quiera, es buen comunicador, lo conocimos cuando estuvo destinado en Valencia y lo hemos visto en los medios estos últimos años, lo cual es importante porque uno de sus trabajos va a ser explicar por qué los progresos no van –nunca van a ir– a la velocidad que necesitan los afectados.

Cuando todavía era teniente general en la reserva, en plena pandemia, Gan grabó un microespacio para el Club de Encuentro Manuel Broseta –que había suspendido su ciclo de conferencias– en el que compartía los rasgos que a su juicio tienen aquellas personas que son capaces de sobrevivir a las situaciones de crisis. Lo decía a propósito de la pandemia, pero es interesante leerlo o escucharlo, cuatro años después, pensando en cómo algunas personas han gestionado la crisis de la Dana:

"En primer lugar, son capaces de contener la incertidumbre. No transmiten al conjunto de la organización la sensación de desconcierto y falta de iniciativa. Son capaces de mandar, son referentes, paran, detienen la acción, reflexionan, consultan y actúan. Son capaces de tolerar la frustración sin extenderla. Va de oficio que hay que sufrir, ya sabemos que ni es justo, ni lógico, ni agradable, pero es lo que hay y es lo que toca. Jerarquizar los problemas en función de las capacidades disponibles, ordenar los temas por la gravedad de lo que nos está afectando, establecer el orden de resolución en función de esas capacidades que tenemos y, por último, gestionar la adversidad, hacer mejor que nunca lo que mejor sabemos hacer; mandar, concentrarnos en hacer de forma impoluta aquello que nos toca". Pues eso.

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