'simbiosi' EN EL Museo de Etnología

Los 'bosques' de Pablo Tàrrega se transforman en esculturas mitológicas

15/09/2023 - 

CASTELLÓ. Se dice que los árboles nunca mueren, que su energía no desaparece, se transforma, e incluso reducidos a ceniza cumplen una función básica para el bienestar del planeta. En el futuro distópico que Pablo Tàrrega Galmés ha inventado, unos seres mitad planta, mitad animal, llegarán a la Tierra para salvar a los humanos de su destrucción. No imagina el castellonense otro héroe mejor. Quizás porque después de diez años esculpiendo madera, ha descubierto algo de ellos que el resto no sabemos. "Además de que los árboles se comunican entre ellos por las raíces, se sabe que cuando un árbol muere todo lo que le sobra se lo da a los otros. Aunque hay partes más exageradas en mi relato, he intentado que todo estuviera basado en evidencias científicas", explica el escultor.

En Simbiosi, Pablo Tàrrega trata de transmitir mediante palabras todos estos conocimientos, pero además ha preparado una exposición donde algunos de sus protagonistas 'se han salido' del libro. Hasta el 28 de septiembre, pueden encontrarse en el Museo de Etnología de Castelló 25 esculturas de madera en las que el artesano estuvo dos años y medio trabajando.

"No estamos cuidando de los árboles como deberíamos hacerlo y el planeta, en general, nos avisa de que lo estamos haciendo mal", manifiesta Tàrrega, quien añade: "Cuando trabajas la madera te das cuenta del árbol que ha sido. Es lo que me gustaría que la gente viera. Esto no es un trozo de madera y ya está, antes fue un ser vivo". 

El castellonense elabora cada una de sus piezas con troncos que le dejan. En este caso, los árboles que han echado raíces en Castelló vivían antes en Manzanera, un pequeño pueblo de Teruel. Pero también aprovecha los retos que no pueden utilizarse para construir instrumentos de cuerda.  

A partir de aquí, el resultado, como puede verse en la muestra, se traduce en piezas de distintos tamaños, grosor y color. No sabe, en realidad, Tàrrega cuando abre cada tronco qué obra de arte resultará de ahí. Es, confiesa, lo más complicado del proceso. "Tras vaciarlo, me voy dejando llevar, pero no sé hacia que sitio voy. La madera tiene además un inconveniente y es que no tiene remedio. Los errores que cometas no se pueden arreglar y si se rompe se rompe, no se puede volver a pegar. De hecho, algunas de las piezas que podéis ver, antes eran una sola, pero se han quedado en dos". 

Ahora bien, aquí no queda todo, porque otro de los grandes retos, según explica el mismo, está en mantener el color rojizo del interior del árbol. En este sentido, afirma el escultor haber probado todas las técnicas posibles para conservar el color, preguntando incluso a profesionales del extranjero, y no ha habido manera. "Lo que más funciona", atención, "es la crema de protección solar". En efecto, reconoce el creador que todas las piezas que hay en el Museu d'Etnologia están embadurnadas con ella. Viniendo la mayoría de árboles de sabina.

Simbiosi es la cuarta exposición de Pablo Tàrrega. El castellonense, que no tiene formación académica, empezó hace poco más de una década a esculpir de manera artística más bien por casualidad. "Un año en Ludiente, un hombre me enseñó a talar unos palos para andar y empecé a aficionarme, pero quería más. Siempre había tenido dentro de mí esto. Cuando la gente me preguntaba de pequeño qué quería ser les decía que escultor, pero nunca tuve la ocasión. Así que tras lo de Ludiente, me decidí a aprender tala en Castelló y poco a poco he ido puliendo mi estilo". Una afición que, como queda demostrado, ha ido transformándose en algo más puro. 

Al contrario de lo que suelen pedir los museos, Tàrrega anima a todo aquel que pase por su muestra a tocar las obras. "Se deben acariciar", matiza, pero no hay que temer el contacto. "A mi es lo que más me da placer de trabajar con la madera, porque tocas todo el rato un material muy cálido".


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