CASTELLÓ. El sector citrícola cierra estos días un año positivo, pero que no lo ha sido tanto como se esperaba, por lo cual el balance es agridulce. Esto se debe a que, en esta primera mitad de la campaña, diferentes factores han hecho que la demanda y los precios no hayan sido tan altos como se preveía. Y ello ha evidenciado de nuevo la necesidad de acometer una reconversión varietal que reste tonelaje en estos primeros meses, a pesar de que este año no ha tenido la competencia habitual de la fruta de Sudáfrica.
Tanto es así que esta reconversión varietal es una de las cuatro propuestas que La Unió de Llauradors i Ramaders ha lanzado este lunes en el balance anual que tradicionalmente realiza en estas fechas. No en vano, como destaca su secretario general, Carles Peris, en la primera mitad de la campaña coinciden dos variedades con sobreproducción.
Una es la reina de Castellón, la clemenules, "que siempre está por encima de las 400.000 toneladas, y está demostrado que cuando una variedad rebasa esa cifra, tiene problemas de comercialización". Además, diferentes factores, entre ellos el cambio climático, han concentrado la fruta en un periodo de tiempo más corto. La otra es la navelina, de las que en España hay "más de 20.000 hectáreas; y eso es muchísimo", remarca.
Para luchar contra ello, en La Unió apuestan por variedades de segunda temporada. Eso sí, no han de tener royalties, porque el agricultor "está muy descapitalizado". Todo, a las puertas de la segunda parte de la campaña, que se prevé mejor, algo que "ya lo muestran los contratos y precios de las lonjas", afirma Peris.
Ahora la amenaza que se cierne sobre el sector es el Brexit que, aunque sea laxo, "tendrá una carga relacionada con los costes burocráticos". Además, Reino Unido ya ha firmado acuerdos preferenciales de comercio con países competidores de la citricultura española, "como Sudáfrica, Egipto, Turquía o Marruecos", indica Peris.
A pesar de todo esto, los cítricos son de las pocas ramas del sector primario valenciano que han escapado este año a la afección de la pandemia sanitaria, junto con "los cereales y la granada", asegura el representante de los agricultores. En el resto, y a pesar de haber hecho gala de su "carácter esencial, abasteciendo a los mercados con un gran esfuerzo", el año que cierran es "muy complicado".
De hecho, las crisis de precios son evidentes para casi todos los subsectores ganaderos (tan solo el porcino escapa a esta tendencia), algo sin duda influido por la caída de la actividad del canal Horeca y de los ingresos de muchas familias. Además, también cierran un año negro el aceite y los frutos secos, fuertemente arraigados en casi todas las zonas rurales castellonenses y del resto de la Comunitat. Para el primero de ellos ya son varios años de bajas cotizaciones, mientras el segundo ha entrado en una dinámica "muy negativa", con un "hundimiento total" tras años de alzas. En ello tienen mucho que decir, señala Peris, las lonjas en donde se vende el producto, que están "presionando y especulando mucho".
Por ello, La Unió también pide ayudas para la reconversión hacia variedades más productivas de almendra, en línea de lo que sucede en otras zonas del mundo. En cuanto a la ganadería, solicita incrementar la línea de subvenciones para la competitividad ganadera, porque muchos profesionales quedan fuera de ella. Asimismo, la organización agraria también pide facilitar la pervivencia de la apicultura y ayudas para la reconversión de ciruelos, que pueden estar a punto de desaparecer del campo valenciano, alerta.