VALÈNCIA (EP). Un quiosquero de València ha visto cómo desde la limitación de la circulación de personas sus únicos clientes son “los adictos al papel”, personas de la “tercera y cuarta edad” que compran el diario con el riesgo de salir a la vía pública. “El papel es lo único que se vende ahora, y vienen clientes más mayores con el riesgo que supone” para ellos, ha explicado a EFE Ángel Uso Vázquez, que tiene un quiosco en la calle Álvaro de Bazán de València.
Este autónomo ha recibido estos días muestras de amabilidad y solidaridad de algunos de sus clientes, que han sido quienes le han facilitado guantes, mascarillas y geles desinfectantes para que pueda trabajar en mejores condiciones. Él también ha tomado las medidas a su alcance y mantiene el mostrador medio cerrado para atender la venta. “Gracias a mis clientes, que me facilitan unos guantes, porque las empresas que podrían ayudarnos por su potencial, no lo hacen”, ha lamentado Ángel Uso.
El resto de artículos que habitualmente se encuentran en un quiosco no se están distribuyendo como son los productos de comida. Y es que la crisis del coronavirus está agravando el declive de los quioscos, con miles ya desaparecidos en toda España por los sistemas de distribución, que “hinchan” las facturas pese a que el producto no se venda.
Es lo que pasa con las revistas, que se reparten en los quioscos entre los días 18 y 20 de cada mes, y estos reciben “más de las que venden” y las tienen que pagar aunque no hayan tenido salida. Por eso, Ángel pide “más ligereza” en el servicio mientras dure esta crisis, que afronta con una reducción de ingresos que, en el caso del 19 de marzo, se quedó en el 30 % de lo que podría considerarse normal.
La Asociación de Vendedores les mantiene informados sobre posibles ayudas en caso de cierre, pero Ángel es pesimista sobre el futuro de este tipo de negocios.