CENTENARIO DE LA INAUGURACIÓN OFICIAL DEL HISTÓRICO CAMPO DE FÚTBOL

Los últimos del Sequiol: "A la memoria llega la gloria"… 100 años después

En el mismo lugar donde estuvo el histórico campo de fútbol del C.D. Castellón, el patio del actual IES Juan Bautista Porcar, 'Castellón Plaza' reúne a un puñado de los aficionados albinegros que guardan memoria del mismo. Allí, en los años 40, se escribieron algunas de las páginas más brillantes de la historia del club en Primera División. De su inauguración oficial en un partido contra el R.C.D. Espanyol se cumple hoy sábado un siglo exacto.

4/11/2023 - 

CASTELLÓ. "A la memoria llega la gloria del viejo campo del Sequiol". Cada tarde de fútbol en Castalia, la afición entona con energía estos versos del Pam Pam Orellut, el himno que identifica los colores albinegros por toda España. Aunque en puridad el primer escenario de los partidos de fútbol del Club Deportivo Castellón fue el de la carretera de Valencia -en lo que hoy es Grupo Cardona Vives-, solo los albergaría durante sus primeros 15 meses de existencia tras su fundación el 20 de julio de 1922. Tal día como hoy, un domingo 4 de noviembre de 1923, se inauguraba oficialmente el campo del Sequiol, un espacio pegado a los naranjales en el que se escribirían las páginas más épicas de las tres primeras décadas de vida del club.

Un siglo después, allí donde hubo gritos y vítores apenas queda el eco lejano de la historia, en un lugar de gran importancia para la ciudad en todo el siglo XX. Tras despedirse del fútbol de competición definitivamente en 1953, el solar seguirá acogiendo partidos por un tiempo, hasta que el 8 de diciembre de 1957 se coloque la primera piedra de las nuevas Escuelas Normales de Magisterio, popularmente conocidas como La Normal-. El 2 de mayo de 1960, según relata Joan Andrés Sorribes, se dan las primeras clases en el nuevo edificio. En las décadas siguientes, éste va rodeándose de inmuebles de viviendas, y en 1991, se incorpora como Campus Herrero a la nueva y flamante Universitat Jaume I. Tras una remodelación al año siguiente, el edificio adopta su aspecto y distribución actuales. El 26 de setembre de 1996, el inmueble cambia de uso universitario a instituto de Secundaria y Bachillerato bajo el nombre de IES Juan Bautista Porcar.

El pasado martes 31, el alumnado del centro se veía sorprendido por una visita inesperada: de repente, un grupo de octogenarios, pertrechados con bufandas del CD Castellón, avanzan despacio hacia el centro del patio, mientras un fotógrafo retrata la escena. Reunidos por Castellón Plaza para conmemorar el centenario del mítico estadio, un puñado de veteranos socios y aficionados del club albinegro volvían al lugar donde habían pasado tantos ratos felices ¡hace más de 70 años! Tras varios minutos de duda, quizá al ver acompañando al grupo al director del centro, Pere Safont, y al profesor de Educación Física, Fran Valero, finalmente los estudiantes se animan a preguntar por el motivo de la visita. Entonces, ni corto ni perezoso José María Arquimbau empieza a explicarles la historia del Sequiol, encandilando a los jóvenes con su capacidad comunicativa. Al enterarse de que sobre ese mismo suelo en el que ellos juegan se disputaron muchos partidos de fútbol de Primera División en la década de los 40, más de una y uno arquea las cejas y quiere saber más.

Por un momento, las diferencias de edad no importan y todos escuchan al eterno locutor de Radio Nacional de España en Castellón. Sus compañeros en este encuentro son Isidoro del Moral, hoy socio número 3 del CD Castellón; el ex directivo Miguel Meseguer; Tonico Meliá, socio número 5; los hermanos José y Manuel Peirats (este último, primer alcalde de la democracia en Betxí); Ramón Reboll, socio número 4; Pascual Agost, socio número 10 y Antonio Montoliu (hijo del jugador albinegro del mismo nombre). Las circunstancias impiden en el último momento que se unan a la cita José Vicente Barberá, con el carnet número 65, y Luis Aguilar, ex capitán del amateur albinegro. Compensan estas bajas de última hora el periodista Ximo Alcón, miembro de Amigos de la Historia del CD Castellón (Ahiscas) y el benjamín del grupo, Iván Catalán, ex alumno del IES Porcar y actual especialista de Marca del club castellonense.

El Sequiol se llamará así por la fileta del mismo nombre nacida de la Acequia Mayor para regar unos terrenos de la partida del Censal. Situada al Oeste del campo, pegada a su tribuna principal, esta pequeña acequia discurre en paralelo a la vía de la Panderola, situada solo unos metros más allá. Al Este, el Camí de l'Horta (hoy calle Herrero). Y en el centro, sí, el terreno de juego. Los terrenos son comprados el 7 de septiembre de 1923 por el directivo Manuel Bueso a Jaime Chicharro y su esposa, Dolores Lamamié de Clairac-Romero. Se busca la cercanía a la ciudad, en tiempos en que a todas partes se va andando. Dos meses después, tras la disputa de varios partidos preliminares, llega a la ciudad el Real Club Deportivo Espanyol del mítico guardameta internacional Ricardo Zamora, El Divino. El día 2, en una "tarde ventosa y lloviznera" que provoca una "regular entrada" según explica Paco Alloza, Ego, en Heraldo de Castellón, el Español se impone por 2-3.

Dos días más tarde, tal día como hoy hace un siglo y con el mismo adversario, se celebra por todo lo alto la inauguración oficial del nuevo estadio, con entre 6.000 y 8.000 personas en las gradas según algunas reseñas periodísticas. A las 15.30 h, en los prolegómenos de este segundo partido consecutivo contra el Español, tiene lugar el acto protocolario, con el gobernador Juan José García Trejo —nombrado por la dictadura de Primo de Rivera—, el alcalde Francisco Ruiz Cazador, el delegado de Hacienda, el teniente coronel de la Guardia Civil y el ayudante del general gobernador. Solemniza el momento la Banda de Bomberos, que interpreta un pasodoble del maestro Gallego dedicado al CD Castellón. El presidente del club local, Tadeo Mallach, hace el saque de honor. El once del Castellón está compuesto por Goterris, Archilés, Lavall, Úbeda, Rubio, Doménech, Sos, Marco, Pinto II, Agost y Pinto I. En el marcador, al final del encuentro, campea el mismo 2-3 de la víspera. El mayor de los hermanos Pinto, con 22 años, brilla en ambos partidos con el Espanyol al anotar dos goles en el primero y uno en el segundo.

Obviamente, no quedan testigos con memoria de aquella jornada histórica. Sin embargo, Isidoro del Moral, quien a sus 83 años presume de que su padre le hiciera socio del club "nada más nacer", sí recuerda cómo le contaron el episodio más triste de los primeros años de vida del club, acaecido en el Sequiol: los graves incidentes con el árbitro aragonés Julio Ostalé como protagonista, que derivaron en una grave sanción y un paréntesis de seis años en la historia del club. Fue el 29 de enero de 1933, en un partido ante el Real Oviedo. "Mi abuelo era arriero y la víspera había llovido, así que le pidieron que llevara un par de carros de tierra para solventar el problema de los charcos; le regalaron una entrada y fue el único partido que vio en su vida. Ah, y además, un compañero suyo le dio la famosa bofetada a Ostalé".

El grupo de veteranos aficionados recordó anécdotas del viejo campo, donde el equipo albinegro protagonizó goleadas ante el Real Madrid o el Athletic de Bilbao en sus años más dorados

Con un perímetro cerrado por tapias, la puerta de acceso al Sequiol estaba situada en la esquina donde hoy confluyen las calles Herrero y José Sánchez Adell. Al entrar, a la izquierda quedaba la grada de General (o Preferencia) y a la derecha, el fondo tras la portería Norte. Desde allí veía los partidos Pascual Agost, quien a punto de cumplir 89 primaveras, guarda memoria del campo “pequeño y acogedor” en el que le dejaron impresiones inolvidables jugadores como Basilio, Doménech, Ruano o Arnau, sin olvidar a Pizá y Santolaria, “que fueron titulares en todas las categorías en las que jugaron, de Primera a Tercera”. Justo tras la otra portería, Miguel Meseguer se recuerda peloteando con sus amigos “en los cuatro o cinco metros que había entre la portería y la pared”, y escuchando los bocinazos de la Panderola cuando pasaba en el transcurso de un partido. Tras esa misma tapia del sur, añade Luis Aguilar (91 años), se encontraba un terreno agrícola de Ernesto Calduch, “que estudió conmigo”, y a quien animaba “para que se quedara los balones que se escaparan hasta allí, para jugar luego nosotros”. A solo unos metros, había una higuera “que habían convertido en un palco, desde donde también se seguían los partidos”, rememora Ramón Reboll (86 años). Entre el fondo Sur y la tribuna se encontraba el acceso a las modestas casetas que hacían las veces de vestuarios. Hasta allí, en el descanso de los partidos de la época de Primera División (1941-1947), se acercaba un representante del club para regalar al árbitro una bolsa con 5 kg de arroz y una lata con 5 litros de aceite: “se iban encantados, claro”, subraya Arquimbau.

“Era un campo sin vallas, la primera fila estaba muy encima de los jugadores y se les decía de todo, claro”, explica Meseguer con una lucidez que desmiente a su DNI: luce 85 años de edad. Junto a la salida de los vestuarios y bajo un escudo del club local, se situaba un marcador metálico con dos pequeñas ventanas en las que se situaba el número de goles de local y visitante, que era gestionado por el mítico Tropel. Muy cerca, el anuncio de una carbonería, y al otro lado del campo, la publicidad rimada de una sastrería de la calle Enmedio: "Al César lo que es del César y los trajes a Baeza", recuerda Del Moral.

Meseguer, por su parte, destaca que se trataba del campo de fútbol en el que más rápidamente crecía la hierba natural. Lo cierto es que en el verano de 1926, el Sequiol había sido uno de los primeros de España en sembrar hierba -con tierra del Cuadro-, situándose entre los pioneros en abandonar la superficie dura. Nacido en 1948, José Vicente Barberá recuerda ir con su padre de la mano “a ver entrenar al Castellón” en los primeros 50, y guarda en la retina la imagen de “unas gradas pequeñitas” desde las que un puñado de aficionados seguía con atención los entrenamientos. En la misma línea, Tonico Meliá (83 años), colaborador de Arquimbau en la emisora La Voz de Castellón, evoca con claridad la imagen “de un campo pequeño y muy familiar, con la gente muy encima y muy apretada, con las gradas encima del campo: entre el muro, la grada y el campo apenas había espacio”. Salvo en la escueta grada de General, tras la que había "una montañita", recuerda Arquimbau. "Todos coinciden al dibujar en la memoria los rasgos de aquel campo mítico, pero Reboll va más allá: “lo conozco palco por palco, porque allí he vivido muchas cosas, y podría decirle a un arquitecto cada detalle sin dudar, para que lo reprodujera”. Por su parte, Aguilar detalla: “en la tribuna había palcos en los que estaba la gente pudiente de Castellón, y luego hasta seis filas de tribuna… y abajo, contra la línea de banda, había también palcos en sillas”. El aforo del campo rondaba las 8.000 localidades, precisa el vitoriano, que llegó a la Plana con 8 años de edad. 

500 socios del cd castellón han cumplido ya los 70 años y por tanto, tienen edad para recordar -siquiera levemente- aquel escenario de épica, barro y sueños

El ambiente de aquella pequeña caldera se encendía al rojo vivo en las ocasiones importantes. Bien lo sufrieron los adversarios del Castellón entre el 8 de noviembre de 1925 -un mes después de adoptar la camiseta albinegra- y el 2 de noviembre de 1928, el tiempo que duró una racha de imbatibilidad que le valió al club el apelativo del ‘Coco del Sequiol’. Otra de las ocasiones históricas, ya en Primera División, fue la del 29 de marzo de 1942, la primera vez que el betxinense José Peirats pisó sus gradas. El CD Castellón bate por 4-0 al Athletic de Bilbao, y durante el encuentro, el fornido centrocampista de los leones Roberto Bertol agrede a Vicente Pizá. “Lo sacó del campo”, según recuerda Peirats a sus 88 años, quien desde aquel día siguió al Castellón “toda la vida, con mucho cariño”. Medio siglo más tarde, como presidente de la Peña Valencianista de Betxí, se encontró al ex jugador albinegro en un acto y le pudo preguntar qué le había dicho para provocar al vasco, que fue expulsado en el acto: “no me’n recorde”, fue su respuesta.

La historia del Sequiol empieza a declinar, obviamente, con la inauguración de Castalia en 1945 (precisamente otro 4 de noviembre, con un Castellón-Atlético Aviación de Primera División), pero las trágicas inundaciones del 29 de septiembre de 1949, que dejan 11 muertos, dejan en muy mal estado el flamante nuevo estadio y el fútbol vuelve provisionalmente al viejo campo. Será el 26 de abril de 1953 cuando el Sequiol eche el cierre definitivo como escenario futbolístico con un lleno absoluto y un empate con el Levante que, amén del marcador (1-1), se extiende a la grada, con una importante representación granota. Desde ese momento, el campo solo acogerá fútbol amateur, como un Betxí-Almenara inolvidable para Manuel Peirats, porque fue parte del camino que llevó al equipo de su pueblo hasta el subcampeonato del torneo nacional de aficionados de España, precisamente en 1953.

Mientras, al acabar la temporada 1952-1953, el CD Castellón llegaba a un acuerdo con la propiedad del Sequiol para adquirir el campo en unas condiciones ventajosas, a buen precio y a pagar en cinco años sin intereses. Lastimosamente, dos años más tarde, y al no abonarse un primer pago de 90 000 pesetas, frustrándose incluso un intento de suscripción urgente entre los socios, se decide la venta al Ayuntamiento. Del Moral tiene claro que el campo “nos lo quitó el alcalde Ferrer Forns, que supo aprovecharse de un momento muy malo del club”. Sin ir tan lejos, Arquimbau constata que el político “le gustaban los toros y no el fútbol”. En cualquier caso, el club perdió así un patrimonio muy valioso, al margen del aspecto sentimental.

Y es que los sentimientos pesan. Quizá por ello, el final de la visita al IES Porcar tuvo su contrapunto emocional, como no podía ser de otro modo en un viejo solar que atesora recuerdos de un ayer glorioso. Lo hizo con unos sentidos versos lanzados al aire por Manuel Peirats:

Tingué un camp el Castelló
que Sequiol s’anomenava.
I tots els partits jugava

d’amistat o competició.
Va crear gran afició;
era com un vendaval
que s’en duia en son vol
aquella triomfal trajectòria.

Tota l’afició guarda memòria
d’aquell camp que fou el Sequiol.
 

Una memoria hecha de hitos como el 7-1 al Atlético de Madrid que convirtió al Castellón, el 15 de abril de 1930, en el primer equipo de Tercera capaz de eliminar a un Primera en Copa. O el 3-0 al Real Madrid del 7 de febrero de 1943. O el empate a 1 con el Valencia el 14 de noviembre del mismo año, un encuentro en el que se dirimía nada menos que el liderato de Primera División, con ambos equipos empatados en la tabla. O el 5-0 al Athletic Club de Bilbao del 13 de febrero de 1944. Sin olvidar la épica continuada del inolvidable Basilio, máximo goleador histórico del club con 117 goles.

Dos días antes de aquel lejano 4 de noviembre de hace cien años, nacía en Montevideo la poetisa Ida Vitale, Premio Cervantes 2018, entre cuyos versos más célebres hay uno que parece escrito para la ocasión: Corta la vida o larga / todo lo que vivimos se reduce / a un gris residuo en la memoria. Un siglo después, la uruguaya sigue escribiendo. Sin llegar a su longevidad, hoy, según datos oficiales del CD Castellón, 500 socios -cifra redonda como un balón- han cumplido ya los 70 años y por tanto, tienen edad para recordar -siquiera levemente- aquel escenario de épica, barro y sueños que acogió algunas de las páginas más brillantes de la historia albinegra. Son los últimos del Sequiol.

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