VALÈNCIA. L'Albufera de València y la costa valenciana viven cada año episodios de lluvias fuertes entre los meses de septiembre y octubre. La Dana que inundó diversas localidades de la provincia de València el pasado 29 de octubre ha dejado huella en los ecosistemas valencianos, dada la carga de residuos materiales arrastrados por las aguas y la virulencia con que asoló las playas.
Ana Blázquez, profesora del Grado de Ciencias del Mar en la Universidad Católica de València, asegura que el riesgo ambiental es el resultado de multiplicar la peligrosidad de un fenómeno y la vulnerabilidad del territorio. Estos dos factores juntos resultan en un riesgo de inundación cada vez mayor, que en esta ocasión ha marcado l'Albufera de València y sus costas.
Sobre las fuertes lluvias vertidas por la Dana, la profesora confirma que “la llegada de aguas cargadas de limos y arcillas de toda la llanura aluvial de València a l'Albufera es muy normal”. L'Albufera, una zona lagunar separada del mar abierto por una barrera construida por sedimentos costeros, es donde desembocan las aguas cargadas de estos materiales.
Tras la Dana, l'Albufera tendrá que sedimentar los materiales recibidos cuando se calmen las aguas, “que están en descenso”, aunque la compactación del sedimento se prevé más duradera. “La capa de limos y arcillas se va a ir depositando definitivamente formando un paquete de 30 centímetros que hará recrecer l'Albufera”, explica Blázquez, doctora en Geografía Física por la Universitat de València, "el sedimento se quedará flotando durante un tiempo y formará una capa a modo de “limbo” más grande de lo normal".
El problema se encuentra en la carga de residuos arrastrados por el caudal del agua, que siguen evaluándose. “Están tomándose datos del agua, pero todavía no hay ningún informe”, cuenta Blázquez, “si hubiese muchos más residuos de lo esperado, terminarían incorporándose a la sedimentación natural antropizada que tiene l'Albufera, se sumarían a residuos que ya hay”. Por el momento, en l'Albufera siguen los trajabajos de búsqueda de víctimas tras la Dana.
Por otro lado, la Dana ha tenido un gran impacto en la costa, donde se ha erosionado parte de la sedimentación generada en los trabajos de la regeneración de las playas. “El relleno, de unos 30 metros de anchura, ha desaparecido prácticamente como consecuencia de la virulencia del fenómeno y de las inundaciones”, asegura la profesora, según le han confirmado fuentes de la oficina técnica.
Por lo general, siempre que baja la presión atmosférica el nivel del mar sube y la costa se vuelve mucho más erosiva. “La Dana es un fenómeno climático”, explica Blázquez, “cada vez que llega una borrasca, aquí se lleva la mitad de la dunas”.
En las imágenes satélite captadas por el Institut Cartogràfic Valencià el 11 de noviembre, se aprecian las nubes y el sedimento en suspensión en las playas. “A causa de la virulencia de la Dana, se han abierto las golas de Puçol y del Perellonet, normalmente cerradas, para soltar el agua que les ha llegado”, explica Blázquez. Estas golas liberan el sedimento en suspensión que ha arrastrado el caudal y que produce un color verde amarronado en la costa.
Según Blázquez, la limpieza de l'Albufera empezará cuanto antes desde las instituciones: “Es una zona protegida por Europa, además de ser un lugar de interés comunitario y de gran importancia para las aves”. L'Albufera de València también es uno de los humedales más importantes del Mediterráneo, conformada por la laguna costera y los arrozales, que en total ocupa 21.000 hectáreas.
Sin embargo, el aumento de la contaminación en los años 70 y 80 a causa del mercado de la industria trajo consigo una degradación de la laguna y su biodiversidad. Además de, en los últimos años, una cantidad excesiva de nutrientes y cambios en la calidad del agua. “Todavía sigue siendo un lago eutrófico, no está categorizado como un lago sano”, cuenta Blázquez.
“L'Albufera era enorme en la época romana, de hecho tiene la misma forma tras la inundación”, explica la profesora en Ciencias del Mar, “ahora de la laguna solamente quedan 3.000 hectáreas”.