Los municipalistas son el nuevo centro político  

El centro político es un arcano y divagar sobre su ubicación exacta concita toda clase de sesudas investigaciones de quienes nunca lo van a necesitar. Es lo que tienen las paradojas, sobre todo las políticas, que nunca sabes por dónde van a ver la luz. El centrismo es un blanco móvil al que los consultores políticos apuntan para concitar el mayor número de votos. Dicen que ahí, en el centro, están las mieles de los triunfos electorales pero nadie acierta a cuantificar su valor en sufragios directos. Hay quienes señalan que hay hueco tras la desaparición de Ciudadanos, y ahí es donde los estrategas políticos tratan de pescar sin éxito. Que se lo digan a los gallegos, cuya posición en el tablero político español no es determinante, pero haberlo haylo.

Y es que en el noroeste español los municipios pesan más que las ciudades. Pero también en el sur lo local ejerce un protagonismo desmedido, como en el este, donde los municipios medianos compiten en igualdad con las áreas metropolitanas derrochando influencia política y mandona. El municipalismo está en auge. Lo dicen las matemáticas, que ofrecen pocas dudas. A fuerza de pelear contra el menosprecio y el desdén de los grandes, los partidos municipalistas han ocupado el centro del tablero. Prácticamente son la tercera fuerza política en España. Por ejemplo, si hubieran concurrido unidos en el área metropolitana de Valencia tienen tantos votos como Vox, que tiene dos diputados provinciales. Poca broma con esta emergencia, que no es climática pero que puede hacer estallar la banca electoral a menos que se descuiden PP y PSOE.

Este sábado, en Madrid, los Municipalistas van a hacerse de cuerpo presente. Más de medio millar de cargos electos han confirmado su asistencia y un número similar se ha quedado con las ganas de ir pero ya han tomado asiento en la asamblea virtual que el alcalde de Nules, David García, ha creado desde Castellón con el respaldo de Jorge Rodríguez, alcalde de Ontinyent, y líder de Ens Uneix, y su capacidad para generar complicidades. Sólo de la Comunitat Valenciana asistirán más de 40 cargos públicos de las tres provincias para reclamar el lugar de los independientes en la galaxia política nacional.

El antecedente en Valencia de enero congregó a más de un centenar de cargos electos, entre alcaldes, alcaldesas, concejales y concejales en la Diputación de Valencia. Se conocieron y se reconocieron como una fuerza política que es una realidad con votos, muchos votos, y que atesoran mucha mili política a sus espaldas, desde el ostracismo unos y desde el convencimiento de que se puede hacer más por el territorio que habitan. Unos gobiernan y gestionan cientos de miles de euros de presupuesto. Otros hacen oposición y todos y todas están convencidos de que forman parte de ese centro político que tanto ansían los grandes partidos.

Porque el centro político es el municipalismo. Las alcaldías están llenas de centristas o mejor dicho, todas son de centro. Esa posición es la única que garantiza a los alcaldes y las alcaldesas el aprecio de sus vecinos. ¿De qué posición política es el asfaltado de una calle, la eficiencia de su red de aguas o el volumen de tráfico en horas punta? Sentarse en una mesa con alcaldes y alcaldesas de toda lana y porcelana es conocer dónde está el meollo de la política real, aquella que busca humanizar las ciudades, hacerlas más habitables y igualitarias, donde empiezan a emerger conceptos como el urbanismo feminista que reemplaza a aquella antigualla de la gobernanza ciudadana, tan tecnócratra ella.

Los partidos independientes quieren hacerse mayores de edad, conocen que el desafío está a la altura del objetivo, pero también saben de dónde vienen y, sobre todo, están convencidos de lo quieren ocupar, que no es otro lugar que el centro político, el espacio de los municipalistas. Y ganas no les faltan. A por ello.