presentan su último libro 'infierno'

Los nuevos Carmen Mola: románticos y sin límites

5/11/2023 - 

VALÈNCIA. Tradicionalmente se piensa que hay un único infierno, ese lugar donde la gente sufre el castigo justo por su pecado, pero en realidad hay más de un infierno y, a veces, más cerca de lo que imaginamos o queremos creer. Infiernos que llegan en forma de desigualdades, injusticias, amores no correspondidos, mentiras, guerras… y llegan de forma improvisada, cuando la cortina de las ilusiones muestra la realidad más dura y descarnada. Un submundo de dolor, oscuridad y violencia que atrae a Carmen Mola o mejor dicho, el trío compuesto por Antonio Mercero, Agustín Martínez y Jorge Díaz, que hablan de su último libro, Infierno (Planeta), como una única voz, exenta de egos y bien equilibrada. 

Un título ambivalente, al igual que ya ocurrió en La Bestia, que hace referencia a un manuscrito que alude a un lugar en el oriente de Cuba, una hacienda azucarera —también llamada ingenio—, donde se están produciendo torturas a los esclavos. Como explica Antonio Merecero ese es el infierno literal, pero el figurado es “el infierno de la esclavitud, de la desigualdad social, del amor, del amor no correspondido, de los celos… porque el amor en esta novela tiene una parte importante”.

En esta nueva novela Carmen Mola no deja el siglo XIX, que como ellos mismos dicen “es un chollo para encontrar historias que desencadenen una novela”. Eso sí, salta 32 años —La Bestia empezaba en 1834— para centrarse en 1866, en ese Madrid bullicioso en el que los seguidores de Juan Prim querían derrocar a Isabel II y se celebra la revuelta de San Gil. Un hecho que, explican, permite enlazar con La Havana y denunciar la esclavitud que todavía funcionaba allí pues España era una potencia esclavista —“cosa poco conocida”, enfatiza Mercero—, y fue el último país europeo en abolir la esclavitud. 

Una novela… ¿romántica?

Un contexto al que “solo nos faltaba urdir una trama que llevase a nuestros dos personajes hasta ese horror”, como bien dice Mercero. Y es que, en Infierno Carmen Mola ha introducido una historia de amor protagonizada por una bailarina llamada Leonor y Mauro, un estudiante de Medicina. Una historia en la que se ven envueltos en un homicidio que marcará sus vidas y cuya historia transcurre al más estilo Carmen Mola. “Sí, Carmen Mola se ha enamorado, era nuestro titular cuando la gente nos preguntaba qué íbamos a hacer y les contestábamos que una comedia romántica”, comenta Agustín Martínez divertido. Lo hace destacando que “no nos ha salido comedia por ningún sitio, pero romántica sí”.

Una historia que no construyen como la novela policíaca de La novia gitana, por ejemplo, sino con una forma de narrar más propia del folletín. “Nos apetecía probar con un relato clásico decimonónico, que es el folletín, pero mezclado con elementos propios del thriller. El resultado es una historia de amor, porque es el núcleo del relato, pero con unos giros distintos y una manera de evolucionar diferente a lo que sería un folletín normal”, explica Agustín.

Esa manera de narrar la historia bebe también de la televisión, tal y como destaca Jorge Díaz: “Sí, porque hay que tener en cuenta que la mayor parte de la narración televisiva está muy basada en el folletín, aunque no necesariamente sea una historia de amor. Hay que recordar que el folletín era un modo de contar las cosas en la que cada día salía en el periódico un episodio y había que dejarlo en alto para que la gente comprara el periódico el día siguiente. Y eso es lo mismo que pasa con la mayor parte de las series; y no te digo nada con las telenovelas”. 

"Nos apetecía probar con un relato clásico decimonónico, que es el folletín, pero mezclado con elementos propios del thriller"

Una forma de narrar en la que afirman sentirse cómodos pues “esa manera de contar del folletín  constituye la mayor parte de la ficción actual”. Y en la que no dejan su identidad: “cuando montamos una trama queremos sorprender. Es decir, tú plantas una historia de amor y en las 50 primeras páginas ya sabes que van a pasarlo muy mal, pero al final van a estar juntos, pero quizá en el caso de Carmen Mola no”.

¿Carmen Mola tiene límites? 

Tanto en el amor como en la violencia hay que poner unos límites, aunque en Carmen Mola es difícil imaginarse dónde está esa línea roja. De hecho, preguntados por los límites en la violencia, al unísono y riéndose contestan: “a la sangre no le ponemos límites”. Antonio Mercero lo matiza: “poner límites siempre cuesta un poco y esa es una de las tareas del escritor, hasta dónde llego no solo a nivel de sangre o de amor sino también de cursilería, barroquismo, exposición, descripción… todo el rato tienes que estar poniendo límites cuando escribes”.

Así, es el sentido del buen gusto lo que pone límites en la narración. “Es una cosa íntima de cada uno. Tienes que ir viendo, ya sea en la sangre o en el amor, pero en cualquier caso es difícil y es un trabajo constante del escritor”. Y aunque Carmen Mola sean tres (Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero) son un uno en todo: “No tenemos un papel concreto dentro de Carmen Mola, los tres hacemos todo y es la sensación conjunta la que dice si nos hemos pasado en un aspecto o no”, zanja el debate Agustín. Lo hace reconociendo que “en esta novela sí que hemos trabajado hasta dónde contamos, qué no contamos, qué nos parece que queda elegante dentro del relato y qué sobra”. 

¿Cómo plantea Carmen Mola sus novelas? 

El primer paso es la documentación, un trabajo que para Jorge Díaz es “arduo pero divertido porque en esa labor de documentación lees muchas cosas que incluso ayudan a enriquecer la trama. O sea, no sólo buscas documentación para la trama, sino que la documentación te genera la trama”. Una manera de trabajar que les lleva a ser permeables antes de empezar la novela pero que, cuando se ponen a escribirla, "ya sabemos todo lo que va a pasar”. De hecho, como explican, cuando comenzaron a trabajar Infierno no sabían que la historia se iba a trasladar a Cuba o en que hubiera cimarrones que se escapan a palenques; eso les apareció en la documentación.

“No tenemos un papel concreto dentro de Carmen Mola, los tres hacemos todo y es la sensación conjunta la que dice si nos hemos pasado en un aspecto o no”

Así, una vez tuvieron claro que el contexto era la Cuba del siglo XIX tuvieron que buscar documentación para saber cómo era aquella Cuba. Por suerte, dice Jorge Díaz, “dimos con el libro Cuba a pluma y lápiz, de Samuel Hazard, que era el típico libro de un viajero americano que contaba, por ejemplo, cuánto cuesta el tren de La Habana a Matanzas, la cafetería a la que hay que ir en Cuba…”

Asimismo, sus novelas siempre tienen dos lecturas. “Intentamos que haya una lectura lineal, que es la de thriller, pero también hay otra que estamos hablando, por ejemplo, de la violencia y el mal; del amor, pero no solo si van a acabar juntos o no sino de los infiernos del amor. O sea que una novela, si la has escrito bien y con esto yo no estoy diciendo que la hayamos escrito bien, tiene que tener varias lecturas y nosotros intentamos dársela, al igual que lo hacemos los guiones de televisión”, comenta Jorge Díaz.

La televisión se mete en la literatura 

De hecho, argumentan que la influencia de la tele ha sido la que ha marcado esa forma de narrar con capítulos más cortos. “Creo que hay una cuestión generalizada, que es la influencia de las series de televisión en la literatura. Hay una generación mucho anterior que todos sus grandes referentes eran literarios, pero ahora mezclamos esos referentes literarios con el cine y con la televisión”, cometa Agustín argumentando que “la literatura ha empezado a aprender a cómo contar las historias en series, cómo mantener a la gente enganchada, cómo meterlas dentro de una historia para que no abandonen el libro y para que le apetezca meterse en un libro. Igual que lo hacemos nosotros, lo está haciendo un montón de gente”.

"Creo que hay una cuestión generalizada, que es la influencia de las series de televisión en la literatura"

Antonio Mercero expresa que "no solo son los capítulos cortos, es una narrativa directa en la que suceden cosas todo el rato, que la historia sea concreta y que tenga giros. Eso gusta mucho al lector. Efectivamente, su cultura ya es audiovisual. No solo la de los escritores, sobre todo la de los lectores. Y si una serie de televisión la están viendo dos millones de personas imagínate lo que es eso, trasladado a la literatura, que es un mundo en el que se considera un éxito que te lean 20.000 personas”.

¿Ha marcado tendencia en la novela negra? 

Desde que irrumpió Carmen Mola con La Novia Gitana (2018) la novela negra ha tenido un auge importante en nuestro país. ¿Ha marcado tendencia su manera de relatar historias? El quórum es total: “no, sería prepotente por nuestra parte” pero es Mercero quien desarrolla la idea: “Es evidente que la novela negra ha cambiado en los últimos cinco años; se ha ido a capítulos más cortos, a tramas más directas. Si nosotros hemos sido la punta de lanza o somos simplemente una casualidad que apareció, no lo sé. Y además, sería poco modesto decir que todo el mundo nos está siguiendo. Lo que sí es verdad es que ahora hay una tendencia a hacer capítulos más cortos”.

Y la siguiente novela histórica será en… 

Aunque ahora están de promoción de Infierno, Carmen Mola ya sabe que el siguiente libro también estará ambientado en el siglo XIX, un siglo “al que nos gustaría volver porque es un siglo en el que España está en crisis y es una auténtica convulsión del país que pasa de ser un imperio a ser un país miserable como somos ahora”.  Así, si La Bestia empezaba en 1834 e Infierno 32 años después (1866), la tercera entrega de este siglo llegará a 1898, un año con bastantes elementos históricos. “Es verdad que es tentador volver a ese siglo XIX, eso por un lado, y luego lo que genera hacer thriller histórico, que es esta mezcla de géneros, también nos divierte mucho”, comenta Agustín Martínez.

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