La artista valenciana Luna Valle presenta su nuevo EP 'prueba de fuego', cinco temas que se podrán corear en la Cova de Manises este mismo precedidos por una poética de la mano de Elsa Moreno. Un concierto para adictos al amor, al aire libre y en una noche de verano
VALÈNCIA. Madurar implica dejar que el tiempo pase, aprender de los errores y seguir hacia delante, supone también una gran introspección, y en según que casos requiere de la ayuda de las amigas para que todo marche rodado y sin heridos -ni heridas, de las que sangran- de por medio. Madurar es un verbo que Luna Valle conoce bien, y lo aplica mucho mejor de lo que ella misma creería, la joven artista valenciana demuestra un enorme ejercicio de la palabra en prueba de fuego, su nuevo EP que es un disparo directo al corazón.
En este deja atrás la tutela de Tórtel y de Flashback, con quienes ha grabado sus anteriores temas, y se deja apoyar en la mejor banda -compuesta por Agus y Carola- y sobre Carlos Ortigosa para masterizar sus pensamientos. El EP, compuesto por cinco canciones que son como un abrazo, muestra también sonidos en los que solo Luna ha metido mano, como una especie de “demo” que graba en su habitación y que confiesa que sería “lo típico que envía a sus amigas una noche por WhatsApp”, un audio artístico para preguntar: “¿Qué opináis chicas?”
Este salto al abismo de la producción va acompañado de la madurez en las letras, la artista confiesa que ya se despedía de ella misma como protagonista en despedida, su último sencillo, que enmarca con una fotografía de ella de pequeña indicando que aún queda mucho por crecer: “Lo que hago con despedida es justo eso, decir adiós y poner el fin a algo, prueba de fuego indica que empiezo a crecer. En estos temas me doy cuenta de que me hago mayor y que mi mayor miedo no es que un chico me deje de contestar… Mis miedos empiezan a ser otros y le doy mucha más importancia a las letras”. De ahí solo hay un camino, hacia arriba o hacia delante, en el que Luna compone canciones a fuego lento en un proceso mucho más intimista y que responde a sus ritmos y no a los de la industria: “Yo no puedo vivir sin hacer canciones, me moriría. Siempre voy a tener mi guitarra y mis canciones y esto lo hago porque me hace feliz y porque quiero ver si a la gente a la que quiero puede hacerle feliz también”, explica.
Pero las canciones crecen al ritmo que lo hace ella -y la mejor banda, claro- las letras se vuelven más conscientes cada vez y requieren una nueva maduración, Luna se aleja un poco de lo naïf (aunque aún lo conservan temas como ciervo y medio pulgar) y comienza a plantearse un nuevo reposo de las letras y la música. Confiesa que copa de oro y por ti loca son temas que le costaron escribir una o dos semanas, porque siempre “las escribía y reescribía, y preguntaba a los demás en qué debía profundizar”: “Ya no me quiero quedar solo con lo primero que se me ocurre, quiero profundizar en lo que significan estas canciones. Los chicos me siguen inquietando muchísimo pero voy aprendiendo poco a poco de naturalidad e introspección, las canciones miran hacia mi”.
Sin embargo, a pesar de huir de unas letras más “inocentes” la magia se cuela de alguna manera en los temas creando un conjuro del amor con el que se explica todo, con letras como: “No voy a encontrar el hechizo malvado, nadie va a regalarme el conjuro dorado. Una maga me maldice cuando llego a tu barco, y me promete que nunca voy a abrir tu mano”. Algo que le hace huir a un plano más fantástico: “Creo que la letra me pedía que dejara de ser todo tan literal, de repente un chico ya no es un chico y se transforma en ciervo… o en una copa de oro".
"También decimos que alguien no me conoce ni medio pulgar [ríe] al final recurro a imágenes e intento explicar lo que pienso desde lugares que me resultan más interesantes”, concluye. Todo esto lo hace sin tutela, en un disco en el que vibra con las canciones y canta sobre lo que más le apetece, en un EP que confiesa que se crea desde la confianza (en sí misma): “Lo especial es que las canciones están prácticamente desnudas, solo vestidas por los increíbles arreglos de Agus y Carola, pero son canciones que tienen mucho amor y mucho espacio, que no necesitan nada más”.
Como un joven que se independiza y cree no necesitar nada de sus padres -craso error- Luna se ve bebiendo de temas que le han acompañado estos meses, y haciéndoles homenaje en prueba de fuego casi de forma involuntaria. El álbum no solo bebe de los consejos de sus amigas, de la mejor banda ni de las imágenes de su cabeza, también lo hace de lo que suena en sus auriculares mientras pasea con un helado por el centro de València.
“Muchas veces cuando escribes piensas que la frase que se te acaba de ocurrir es única, te dices: “Soy súper guay, súper especial y súper creativa” y cuando pasan los días ves que esta frase está en las canciones que no han salido de tu cabeza”, explica con timidez, “con copa de oro me pasó que me inspiré mucho en Halo dorado de Queidem (la comparación salta a la vista) y en esta misma canción hay una frase que dice “esto no es para mi” que se podría parecer mucho a la repetición que hace Natalia Lacunza en Tiene Que Ser Para Mi”, y pararemos con los paralelismos por miedo a que denuncien a Luna por plagio.
Sincera y natural confiesa que al final sus canciones están formadas por la banda sonora de su vida, en la cual seguro que entran audios eternos hablando sobre ciervos y conversaciones con amigas, como la que da nombre al álbum de la mano de su fiel acompañante, Serena: “Un día hablando con ella en el portal vimos que hablar de chicos es una prueba de fuego, tanto para nosotras mismas como para ellos, una nueva vida”, y tal vez un nuevo miedo. Un nuevo reto al cual en cualquier caso Luna no tiene por qué temer. ¿Quién puede temer a un chico cuando se publica un EP de forma independiente? La prueba de fuego resulta ser un salto al vacío, en el que cinco canciones desnudas envalentonan más que cualquier mensaje a un chico que le gusta. Con este tema pasa como con las canciones, a mayor madurez -y más experiencia- menos miedo, y quien maneja de canciones y emociones no debería temer al resto.