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Marina Monzó: "No solo es cantar. Cuanto más te metes en tu personaje, más le llega al público"

21/04/2024 - 

VALÈNCIA. A Marina Monzó (València, 1994) le han dicho siempre, desde que empezó su carrera allá por 2015, que es una de las sopranos españolas con más proyección de la escena operística. Les Arts, al que reconoce como su casa, le ha visto crecer y le ha ido acompañando, pero nunca como ahora en Un ballo in maschera. Es la cuarta ocasión que se mete en la piel de Óscar, pero en esta nueva producción, bajo la propuesta de Rafael R. Villalobos, su personaje adquiere una nueva dimensión: el paje del que nada se sabe adquiere una historia que contar, convirtiéndose en el hijo trans del matrimonio protagonista.

-Empezamos por el final. ¿Qué tal fue ayer el preestreno, delante de mil jóvenes? [La entrevista se realizó el viernes 19 de abril]
-Fue una función espectacular. Yo lo he vivido tanto como público (he venido a muchos preestrenos); pero la energía que se recibe cuando estás sobre el escenario es increíble. Dicen que el público joven no sabe cuándo aplaudir, pero lo que ocurre realmente es que dan sin ningún tipo de tapujo lo que sienten.

Ayer, después de las arias más emblemáticas, el subidón que había era espectacular. Y eso se traduce en una energía constante que al elenco nos llena mucho y nos contagia de ganas y emoción. Y los aplausos finales, ya son una cosa…

La gente se queja de que en la ópera hay que cuidar las formas. Los jóvenes cuidan las formas. Simplemente escuchas más bravos de lo habitual, o aplausos más eufóricos, pero eso entra dentro del respeto y creo que es una manera de reaccionar totalmente genuina y preciosa. Anna Pirozzi alucinaba con que el público joven se entregara tanto. A los cantantes italianos les alucinó.

-Osea, que te parece un buen camino a seguir para atraer a ese público.
-Totalmente. También hay que tener en cuenta que los artistas estamos haciendo un esfuerzo porque lo damos todo con la vez. Nosotros cobramos normalmente por función, y el preestreno es más un ensayo general que no cobramos. Precisamente por la manera en la que se entregan nos hacen que nos entregamos también. Nosotros también ponemos de nuestra parte en darlo todo para cuidar estas maneras de atraer nuevo público a la ópera.

-Hablemos de Un ballo in maschera, que es una ópera que conoces bien pero que estrena una nueva producción aquí, con una dramaturgia totalmente diferente. Tu papel es importante porque es una de las grandes novedades. [Óscar pasa de ser un paje a ser el hijo trans de Amelia] ¿Cómo has asumido esta nueva visión de tu rol?
-Es una visión totalmente diferente a lo que yo había hecho antes. Esta es mi cuarta producción de Un ballo in maschera. La música que canta Óscar es la más festiva, cercana a la opereta. Me ha costado sacar de un personaje que musicalmente es tan vivo y activo ese lado totalmente dramático. Ha sido un trabajo duro de adaptación.

En todo caso, con el periodo de ensayos que hemos tenido, tanto con Rafael R. Villalobos [director de escena] y Javier Pérez [coreografía], hemos abordado cada detalle. La forma en la que actúa el cuerpo también tiene que responder a ese drama. Creo que al final le hemos dado un toque que es totalmente coherente con el texto, está muy bien hilado. Ha sido un trabajo extra, pero también ha sido un proceso muy interesante.

Yo espero que a la gente le guste, porque aunque es una visión totalmente nueva, Óscar siempre ha sido un personaje del que no se sabe nada de su pasado. He hecho roles de Óscar masculinos y femeninos; ahora estamos haciendo algo nuevo, un personaje en transición.

-¿De qué manera permea en tu forma de cantar y moverte ese cambio en la naturaleza del personaje?
-Cambia todo. Además, Antonino Fogliani [director musical] y Rafael Villalobos lo han estado hablando mucho y han visto en qué momento se le podría dar musicalmente más dramatismo. Han conseguido acompañar con la música ese cambio en el personaje, y creo que funciona de una manera muy orgánica.

-La cantante de ópera del siglo XXI tiene el doble reto de mantener la esencia de personajes que fueron escritos siglos atrás y defender las propuestas escénicas más contemporáneas. Como si tuvieráis que resolver esa tensión entre el pasado y el presente. ¿Cómo llevas esta tarea?
-A mí me gusta. Aunque si se hace algún tipo de revisión, de cambio, tiene que estar todo justificado, que tenga sentido con el texto original y con la música. Mientras esté dentro de la esencia del libreto, me parece un avance.

No me gustan los cambios que le quitan el sentido a las historias, pero cuando hay verdad en el escenario, por mucho que cambie un aspecto de los personajes o de las tramas, yo estoy dentro. Me encanta estar metida en el personaje, me encanta actuar. Es un aspecto que no tenía tan en cuenta porque nos enseñan a cantar, cantar y cantar. Pero cuanto más te metes en tu personaje, mejor lo vas a cantar y más le vas a llegar al público.

-En este sentido, otro equilibrio frágil de la profesión es que las cantantes de ópera dependen de dos directores. En este caso, Foglinani y Villalobos han comentado que ha habido mucho entendimiento, pero no tiene por qué ser así.
-Sí, yo he vivido situaciones de mucha confusión por eso que comentas. En este caso, yo ya hice con Rafael Villalobos La violación de Lucrecia en el Teatro de la Zarzuela, así que me fiaba mucho de él. Yo, como intérprete, intento entregarme a la propuesta, dejarme llevar. Creo que depende mucho no con quién estemos trabajando, tanto en la dirección musical como la de escena, pero, en todo caso, siempre hay que hacer un ejercicio de confiar y probar. Si ves que luego no funciona, que no te encuentras bien, siempre hay margen para cambiar; pero si no pruebas, no encuentras el avance y el éxito.

-¿De qué manera en la construcción de un estilo propio como cantante haber sido discípula de artistas de la talla de Juan Diego Flórez?
-Yo he tenido muchísima suerte porque, desde el principio de mi carrera, he estado rodeada de cantantes estrella. Mi segundo Rigoletto fue con Leo Nucci; con Juan Diego Flórez he cantado muchísimo. Estar en este tipo de entornos me ha hecho crecer muchísimo. Además, creo que son las grandes figuras las más entregadas, y así siempre es un placer trabajar. Yo he aprendido mucho de ellas, siempre con mucho respeto; me he sentido muy ayudada siempre y me nutrido de ese trabajo, tanto a nivel técnico como musical.

- Debutaste en la Ópera de Munich en 2021. Es uno de tus penúltimos hitos, pero llevas años acumulando premios y buenas críticas. Cuando hablan de ti, dices que eres la soprano con más proyección internacional, pero estás cerca de cumplir los 30. ¿Cuándo se acaba la proyección y se puede hablar de una carrera consolidada?
- Pues justaba lo pensaba porque yo debuté en 2015 e hice mi primera producción en 2016. Llevo nueve años sin parar. No sé hasta qué punto soy joven, y cuando voy a empezar a tener una carrera consolidada. He trabajado mucho para la edad que tengo, y aún así, siempre he intentado ir pasito a pasito. Nunca he sentido que haya aceptado algo que me haya sobrepasado. Es verdad que hay cosas que no repetiría, que me han aportado menos, o que no pude trabajar con el ritmo que me gustaría, pero siento que he tenido una carrera muy progresiva y mirando muy bien los resultados.

- Llevas muy recorrida Europa. En la escena operística se detecta que, en un contexto de cierta guerra cultural, parece que hay más política que nunca: qué entra y qué no entra, cómo abordar los clásicos, a qué público hay que mimar… ¿Sientes que el contexto político se ha comido a la propia creación?
- Te puedo contar que en Omán (por ejemplo, donde he ido tres veces), en el ensayo general o pregeneral venía un comité para decidir si había ciertas cosas que no se podían hacer. Me llegaron a decir cómo me tenía que poner unos zapatos en escena. Evidentemente, la política de cada país afecta. En Europa… Puedo notar la diferencia pero como las puedes encontrar cuando viajas a cada país. Puedes percibirlo en la forma de las propuestas escénicas, claro, pero creo que más que notarse por el teatro en el que estás, tiene más que ver con el director de escena que tengas.

- Dicen que en Europa están descubriendo la zarzuela…
- Sí, de hecho yo sigo actuando mucho con zarzuela. La próxima, una en Viena, que se está llevando últimamente mucha allí. La gente se está dando cuenta de que la zarzuela no es simplemente canción española; está descubriendo la vocalidad de cada tipo de cantante, de la orquestación… El público europeo se está empezando a enterar y gusta muchísimo.

- ¡Hasta en España nos ha costado darnos cuenta del valor de la zarzuela!
- Y además, es complicadísima. Sobre todo porque te exige ser buen actor. Yo no he currado un más la escena como lo he hecho con zarzuela, porque te exige ser una cantante completa.

- Para acabar, un atraco: un reto que hayas superado y otro que te gustaría abordar.
- Acabo de hacer Tancrède en la Ópera de Rouen, ha sido mi primer Rossini y fue probarlo y me ha sentado como un guante. Todo funcionaba perfecto, podía dar todos los colores que quisiese, se oía todo bien. Sobre el rol que me gustaría hacer… Hay mogollón. Por ejemplo, Sophie de Der Rosenkavalier, varios roles mozzarianos.

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