La responsabilidad de gobernar es de quién gobierna. Ya sé, es una perogrullada. Pero, en estos tiempos en los que, desde el Palau de la Generalitat se solemniza lo obvio, la frase cobra un sentido -disculpen la ironía- casi revolucionario. Esta obligación de gobernar es la que está ejerciendo el Gobierno de España con extrema resiliencia cumpliendo el mandato legitimo emanado del 23 J.
Lo está haciendo el presidente Pedro Sánchez a lo largo de este año con el objetivo de seguir avanzando en la agenda económica, social y de convivencia. Es evidente que el partido socialista está empeñado en continuar implantando medidas para seguir mejorando la vida de la ciudadanía, por ejemplo, a través de la mejora del SMI, la subida de las pensiones o el incremento de las becas. Y lamentablemente no es esa la actitud que los valencianos y las valencianas observamos del que es el máximo responsable del autogobierno valenciano.
El presidente del Gobierno de España, a pesar del ruido, continua en su empeño de avanzar en la modernización de este país de la forma más adecuada, pero a su vez, la más compleja. A través del acuerdo, del diálogo, del consenso. Así lo demuestra con la inmediata convocatoria de forma bilateral a los presidentes y presidentas de las comunidades autónomas.
El señor Carlos Mazón abrazó a la ultraderecha sin condiciones comprando todo su disparatado catecismo sin reflexión previa y después, a pesar de haber sido abandonado por su socio ultra antes de cumplir un año, ha mantenido ese ideario ultra y las políticas incipientes que de forma mancomunada se pusieron en marcha en esos primeros meses. Unas políticas que atacan de frente derechos y libertades de valencianos y valencianas y que son una línea roja para la democracia, la memoria y el avance social, y por tanto son líneas insalvables para el PSPV-PSOE por ser políticas funestas para la mayoría social a la que aspiran a representar.
Por ese motivo, el punto de partida en las posibles negociaciones del Gobierno autonómico con la alternativa real que supone el Partido Socialista con la ministra y Secretaria General, Diana Morant, al frente, nada tiene que ver con la realidad que se está dando en el caso del Gobierno de España con las comunidades autónomas. Y es que, como declaró Morant este fin de semana, en el encuentro socialista celebrado en L’Alfàs del Pi, los socialistas siempre hemos practicado la oposición constructiva, pero Mazón nos ha hecho imposible apoyar cualquiera de sus propuestas con el mantenimiento de la mal llamada Ley de concordia o la de Libertad Educativa.
En estos momentos, las valencianas y los valencianos observamos con preocupación como el actual jefe del Consell actúa como el president más radical de la historia. Y es que además de estar alejado de cualquier punto de encuentro con la líder de la oposición autonómica, se presenta ante la cita con el Presidente del Gobierno con la intención rotunda de renunciar a la condonación de la deuda valenciana a través de la proposición de ley de financiación presentada por Compromís, ante las presiones y la incomodidad que le supone al Partido Popular y a autonomías como la madrileña. Mazón debe decidir si quiere seguir siendo “delegado de Génova” o el President de la Generalitat Valenciana.
Esta semana se celebra una cita relevante en el ámbito parlamentario valenciano, el Debate sobre el Estado de la Comunitat Valenciana. Una cita en la que los distintos grupos parlamentarios en el arco valenciano debatirán sobre los retos y las necesidades de la sociedad valenciana.
El Gobierno valenciano tiene muchas respuestas que dar a la ciudadanía valenciana ante el claro suspenso en la gestión de su primer año de mandato.
¿Cómo es posible que, ante un escenario de incremento de fondos del Gobierno de España de manera exponencial, con más del doble de recursos, 30.000 millones de euros más con Pedro Sánchez que en la etapa precedente de Mariano Rajoy, nos encontremos en una situación de empeoramiento progresivo ante los recortes y los impagos a los que este Consell está sometiendo a la sociedad valenciana?
Y es que el modus operandi del actual gobierno valenciano no obedece a ninguna lógica real, ya que mientras rebaja los impuestos a las rentas más altas renunciando a más de 1.000 millones de ingresos por esa vía, mientras recibe más fondos que nunca de la Administración central, la vida de los valencianos y las valencianas está en peores condiciones que hace un año, siendo la única diferencia en este sentido, el cambio de quien habita de forma temporal el Palau de la Generalitat, el Partido Popular.
Esperamos que este debate se centre en lo que le importa y preocupa a los valencianos y no una letanía de reproches al Gobierno de España.
En cuanto a la próxima cita de Mazón con el presidente Sánchez para tratar el modelo de financiación, la mayoría de las valencianas y los valencianos nos sentimos huérfanos de líder autonómico. Nos queda la esperanza de que más pronto que tarde, la persona que actualmente se sienta en un Consejo de Ministros a diario, pensando en los y las valencianas, cuando se aprueban ayudas para el sector de la cerámica o el apoyo a factorías como Ford, pueda ocupar el Palau de la Generalitat Valenciana y dar continuidad a las políticas de progreso que se pusieron en marcha durante los ocho años de gobierno progresista.